Por Ellen Munroe, Anastasiia Nosach, Juan Felipe Riaño, Ana Tur-Prats, Felipe Valencia Caicedo[1]
Esta columna evalúa la evidencia sobre el impacto a largo plazo de los conflictos bélicos, teniendo en cuenta la situación geopolítica mundial y el panorama nacional. Dividimos el artículo entre: efectos a largo plazo de las campañas de bombardeo y la violencia contra civiles. Ambas características sobresalientes del conflicto actual. Luego, presentamos resultados empíricos preliminares de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Encontramos una fuerte correlación positiva entre la presencia histórica de etnias rusas y la invasión actual. Además, observamos una asociación negativa entre el conflicto y las muertes por hambre durante el Holodomor. Ambas correlaciones dentro de territorio ucraniano.
Como hemos visto recientemente, la naturaleza destructiva de los conflictos es difícil de sobre enfatizar (Ray y Esteban, 2017; Blattman y Miguel, 2010; Bauer et al., 2016). Pero, las consecuencias a largo plazo han demostrado ser más complejas de evaluar empíricamente. Varios estudios, utilizando la recuperación durante la posguerra, no han encontrado impactos económicos prolongados en Japón, Alemania, y Vietnam (Davis y Weinstein 2002, Brakman et al. 2004, Vonyó, 2018, Miguel y Roland 2011, respectivamente).[2] Charles Tilly argumentó que, en el largo plazo, las guerras crean estados, y que los estados crean guerras, mediante el fortalecimiento de la capacidad fiscal (ver Gennaioli y Voth, 2015; Dincecco y Onorato, 2018).
Evidencia sobre los Impactos persistentes de Bombardeos Históricos
Una serie de artículos modernos han evaluado la evidencia existente de los bombardeos con nuevos datos, herramientas econométricas y en diferentes contextos. Para el caso de Vietnam, Dell y Querubin (2018), utilizando variables instrumentales y diseños de regresión discontinua, muestran que el bombardeo de Estados Unidos llevó a una mayor percepción “anti-americana.” Adena et al. (2020), explotando datos climáticos, encontraron que la propaganda y el bombardeo de los aliados debilitaron la moral del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Redding y Sturm (2016) y Dericks y Koster (2018) estudiaron los posibles “efectos de vecindario” y las economías de aglomeración, usando la evidencia del Blitz de Londres – también durante la Segunda Guerra. Otro estudio que utiliza esta guerra es el de Harada, Ito y Smith (2020), donde los autores muestran que los vecindarios de Tokio más afectados por los ataques aéreos tienen menor capital social en la actualidad.
Construyendo sobre esta literatura, en Riaño y Valencia Caicedo (2020) evaluamos los efectos duraderos de la “Guerra Secreta” de los Estados Unidos en Laos (1964-1975). Como resultado de una de las campañas más intensas de bombardeo aéreo de la historia humana, Laos está severamente contaminada con explosivos sin detonar, lo que deterioró la salud, educación, y decisiones de migración de laosianos. Estos factores, a su vez, dificultaron la transformación estructural y el crecimiento económico del país, que se mantiene como uno de los más pobres del mundo. Estos hallazgos para Laos –especialmente con relación a la contaminación de explosivos sin detonar– se extienden a otros países devastados por guerras. Lin (2020) evalúa los efectos de la contaminación en Camboya, limítrofe con Laos, encontrando que, como consecuencia de estos explosivos, el suelo agrícola es menos productivo, especialmente para el cultivo de arroz. Fergusson, Ibañez y Riaño (2020) muestran que el conflicto político durante el periodo de La Violencia (1948-1958) ralentizó la transformación estructural de Colombia. Por otro lado, Chiovelli et al. (2018), enfatiza los beneficios económicos de limpiar las tierras minadas luego de la guerra civil de Mozambique (1977-1992).
Evidencia Empírica sobre la Represión Política
La cuestión de la represión violenta contra civiles durante las guerras es particularmente relevante para el contexto actual. Estudios de ciencia política han examinado el impacto duradero de la represión soviética. Lupu y Peishakin (2017) encuentran que la violencia política moldea la identidad política de los tártaros de Crimea. Los descendientes de aquellos que más sufrieron durante la era soviética, se identifican de manera más fuerte con su grupo étnico y hoy tienen posiciones más hostiles hacia Rusia. Rozenas et al. (2017) enfatizan el impacto intergeneracional de la violencia indiscriminada en los comportamientos políticos. En un caso trágicamente relevante (que involucra las deportaciones a Siberia) los autores documentan que, en zonas de Ucrania occidental donde la represión estalinista era mayor, las personas tienden a votar menos por partidos “pro-rusos” en periodos posteriores. Para identificar el efecto, utilizan variables instrumentales (redes ferroviarias) y un diseño de regresión discontinua. En un estudio posterior, Rozenas y Zhukov (2019) muestran que la represión indiscriminada y “creíble” puede inducir obediencia política. En efecto, demuestran que comunidades ucranianas que estuvieron más expuestas al “terror mediante el hambre” de Stalin, tuvieron un comportamiento más leal a Moscú posteriormente. Para la identificación, utilizan la mortalidad local por hambre debido a shocks climáticos.
Estos hallazgos de la represión soviética se extienden a otros contextos. Fontana et al. (2018) estudian los impactos de la ocupación de Italia por parte de los Nazis al final de la Segunda Guerra Mundial. Encuentran que, donde la ocupación era más fuerte, el partido comunista (que estaba activo en el movimiento de la resistencia) ganó más votos durante el periodo posguerra. Estos efectos perdurables se dan a expensas de los partidos de centro. Los autores utilizan un diseño de regresión discontinua a lo largo de la “Línea Gótica”, una importante línea defensiva que cruzaba el norte de Italia. Canella et al. (2021) llegan a conclusiones similares para el norte de Italia, además de encontrar menor participación política. Bühler y Madestam (2022) examinan los impactos políticos a largo plazo de los “Jemeres Rojos” (Khmer Rouge, en francés) en Camboya. Ellos encuentran que, en zonas cercanas a los Campos de la Muerte, las personas votan más por el partido de oposición. Para la identificación, explotan los shocks a la productividad del arroz, un elemento clave para el régimen autoritario.
En Tur-Prats y Valencia Caicedo (2020) examinamos los legados culturales y políticos de la Guerra Civil Española, enfocándonos en la represión política. Encontramos una relación negativa, estadísticamente significativa y de tamaño considerable entre la violencia política y la confianza, que se extiende a la confianza en instituciones más asociadas con la Guerra Civil. También encontramos efectos persistentes en las votaciones durante el periodo democrático, desde 1977 a 2019, correspondientes a la represión política unilateral llevada a cabo en la región de Aragón. Los resultados son consistentes con los expuestos más arribas sobre represión creíble y violencia selectiva. Para la identificación, utilizamos las deviaciones a los planes de ataques militares iniciales en un marco de variables instrumentales y un diseño de regresión discontinua geográfica en el frente de batalla de Aragón. En términos de mecanismo de persistencia, encontramos menores niveles de compromiso político y diferentes patrones de memoria colectiva sobre este evento histórico traumático.
Nuestros resultados concuerdan con hallazgos en otros contextos, o por periodos de tiempo más cortos. Bautista et al. (2020) encuentran que, en zonas cercanas a bases militares, las personas votaron contra la dictadura de Pinochet en Chile. Rohner et al. (2013) encuentran que los conflictos en Uganda redujeron la confianza e incrementaron la identidad étnica. Utilizando evidencia experimental de Tayikistán, Cassar et al. (2013) demuestran que la exposición a la violencia redujo la confianza y participación en transacciones de mercado. Alacevich y Zejcirovic (2020) también encuentran que personas viviendo en áreas más violentas durante la Guerra Yugoslava en Bosnia y Herzegovina confían menos y son y menos activas políticamente hoy.
Evidencia Preliminar en el Conflicto Ruso-Ucraniano.
La guerra Ruso-Ucraniana es un conflicto en curso entre ambos países, cuyo inicio puede establecerse en Febrero de 2014, con la anexión de Crimea y la guerra en Dombás – luego de las protestas del Euromaidán y la Revolución de la Dignidad en Kiev.[3] La ocupación rusa de las provincias de Donetsk y Luhansk en la región oriental de Ucrania, fue seguida por una invasión a gran escala del país por parte de las fuerzas militares rusas, incluyendo bombardeos a militares y civiles. Es estimado que casi 7.000 civiles han muerto en la confrontación, mientras que aproximadamente 15.000 soldados han perecido, en cada bando. Tanto los bombardeos (y bombas sin detonar específicamente) y la represión a civiles (incluyendo las fosas comunes) han sido características importantes del conflicto.
En nuestro análisis empírico para esta columna, utilizamos datos geo-localizados del proyecto ACLED (ver Figura 1), datos a nivel municipal del combate actual de Zhukov (2022), e información de Rozenas y Zhukov (2017) sobre etnias históricas (originalmente del Censo de 1926) y represión histórica soviética, incluyendo la hambruna del Holodomor. También utilizamos un conjunto importante de controles geográficos potencialmente relevantes como elevación, aptitud agrícola para trigo, papa, maíz, lino y cebada, cobertura boscosa y distancia a la frontera rusa. Las fuentes de este conjunto de controles son FAO y las mencionadas previamente. Aquí, reportamos las regresiones para los datos al 9 de mayo de 2022, fecha histórica para Rusia (Día de la Victoria) y significativa para el conflicto actual.
Figura 1: Evolución del Conflicto de Ucrania
Nota: Los datos provienen de Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED) de la crisis en Ucrania: https://acleddata.com/ukraine-crisis/#analysis. La figura reporta la fecha y localización de las explosiones, violencia contra civiles, batallas, disturbios y protestas desde el 1 de Enero de 2022 al 13 de mayo de 2022.
Primero, encontramos una correlación positiva, significativa y robusta entre etnias rusas presentes en Ucrania en 1926 y los ataques actuales. Observamos en la Figura 2, panel izquierdo, esta asociación positiva utilizando una estimación binsreg (Cattaneo, Crump, Farrell and Feng (2021)). Esta relación también es visible en el mapa del panel derecho, donde áreas con más ataques y mayor población histórica de etnias rusas aparecen en color purpura. Estas incluyen áreas limítrofes como Dombás y Luhansk, así como distritos al Sur (Mariupol y Odessa) y el centro del país. La relación es sorprendente, pero reconocemos que otros factores omitidos podrían estar explicando los resultados. Políticamente, la invasión de territorios con población rusa ha sido usada como motivación por parte de la propaganda rusa. Atacar zonas con etnias rusas podría ser una estrategia militar esperando ganar apoyo y, eventualmente, control territorial.[4] Finalmente, estos resultados son consistentes con la doctrina nacionalista rusa de irredentismo, de anexionar territorios que se consideran propios por razones históricas o culturales.[5]
Figura 2: Violencia en Ucrania y Población Rusa en 1926
(a) (b)
Nota: El Panel (a) muestra el grafico de binsreg con 8 bins (N=380), con controles para los eventos de violencia soviética histórica, variables geográficas, distancia a Rusia y efectos fijos por regiones. El panel (b) es un mapa bivariado con regiones pintadas en color purpura indicando mayores eventos de violencia en Ucrania en 2022 y una proporción histórica de mayor presencia rusa. Datos de conflicto de Ucrania hasta el 9 de mayo de 2022.
Segundo, examinamos la relación entre el Holodomor y el conflicto actual. El Holodomor o La Gran Hambruna fue una hambruna entre 1932 y 1933, que mató a aproximadamente 3.9 millones de personas (ver Naumenko (2019)). Los resultados pueden observarse en la Figura 3. Vemos que áreas donde la severidad de la hambruna fue mayor corresponden a lugares donde actualmente ha habido menores confrontaciones y donde la oposición a la invasión fue mayor. Esto puede ser, relacionado al punto previo, porque son áreas con mayor presencia histórica de etnias ucranianas, en línea con los hallazgos de Markevich, Naukemenko y Qian (2021), así como lugares donde la resistencia ha sido mayor.
Figure 3: Violencia en Ucrania 2022 y severidad del Holodomor
(a) (b)
Nota: El Panel (a) corresponde al binscatter de los eventos de la Guerra en Ucrania de 2022 y el porcentaje de la población por rayón que murió en el Holodomor (N=380). El panel (b) es un mapa de calor donde mientras más oscuro el color rojo, mayor proporción de muertes por hambre. Los puntos negros representan los eventos de la Guerra en Ucrania en 2022. Los datos de Ucrania corresponden hasta el 9 de Mayo de 2022.
En este punto, postergamos más discusiones y hacemos una invitación a más interpretaciones, mientras reconocemos la ausencia de una estrategia de identificación adecuada, a pesar de que varias sugerencias están presentes en la literatura (Rozenas y Zhukov (2019)). No obstante, notamos que nuestros resultados empíricos son robustos al conjunto de controles que describimos antes, incluyendo la distancia a Rusia, que se mantienen para áreas de hasta 200 kilómetros de la frontera ucraniana, y para diferentes tipos de clasificaciones de violencia como ataques aéreos, defensa anti-área, batallas con tanques, arrestos y ataques iniciados por fuerzas rusas. Notablemente, los resultados no se mantienen para otras minorías étnicas, como por ejemplo alemanes, en un ejercicio tipo placebo. En una regresión conjunta, utilizando las dos variables históricas, encontramos que ambos coeficientes son similares en magnitud pero son marginalmente más fuertes en los resultados para las etnias rusas.
Naturalmente, no ha pasado mucho tiempo para un análisis de persistencia en el conflicto actual. Pero, los resultados de bombardeos históricos y la literatura sobre represión consultada sugieren un futuro sombrío para las áreas afectadas, más allá de la catástrofe humana actual. En esta columna nos enfocamos en bombardeos y represión civil, pero reconocemos que existen otros elementos, históricos y modernos, que impactan en la guerra actual, como por ejemplo migración (Becker, 2022), preferencias políticas (Grosjean, 2022), y sanciones (Nigmatulina, 2021 y Guriev, 2022). Esperamos que las lecciones sobre el conflicto histórico sean relevantes para escenarios de conflicto como el ucraniano actual, así como de postconflicto como el nacional.
Referencias
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Alacevich, C and D Zejcirovic (2020), “Does Violence Against Civilians Depress Voter Turnout? Evidence from Bosnia and Herzegovina,” Journal of Comparative Economics 48(4): 841-865.
Bauer, M, C Blattman, J Chytilová, J Henrich, E Miguel and T Mitts (2016), “Can War Foster Cooperation?” Journal of Economic Perspectives 30(3): 249–74.
Bautista, M A, F González, L R Martinez, P Muñoz and M Prem (2020), “Chile’s Missing Students: Dictatorship, Higher Education and Social mobility,” HiCN Working Paper No 329.
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[1] Esta columna apareció originalmente en inglés en https://voxeu.org/article/sound-and-fury-ukraine agradecemos a Moisés Pedrozo por su ayuda con la traducción al español. Las opiniones reflejadas son personales y no involucran a la Agencia Estadística de Canadá.
[2] Sascha Becker notó que los costos psicológicos del conflicto pueden ser inmensos de igual manera.
[3] Dos artículos excelentes sobre este período son Korovkin y Makarin, 2020 y 2021.
[4] Agradecemos a Dominic Rohner por este punto.
[5] Agradecemos a Shanker Satyanath por guiarnos a esta interpretación.