Por Juan Pablo Castilla Bravo jp.castilla10@uniandes.edu.co y Juan Camilo Cárdenas jccarden@uniandes.edu.co, Universidad de Los Andes, Colombia
Suficiente atención ha recibido el concepto de “fake news” para explicar parte de los resultados electorales recientes como el caso de la elección de Trump a la presidencia de EEUU, el resultado del Brexit en el Reino Unido, el plebiscito por los acuerdos de paz en Colombia y más recientemente la elección de Bolsonaro en Brasil.
Una de las grandes amenazas a la democracia contemporánea surge del poder de la manipulación de información a través de redes sociales y la falibilidad de los votantes al momento de evaluar sus opciones cuando son sujetos de campañas focalizadas a partir de su comportamiento en las plataformas electrónicas. Sin sorpresa, Cambridge Analytica lo supo capitalizar en un negocio de mucha efectividad política.
Sin embargo, los humanos somos falibles en el momento de elegir, con o sin la presencia de “fake news”. En otras palabras, no solamente podemos ser víctimas de estas noticias falsas y “hechos alternativos”, sino que además caemos víctimas de nosotros mismos y de nuestros sesgos psicológicos. Con un ejemplo aplicado de manera experimental para Colombia, y que realizamos en colaboración con La Silla Vacía, trataremos de mostrar la importancia de indagar más profundamente en la naturaleza humana. De paso, se trata de reconocernos como sujetos más falibles que lo que creemos. En este video pueden ver un resumen de los resultados.
Tres procesos cognitivos que se le atraviesan a la democracia.
Vamos a destacar tres procesos cognitivos que pueden jugar un papel muy importante en estas situaciones de deliberación y elección política y que, de nuevo, van más allá del problema de la manipulación de los hechos a través de mentiras. El primero de ellos es el de las “heurísticas”, entendidas como esos atajos que nuestro cerebro construye para tomar decisiones rápidamente. Nos ahorran tiempo y costos cognitivos de procesamiento de información.
Estas heurísticas nos permiten poner en marcha el denominado Sistema 1 que Daniel Kahneman ha popularizado para explicar ese proceso cognitivo rápido, emocional e intuitivo. Kahneman también explica el contraste con el Sistema 2: más pausado, reflexivo y racional. Con mucha frecuencia utilizamos el Sistema 1 para tomar decisiones rápidas que nos ayudan enormemente en el día a día. Un ejemplo sencillo es mirar automáticamente hacia la izquierda cuando bajamos de una acera a una vía con vehículos –o a la derecha quienes viven en Delhi, Londres o Sidney–. Noten que quien viaja a estas tres ciudades desde otros países debe dedicar un costo cognitivo importante a cambiar la heurística y, en muchos casos, con consecuencias nefastas. En general, las heurísticas son parte de la cognición humana. Unas resultan enormemente útiles para llevar la vida con mayor facilidad mientras que otras pueden hacernos caer en trampas con altos costos personales y sociales.
Un segundo proceso cognitivo que juega un papel importante en cómo procesamos información para tomar decisiones es el denominado “sesgo de confirmación”, a través del cual filtramos información que no reitera nuestra creencia y sobrevaluamos información que la confirma. Inversionistas con frecuencia usan más información sobre la valoración de un mercado que confirma su sesgo y desprecian información que rechaza su creencia. Las consecuencias se extienden desde costos individuales hasta grandes pérdidas para organizaciones o sociedades.
El tercer sesgo que queremos destacar es la “disonancia cognitiva”, según la cual un individuo enfrenta un problema de tensión psicológica cuando tiene en su mente dos ideas o creencias que son psicológicamente inconsistentes entre sí (por ejemplo, cuando usted defendió intensamente la integridad moral de un político por quien votó y se acaba de develar un caso de corrupción en el que esa persona es claramente culpable). La forma como los humanos enfrentan esta tensión es seleccionar solo parte de la información para así reducir la inconsistencia. De esta forma, la incomodidad psicológica se reduce. Una vez más, esta selección sesgada de información puede traer consecuencias nefastas para quienes toman decisiones para ellos mismos o para la sociedad como un todo.
Inmigración, armas y crimen: ¿emociones o racionalidad?
Podemos encontrar dos ejemplos de cómo estos sesgos cognitivos pueden atravesarse en la democracia: en la deliberación sobre la entrada de inmigrantes a los países y en las discusiones sobre el derecho de civiles a portar armas. Con banderas anti-inmigración y a favor del porte de armas se están eligiendo candidatos que recurren a las fuertes emociones de las personas que sienten el miedo inminente del desempleo y el crimen.
Recordemos el reciente proceso electoral en Brasil y el papel que jugaron las posiciones de Bolsonaro frente a los inmigrantes, el porte de armas y el crimen.
Apelar al miedo ha sido suficientemente documentado como un mecanismo efectivo para influir en percepciones, creencias y decisiones de los individuos. Pero, ¿existe evidencia que demuestre una relación causal entre las tasas de inmigración y las tasas de criminalidad o la posibilidad de conseguir empleo? ¿Existe evidencia que demuestre una relación causal entre el porte de armas y las tasas de criminalidad? A pesar de varios estudios juiciosos sobre el tema, la retórica alrededor del crimen asociado a los inmigrantes continúa determinando resultados electorales, como recientemente vimos con la última presidencia de Estados Unidos.
Experimentos recientes parecen sugerir que las opiniones de las personas están más condicionadas a las heurísticas, al sesgo de confirmación y a la disonancia cognitiva (todos derivados del Sistema 1) que a un trabajo más cuidados de conversación con el Sistema 2.
El experimento de Kahan et al. (2017) y la réplica en el Brexit.
El experimento original de Dan Kahan y colaboradores (2017) nos sirve de cimiento para desarrollar esta idea y traerla al caso particular de la polarización de Colombia frente a los esfuerzos por construir e implementar el Acuerdo de paz entre las FARC, grupo guerrillero con cerca de seis décadas de lucha armada, y el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018).
El estudio de Kahan et al. (2017) realizó una encuesta a ciudadanos estadounidenses y les presentó una tabla de información sobre un experimento con humanos para estudiar si una crema para la piel ayuda o no a reducir la irritación. La Figura 1 es uno de los ejemplos. Se mostraba el número de individuos que usaron o que no usaron la crema (filas), y el número de personas que reportó que la irritación empeoró o que se redujo (columnas):
Figura 1
Grupo A – Condición de control #1 | ||
Irritación empeoró | Irritación se redujo | |
Pacientes que si usaron la nueva crema | 223 | 75 |
Pacientes que NO usaron la nueva crema | 107 | 21 |
Con base en estos datos, el encuestado debía responder si creía que el experimento mostraba que la nueva crema tenía más probabilidad de mejorar o empeorar la condición de la piel. Para este caso particular, el análisis correcto de los datos diría que para 75 de los 298 (223+75) individuos que sí usaron la crema, la irritación se redujo. Por tanto, fue efectiva en un 25,16%. Deberíamos además usar datos que nos dan el contrafactual; es decir quienes no usaron la crema. En este caso, 21 de los 128 individuos reportó una reducción de la irritación: un 16,4%. En esta ocasión, los datos sugerirían que es más probable que la crema sí haya sido efectiva.
Ahora imaginen las mismas cifras, pero en lugar de hacerlo para individuos que usaron o no la crema, son ciudades que reportaron aumentos o reducciones en crimen, dependiendo de si fueron ciudades que habían prohibido o no el porte de armas. Con estos datos se concluiría que la prohibición de armas tiene mayor probabilidad de reducir el crimen.
Figura 2
Grupo C – Condición de tratamiento | ||
Aumentó el crimen | Se redujo el crimen | |
Ciudades que SI prohibieron el porte de armas en público | 223 | 75 |
Ciudades que NO prohibieron el porte de armas en público | 107 | 21 |
Kahan et al. (2017) mostraron que en el caso en que se presentaban los datos para las condiciones de tratamiento (crimen y prohibición de armas), la posición política determinaba la interpretación de los mismos, y en la dirección que el lector podrá imaginarse. Quienes se identificaban como conservadores republicanos veían que la prohibición al porte de armas había aumentado el crimen. Los liberales demócratas interpretaban los datos en el sentido opuesto, ¡con los mismos números!
Este experimento fue replicado por ‘The Online Privacy Foundation’ con una muestra de 11’205 votantes británicos que habían pasado por el proceso político del Brexit. El experimento en este caso planteaba situaciones similares para evaluar si las ciudades que habían visto un aumento o decrecimiento de inmigrantes habían tenido un aumento o una reducción del crimen, uno de los temas más salientes en esa campaña política. El resultado fue exactamente el mismo. Quienes votaron a favor del Brexit y de dejar la Unión Europea, interpretaban que era más probable que un aumento de inmigrantes aumentara el crimen en las ciudades. Con los mismos datos, quienes votaron por permanecer concluían que era más probable que un aumento en la inmigración redujera el crimen.
El experimento en Colombia, a propósito de los Acuerdos de paz.
Con el fin de usar este mismo diseño experimental, construimos nuestro caso de control (equivalente a la crema para la piel) alrededor de una campaña para combatir el consumo de tabaco y el número de países que reportaron, antes y después de la campaña, una reducción o un aumento del consumo. Las tablas a continuación (Figura 3) muestra dos escenarios. En el primero deberíamos concluir que la campaña no fue efectiva y en el segundo que sí lo fue (noten la diferencia en los encabezados de las columnas):
Figura 3
Para nuestros tratamientos experimentales, nos basamos en tres indicadores que han sido centrales en la discusión pública acerca del proceso de negociación de los acuerdos de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC:
- a) tasas de homicidios en el último año del gobierno de Álvaro Uribe y el último año del gobierno de Juan Manuel Santos;
- b) número de personas desplazadas antes y después de la firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las FARC;
- c) víctimas de minas antipersonas, antes y después de que se firmara un comunicado conjunto entre las FARC y el Gobierno durante las negociaciones en La Habana entre 2013 y 2015.
La información fue presentada con las mismas cifras de la tabla anterior. Es decir, un número de municipios de Colombia que vieron aumentar o disminuir esos indicadores. Con el fin de eliminar cualquier problema de engaño experimental, usamos cifras que serían plausibles basadas en la información del Panel Municipal del CEDE para Colombia y de Our World in Data para el consumo mundial de tabaco. Los números de municipios podrían coincidir con los fenómenos de aumento o decrecimiento de la violencia para cada caso. Los números del consumo del tabaco también podrían coincidir con la realidad.
En todos los casos la matriz tenía los mismos números y sólo cambiamos el enunciado. Con el fin de generar un buen balance experimental, creamos ocho casos asignados aleatoriamente a cerca de 2,000 visitantes del portal de La Silla Vacía que participaron en el experimento durante el mes de agosto de 2018. En un grupo, la interpretación “lógica” implicaría un fracaso de la política. En el otro grupo, los datos sugerirían un mejoramiento. Cada grupo tenía cuatro casos que se dividían entre tabaco, homicidios, desplazados y víctimas de minas antipersonas. Esto nos da un total de ocho casos asignados de forma aleatoria.
En las siguientes dos tablas mostramos dos de estos ocho casos que, con las mismas cifras del grupo de control con consumo de tabaco, deberían generar las mismas interpretaciones; dependiendo de si las columnas reflejan un mejoramiento o un empeoramiento del indicador de violencia.
Por ejemplo, en el primer caso (Figura 4) el número de municipios que mostró un incremento de la violencia antes de la firma del Acuerdo de paz sería del 67% (70/(70+35)), frente a un 71% de municipios que después de firmado el acuerdo mostraron una caída de violencia. Según estos datos, el individuo racional (aquel que usa principalmente su Sistema 2) debería concluir que la firma del Acuerdo de paz no fue efectiva para reducir la violencia. La Figura 5, dado que alternamos el encabezado de las columnas, debería inducir una interpretación contraria.
Figura 4
Figura 5
Para cada uno de esos ocho escenarios evaluamos si el encuestado había obtenido una respuesta correcta al estilo del Sistema 2 (Ver Figura 6). El primer resultado apunta a nuestros sospechosos: heurísticas, disonancia cognitiva y sesgo de confirmación. Por ahora, nos vamos a concentrar en el caso donde se analizaban los datos de la campaña contra el consumo de tabaco. Cuando la conclusión acertada (al estilo Sistema 2) es ‘no fue efectiva’, apenas el 36,2% de los participantes obtuvieron una respuesta correcta. Mientras tanto, cuando la respuesta correcta es ‘sí fue efectiva’, esa tasa fue del 78,9%.
¿Por qué hay tanta diferencia en los resultados bajo el escenario de control? La primera hipótesis es que para el caso de la matriz cuya respuesta correcta es ‘sí fue efectiva’, el Sistema 1 y el Sistema 2 pudieron haber convergido, mientras que en el otro caso esto no sucedió. Para el escenario en que el encabezado de la primera columna es “caída en consumo”, una mirada rápida podría sugerir que pasar de 70 a 55 (como valores absolutos) lleva a interpretar los datos con que un “después” trajo menos casos; es decir, que la campaña sí fue efectiva. Ante ello, se llega a la respuesta correcta, aunque por el camino equivocado (Sistema 1).
La segunda hipótesis es que la mayoría de las personas ha observado una caída del tabaquismo en el mundo y por ende quisiera usar atajos mentales para no esforzar el procesamiento de la información y confirmar sus creencias.
En el caso de los escenarios donde se trabajaban temas con tinte político (homicidios, desplazados y minas antipersonas), la frecuencia de respuestas correctas cayó sustancialmente a un 13,7% cuando los datos sugieren que el Acuerdo de paz ‘no fue efectivo’ y subió a un 86,5% cuando la respuesta correcta es que ‘sí fue efectivo’. Creemos que esto corresponde, en buena medida, al hecho que tuvimos una mayor cantidad de personas con una preferencia clara en favor del Acuerdo de paz.
Figura 6
Preferencias políticas de nuestros participantes.
Con el fin de medir las preferencias políticas de nuestros participantes, utilizamos cuatro indicadores que a la postre resultaron altamente correlacionados. Por una parte, le preguntamos a los encuestados qué tan de acuerdo estaban con las políticas de seguridad del presidente Álvaro Uribe (2002-2010) y con las del presidente Juan Manuel Santos (2010-2018). Igualmente, les preguntamos por su voto al momento del Plebiscito que preguntaba la refrendación de los Acuerdos de paz firmados con las FARC, y su voto en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales entre Iván Duque (relacionado con la derecha política del país) y Gustavo Petro (relacionado con la izquierda política del país). Finalmente les propusimos que, en un caso hipotético, repartieran siete empanadas entre cuatro personajes claramente afiliados o en contra al proceso de paz: el expresidente Álvaro Uribe, Alejandro Ordóñez (figura saliente de la extrema derecha conservadora), Timochenko (máximo líder de las FARC) y Humberto de la Calle (jefe negociador del Gobierno en el proceso de La Habana).
Los sesgos políticos claramente afectaron la precisión en el análisis de los datos.
Como veremos en el siguiente análisis, esas posiciones políticas tan asociadas al Sistema 1 se atravesaron en la posibilidad de que el Sistema 2 operara. En la siguiente gráfica (Figura 7) se ven las respuestas correctas de acuerdo a nuestros escenarios. Las tres primeras barras muestran el porcentaje de respuestas correctas para los casos en que la interpretación correcta es que el Acuerdo de paz no fue efectivo. Las siguientes tres barras, para los casos en que la interpretación correcta es a favor del Acuerdo de paz. Las últimas tres barras muestran nuestro grupo de control, aquel de la campaña contra el consumo de tabaco.
La gráfica habla por sí sola: tenemos sesgos. Mientras en el grupo de control no importa cuántas empanadas les entregaron a los personajes, las matrices con tinte político marcan la diferencia.
Para el caso en el cual la interpretación adecuada es que el proceso de paz no fue efectivo, las respuestas correctas caen de un 36,1% a un 10,8% según la asignación de empanadas. Como es de esperarse, quienes le asignaron más empanadas a Ordóñez y a Uribe tienen el mayor porcentaje de respuestas correctas. En la mitad tenemos a quienes les asignaron un número muy similar a ambos bandos (tres para un grupo, cuatro para el otro). En este escenario, con el menor porcentaje de respuestas correctas tenemos a quienes le asignaron más empanadas a De la Calle y a Timochenko. El escalafón se invierte cuando la respuesta correcta es indicar que el proceso de paz sí fue efectivo para reducir los índices de violencia. Las diferencias son estadísticamente significativas al 5% en los escenarios con tinte político. En el caso del tabaco, no hay diferencias estadísticamente significativas.
Figura 7
Obtuvimos resultados muy similares al utilizar las diferencias entre quienes votaron a favor o en contra del Plebiscito, quienes votaron por Duque (Derecha) o Petro (Izquierda) o por las preferencias frente a las políticas de seguridad de Uribe o Santos. La gráfica continuación (Figura 8) es un ejemplo separando por quienes votaron por el Sí, el No y quienes no votaron en el Plebiscito.
Figura 8
Concluyendo, el problema lo tenemos todos
Los sesgos cognitivos que intervienen en los procesos de evaluación de información de los humanos generan resultados más complejos que lo que un “agente lógico” produciría. Como argumentarían Richard H. Thaler y Cass R. Sunstein en su ya seminal libro Nudge (2008), somos humanos más parecidos a Bart Simpson que a Mr. Spock en Star Trek. Las emociones, en combinación con estos sesgos, hacen que nuestros Sistemas 1 y 2 interactúen de formas extrañas y en ocasiones causen errores nefastos para los individuos y para la sociedad. En este caso particular, pueden afectar la forma en que se evalúa la evidencia en medio de procesos democráticos de elección popular.
Los resultados que aquí presentamos sugieren que posiciones más extremas frente a temas tan sensibles como la inmigración, el porte de armas, el crimen y la firma de acuerdos de paz con grupos armados hacen más difícil la interpretación de hechos, incluso si estos son correctos y sustentados en la realidad.
El primer paso entonces es reconocernos en estos sesgos ante un espejo. Nuestros resultados y los de otros estudios mencionados muestran que este problema existe tanto para la derecha conservadora como para la izquierda liberal y que las acusaciones de unos hacia otros de sectarismo y bajo contenido intelectual en los argumentos no es exclusividad de ningún extremo.
El estudio original de Kahan et al. (2017) mostró que este fenómeno era incluso peor para quienes mostraban un nivel mayor de habilidades cognitivas. Aunque nuestros datos para Colombia no confirman ese resultado, sí se abre la pregunta de la pertinencia de unos grupos que usan como argumento una posible superioridad intelectual. El problema, de nuevo, está en todos los humanos.
Las estrategias de manipulación o incluso alteración de las noticias, y la focalización y orientación de información con propósitos electorales a través de las plataformas electrónicas que usan nuestras redes sociales pueden tener consecuencias detrimentales para la democracia. Tener conversaciones a través de las redes es cada vez más difícil porque leemos y escuchamos cada vez menos a quienes están en el otro lado del espectro. La democracia deliberativa se podría beneficiar enormemente de un esfuerzo personal y colectivo por salirnos de nuestras zonas de confort, por luchar contra nuestros sesgos de confirmación, por reconocer nuestras heurísticas y por luchar contra la disonancia cognitiva. De esta manera, debemos tener conversaciones cara a cara con otros que piensen diferente y entre todos deliberar sobre los hechos. Esto será el tema de posibles nuevos experimentos. Por lo pronto, será valioso que nos re-conozcamos en nuestra naturaleza humana, falible y compleja.
Bibliografía
Kahan, D. Peters, Dawson, E., & Slovic, P. (2017). Motivated numeracy and enlightened self-government. Behavioural Public Policy, 1(1), 54-86. doi:10.1017/bpp.2016.2
Kahneman, D & A., Tversky. (1979). Prospect Theory: An Analysis of Decision under Risk. Econometrica, 47(2), 263-291. doi:10.2307/1914185
Kahneman, D. (2011). Thinking, fast and slow Nueva York: Farrar, Straus and Giroux.
Thaler, H. Richard & Cass R., Sustein. (2008). Nudge. New Heaven y Londres: Yale University Press.