Las crisis macroeconómicas suelen impactar a gran parte de la población de un país; sin embargo, la distribución de estas pérdidas no es homogénea entre distintos subgrupos de la población. Estudiar la distribución de pérdidas es importante no solo para el diseño de políticas microeconómicas, sino también para entender los mecanismos de propagación de la crisis y los trade-offs de economía política generados por políticas macroeconómicas. En general, los hogares pobres se ven más afectados por una crisis que los hogares ricos[1], principalmente debido a su falta de acceso a mercados de crédito y al efecto en sus salarios reales.
En este post sumarizo parte de mi investigación en términos de los efectos distributivos de un tipo en particular de crisis macroeconómica: los sudden stops. Los países emergentes, como Argentina, Brasil o México, son propensos a sufrir un sudden stop (interrupción repentina) en el flujo de fondos internacionales. Estas interrupciones pueden estar motivadas tanto por factores internos como externos a la economía en cuestión, como desconfianza en la política monetaria local, crisis fiscales, o cambios en las condiciones externas. En cualquier caso, un sudden stop está asociado a un aumento en el country spread de la deuda soberana, una reversión de la cuenta corriente, y una fuerte contracción del producto agregado. Durante este tipo de crisis, generalmente el sector transable (expuesto al comercio internacional) y el no transable (bienes y servicios que sólo se venden localmente) responden de manera asimétrica, ya que el sector no transable está más expuesto a la contracción del gasto doméstico. El sector transable tiende a experimentar una recesión corta y una recuperación rápida, mientras que el sector no transable sufre una recesión más profunda y prolongada.[2]
En mi trabajo “Emerging Markets, Household Heterogeneity, and Exchange Rate Policy” estudio el caso del sudden stop experimentado por México a finales de 1994. Este caso ha sido estudiado ampliamente en términos agregados y cuenta con datos a nivel de hogares tanto en términos de ingreso como de consumo en un periodo de tiempo cercano a la crisis. Durante este episodio, el PIB real cayó 6.2% entre 1994 y 1995, pero el PIB transable cayó 3.5% mientras que el no transable cayó 7.5%. En el Gráfico 1 se observa la diferencia en la recesión experimentada por cada sector, tanto en profundidad como en duración.
Gráfico 1: Ciclo HP del PIB real transable (arriba) y no transable (abajo) para México. La línea punteada representa el comienzo del sudden stop en el último trimestre de 1994. Construido utilizando los datos de Cuentas Nacionales del INEGI.
¿Cuál fue el efecto de la crisis para los hogares mexicanos?
En el Gráfico 2 presento el cambio porcentual en el ingreso y consumo reales, entre 1994 y 1996, experimentado por los hogares mexicanos divididos acorde a su nivel de educación. Contrario a lo esperado, a pesar de tener acceso limitado a los mercados de crédito para protegerse durante una crisis, los hogares menos educados sufrieron una pérdida de ingreso y consumo menor a la de los hogares más educados. De hecho, durante este periodo la distribución del ingreso en México mejoró.
Gráfico 2: Cambio porcentual en Ingreso (income) y Consumo (consumption) reales, entre 1996 y 1994 en México, por nivel de educación (educación primaria o menos, educación secundaria, y educación universitaria). Construido utilizando datos de la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) del INEGI.
¿Cuáles son las razones detrás de esta distribución de pérdidas?
Los trabajadores mexicanos con menos educación trabajan más frecuentemente en el sector transable que los trabajadores con más educación (45% versus 18%). Adicionalmente, los hogares mexicanos presentan muy poca diversificación dentro del hogar en cuanto a sector de trabajo. El 80% de los hogares recibe sus ingresos exclusivamente del sector transable o del no transable. En términos de movilidad laboral, en los países en desarrollo los trabajadores encuentran más difícil moverse de un sector a otro, particularmente cuando el requerimiento de habilidades es tan diferente entre sectores.[3] En mi trabajo muestro que estas características microeconómicas, sumadas a la naturaleza asimétrica del sudden stop, explican las diferencias observadas en el Gráfico 2. Una vez que el sector de trabajo es considerado, los trabajadores menos educados sufren una pérdida mayor a los más educados, en línea con los resultados de otro tipo de crisis macroeconómicas. Los trabajadores en el sector no transable sufrieron en promedio una pérdida de ingreso mayor a la experimentada por los trabajadores en el sector transable. Este efecto diferencial entre sectores solamente se observa durante el periodo de la crisis, que es precisamente cuando a nivel agregado los sectores transables y no transables evolucionan en forma más diferente.
Poco después del comienzo del sudden stop, la economía mexicana abandonó un tipo de cambio fijo lo cual generó una devaluación del tipo de cambio de 75%. El trabajo reciente de Cravino y Levchenko (2017) muestra que esta devaluación tuvo efectos negativos para los hogares pobres. Este efecto se debe a la combinación del tipo de producto que consumen más los hogares pobres (transables) y al traspaso a precios asimétrico de la devaluación (traspaso a precio más alto para bienes transables). Sin embargo, aún deflactando ingreso y consumo usando índices de precio que dependen del nivel de ingreso (utilizando el IPC acorde al número de salarios mínimos recibidos construido por INEGI), el efecto del sector de trabajo sigue teniendo un impacto diferencial en la distribución de pérdidas.
Balance
Los sudden stops son crisis macroeconómicas profundas que generan una reasignación de recursos entre los sectores transable y no transable. Fricciones microeconómicas relacionadas al mercado laboral y al acceso al crédito determinan el efecto redistributivo de este tipo de episodios; el sector de trabajo aparece como una variable fundamental para entender estos efectos redistributivos. Las fricciones microeconómicas mencionadas generan mecanismos que amplifican el efecto en el gasto doméstico y a su vez determinan los beneficios para distintos subgrupos de la población de distintas políticas económicas, como por ejemplo el grado de flexibilidad del tipo de cambio nominal.
Referencias
Artuç, E., Lederman, D. y Porto, G., “A mapping of labor mobility costs in the
developing world”, Journal of International Economics, 2015.
Cravino, Javier y Andrei Levchenko, “The distributional consequences of large devaluations”, American Economic Review, 2017.
Curuk, Malik y Gonzague Vannoorenberghe, «Inter-sectoral labor reallocation in the short-run: the role of occupational similarity», Journal of International Economics, 2017.
Cugat, Gabriela, “Emerging markets, household heterogeneity, and exchange rate policy”, Working Paper, 2018.
Fallon, Peter y Robert E.B. Lucas, “The impact of financial crises on labor markets, household incomes, and poverty: a review of evidence”, The World Bank Observer, 2002.
Halac, Marina y Sergio Schmukler, “Distributional effects of crises: the financial channel”, Economia, 2004.
Tornell, Aaron y Frank Westermann, “Boom-bust cycles in middle-income countries: facts
and explanations”, IMF Staff papers, 2002.
[1] Ver Fallon y Lucas (2002), Halac y Schmukler (2004).
[2] Ver Tornell y Westermann (2002).
[3] Ver Artuç, Lederman y Porto (2015), Curuk y Vannoorenberghe (2017).