Deseo empezar hoy enviando mis mejores deseos a todos ustedes, lectores, para que el 2022 les traiga mucha salud y prosperidad. Los dos últimos años han sido difíciles para el Perú y el mundo, pero una mirada a lo sucedido ayuda a restaurar optimismo y una visión positiva sobre el futuro, por supuesto cautelosamente.
Al cierre de año apareció y llamó la atención un artículo que el Ministro de Economía, Pedro Francke, publicó en El Comercio[1] y que generó airadas reacciones de distintos sectores. Y por buenas razones, me temo que una lectura cuidadosa lleva a concluir.
El artículo fue notorio en resaltar no los desafíos que presentó el 2021 y las dificultades que el país enfrenta el 2022, sino más bien ciertas estadísticas favorables, y sugieriendo que los aparentes logros se obtuvieron gracias a la gestión del gobierno actual. Así por ejemplo, Francke escribió:
“…cerramos el año pasado con el 80% de la población objetivo vacunada con dos dosis y un crecimiento del PBI del 13%…Son resultados que superan sustancialmente las proyecciones que los observadores independientes hacían hace pocos meses….. No se trata solo del rebote esperado tras un año de pandemia, es producto también de las medidas tomadas para reactivar la economía.”
Uno se pregunta: ¿A qué medidas específicas se refiere aquí Francke? Y, ¿cuál fue el efecto marginal de tales medidas? En la ausencia de respuestas a estas preguntas, Francke y el gobierno se exponen a la crítica, ya advertida por varios economistas, que el rebote sólo reflejó que, por suerte, la pandemia se redujo en el 2021, permitiendo la reapertura de la economía.[2]
Las exageraciones sobre el rol del gobierno en las mejoras mencionadas son una constante del artículo. Sobre el panorama fiscal: “Todo ello, mientras en paralelo redujimos el déficit fiscal de 8,9% a menos del 2,8%”. ¿Redujimos? ¿Quiénes? Como anotaron Carlos Oliva y otros, una gran parte de la reducción se debió a un mayor ingreso tributario de las empresas mineras, gracias a la bonanza de los precios de nuestros metales de exportación. Otra parte importante se explica por la aceleración en el pago de deudas tributarias de Cerro Verde y Buenaventura. Ninguno de estos factores se puede considerar un logro del gobierno vigente. Para reclamar algún tipo de reconocimiento para el gobierno por la reducción del déficit fiscal, Francke hubiera debido explicar qué otros factores jugaron un rol, y cuál fue su importancia relativa. (Si hubiese intentado dicha contabilidad, sospecho que habría encontrado que un tercer factor importante fue una reducción en el gasto de emergencia debido a la pandemia.)
Los aspectos más dudosos del artículo están relacionados con los planes y prioridades que enumera Francke para el 2022. En particular, lo que dice sobre los ingresos fiscales:
“La mayor velocidad en atender esas necesidades [de inversión social] exige elevar una presión tributaria que es todavía siete puntos menos que el promedio regional. La evasión y elusión tributarias serán más fuertemente combatidas. Pero debemos también avanzar hacia un sistema tributario más progresivo… La minería, con un precio del cobre a US$4,30 la libra, ha recibido ingresos adicionales por más de US$13 mil millones. Su aporte fiscal es importante, pero como indica un informe técnico del FMI, puede compartir solidariamente más sin afectar su competitividad.”
Existe consenso en que es primordial aumentar la recaudación en el Perú. Pero el único plan que parece ocurrírsele a este gobierno es aumentar los impuestos a la minería, una opción bastante problemática y de hecho ya muy limitada.[3] (Francke dice que la evasión tributaria será “fuertemente combatida”, pero simplemente decir esto no equivale a una estrategia de acción.)
También es revelador lo que Francke eligió no decir. Una forma obvia de elevar significativamente la presión tributaria es confrontar frontalmente el problema de la informalidad. Si el setenta u ochenta por ciento de la economía está fuera del sistema formal, aumentar impuestos representa imponer más cargas sobre la minoría que ya está contribuyendo. No es sorpresivo que esta minoría proteste y se oponga a ese tipo de reforma. Contra esto, la respuesta de Francke y el gobierno es que “se debe compartir solidariamente”. Pero es difícil ver cómo se beneficia el tejido social de un concepto de solidaridad donde pocos pagan cantidades sustanciales de impuestos mientras que la mayoría paga cero.
Asimismo, la premisa que aumentar la presión tributaria es la forma más efectiva de pagar por la inversión social es cuestionable. Una alternativa sería enfocarse en la reforma del estado. Varios estudios, en particular del Banco Mundial, nos dicen que reformar el estado resultaría en ganancias de eficiencia bastante mayores que lo esperable de las medidas impositivas anunciadas por Francke.[4] Adicionalmente, es difícil justificar aumentos de impuestos cuando hay una fracción muy importante de fondos que ya se recaudan pero no se usan, o se desperdician. Este es claramente el caso del canon y regalías mineras.[5]
Finalmente, Francke anunció: “Insistiremos en promover la inversión privada.” No hay duda de que el gran problema este año va a ser convencer a los inversionistas de arriesgar sus capitales por el Perú. Pero los pronósticos actuales son nefastos: el Instituto Peruano de Economía proyecta una caída de 9 por ciento en la inversión privada.[6] Esta proyección, a su vez, responde a la incertidumbre que, en gran parte, el gobierno actual ha creado en sus seis meses en el poder a través de numerosas declaraciones y acciones (como la insistencia, ratificada esta semana, en tratar de reescribir la Constitución).
En su artículo, Francke ignoró estas proyecciones. O más bien, se limitó a mencionar medidas aisladas, como mesas de trabajo en minería e incentivos tributarios a los sectores acuícola y forestal, cuyo impacto es muy incierto y probablemente de magnitud relativamente pequeña. Y el artículo tampoco explicó por qué esperar que los inversionistas privados apuesten por el país mientras que el mismo Francke anticipa subir sus impuestos.
Dado todo esto, la conclusión del artículo cayó como una broma de dudoso gusto:
“En suma, este 2022 seguiremos generando empleo y bienestar, reduciendo desigualdades y asegurando la estabilidad macroeconómica, siguiendo con lo bueno y cambiando lo que se requiere.”
No es nada sorpresivo que el artículo haya resultado en una fuerte discusión, cuestionando la credibilidad de Francke. Pero para mí, la pregunta mayor es si Francke mismo cree en lo que escribió. Me preocuparía si la respuesta fuese negativa, porque en ese caso el artículo habría sido un intento adrede de distorsionar la realidad. Pero también me preocuparía (y quizás más) si la respuesta fuese afirmativa, porque indicaría que Francke se encuentra viviendo en algún planeta bastante diferente al nuestro.
PD Al finalizar este escrito, me entero de que Francke acaba de ser diagnosticado con Covid. Le mando mis mejores deseos para pronta y completa recuperación.
[1]https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/la-agenda-economica-del-2022-por-pedro-francke-ballve-noticia/?ref=ecr
[2] Ver, por ejemplo, https://elcomercio.pe/economia/peru/fact-checking-pedro-francke-y-sus-comentarios-sobre-el-crecimiento-economico-del-2021-noticia/
[3] https://dev.focoeconomico.org/2021/10/29/los-dilemas-de-la-tributacion-minera/
[4] Agradezco a María Cecilia Villegas por esta observación.
[5] https://elcomercio.pe/economia/peru/falencias-de-la-descentralizacion-y-del-uso-del-canon-por-luis-miguel-castilla-opinion-noticia/ La discusión continúa: https://elcomercio.pe/economia/regalias-y-canon-minero-como-y-por-que-el-sector-se-recupero-en-el-periodo-2020-2021-noticia/?ref=ecr
[6] https://www.ipe.org.pe/portal/la-inversion-privada-caera-9-este-ano/