Por Antonella Bandiera (ITAM, antonella.bandiera@itam.mx) y Mateo Vásquez Cortés (ITAM, mateo.vasquez@itam.mx)
Los migrantes han sido uno de los grupos más perjudicados como resultado de la pandemia. No sólo sufren los mismos problemas de salud asociados con el virus COVID-19, sino que lo enfrentan en contextos dramáticos, con acceso limitado a servicios de salud, poca información y muchas veces en condiciones de hacinamiento que favorecen al contagio. Una de las consecuencias a veces ignorada en el debate público es el aumento de la discriminación hacia ellas y ellos, que son vistos muchas veces como responsables de la transmisión o como una carga para el sistema de salud. Este tipo de polarización dificulta la implementación de políticas que permitan integrar a los migrantes y atender a la crisis sanitaria. Sin embargo, esta crisis sólo ha exacerbado un problema que la precede: los niveles récord de migración y desplazamiento forzado pre-pandemia estuvieron acompañados de un alto nivel de prejuicio y actitudes excluyentes hacia los migrantes.
La literatura reciente sobre migración sugiere que las actitudes hacia las poblaciones migrantes están moldeadas por una preocupación socio-trópica vinculada a sus efectos culturales y, en menor medida, a su impacto económico (Hainmuller y Hopkins, 2014). En este contexto un número creciente de investigadores se han preguntado cómo reducir el prejuicio y las actitudes excluyentes hacia los migrantes y se han inspirado en literatura del campo de la psicología que muestra que la empatía es un determinante de las actitudes entre grupos. Basados en estos mecanismos, se han desarrollado diversas intervenciones experimentales que invitan a los sujetos a ver el mundo a través de los ojos de las minorías, desde personas transgénero y migrantes irregulares (Kalla y Broockman, 2020), a refugiados en EUA (Adida et al., 2018) o romaníes en Hungría (Simonovits et al., 2018). Aunque hay varias versiones de los tratamientos se pueden en agrupar en dos categorías: (a) los que invitan a los individuos a adoptar la posición de las minorías y (b) los que le presentan a los individuos las historias desde la perspectiva de las minorías. En el caso de (a) se suele invitar a los individuos a que adopten la posición de los migrantes usando juegos de simulación, invitándolos a imaginar una experiencia o momento como si pertenecieran a la minoría o recordando una experiencia propia que podría potencialmente sufrir un migrante. En (b) el tratamiento consiste en escuchar o leer con atención la experiencia de un migrante. Ambos tipos de tratamientos comparten la idea que adoptar o escuchar la perspectiva de un migrante puede aumentar la empatía, una emoción que puede reducir las actitudes excluyentes hacia las minorías en general, y los migrantes en particular.
A pesar de que esta literatura presenta evidencia consistente con la reducción de las actitudes negativas hacia los migrantes, entre otros grupos, esta literatura ha estado basada sobre todo en países desarrollados, en donde la capacidad para absorber a los migrantes es mayor, los migrantes no representan una fuente de competencia en el mercado de trabajo y las diferencias culturales con la población migrante pueden ser más intensas. En la actualidad, se estima que entre el 30 y el 40% de los migrantes viven en países de ingresos medios y bajos. América Latina es un escenario que exhibe con claridad los cambios en los flujos migratorios: México, un país considerado de tránsito, se ha convertido en la residencia permanente de miles de migrantes y ha desatado varias crisis migratorias, que incluyen niveles records de solicitudes de asilo y represión por parte de la Guardia Nacional en todo el territorio de la República. Teniendo en cuenta el contexto, la escasez de evidencia sobre los factores que moldean las actitudes hacia los migrantes y las estrategias para erradicar las negativas es llamativa. Hay varios motivos para pensar que, en contextos de alto desempleo, con problemas de violencia o estados de bienestar débiles, la reducción de actitudes negativas es mucho más desafiante. Las encuestas más recientes disponibles muestran que en 2019 el 63% de las personas encuestadas en México cree que el país debe cerrar su frontera a la migración[1] y el 57% está de acuerdo con que se use a la Guardia Nacional para detener el flujo de migrantes[2]. La evidencia de diversos pilotos e intervenciones que hemos realizado en colaboración con Stephanie Zonszein y Abraham Aldama es parcialmente consistente con esta conjetura.
En una primera intervención realizada en México en 2019, diseñamos dos tratamientos, uno que tenían como objetivo aumentar la empatía de las personas hacia los migrantes y un segundo que buscaba que las personas piensen en los motivos por los cuales la migración les generaba ansiedad. Este fue un experimento factorial que tenía como propósito evaluar si la empatía podía contrarrestar los efectos de la ansiedad. El tratamiento, que tenía como objetivo aumentar la empatía, invitaba a los participantes a ponerse en el lugar de los migrantes y pensar qué objetos se llevarían si se vieran obligados a emigrar y qué desafíos esperarían encontrarse en el camino. Este tratamiento pertenece al conjunto de intervenciones que más arriba definimos como pertenecientes al grupo (a). Basados en la literatura existente, esperábamos que este tratamiento disminuya el apoyo a la deportación de inmigrantes, nuestro outcome principal. Este tratamiento no tuvo ningún efecto significativo sobre las opiniones respecto a la política de deportación de México. Un análisis de las respuestas abiertas sugiere que las personas que participaron de este experimento no lograron ponerse en el lugar de los migrantes, ya que la respuesta más frecuente era que nunca emigrarían y se quedarían en México para buscar un futuro mejor en su propio país.
Teniendo en cuenta estos resultados, diseñamos una segunda intervención experimental que buscaba implementar otro tipo de tratamiento: el que invita a las personas a escuchar o leer con atención la historia de un migrante. Este tratamiento pertenece a la categoría que más arriba definimos como el grupo (b). En esta narrativa los participantes leían la historia real de una migrante centroamericana, Doris, que viajó durante un largo período hasta llegar a un estado en el que pretendía establecerse en México. La narrativa cuenta las dificultades que experimentó Doris incluyendo episodios de violencia y su objetivo: conseguir un trabajo. Este tratamiento fue extremadamente efectivo para reducir actitudes excluyentes. En particular, observamos una reducción significativa, equivalente a 0.25 desviaciones estándar en un índice similar al usado en el experimento anterior que mide apoyo por políticas restrictivas con respecto a la migración.
Estos resultados son consistentes con la literatura más reciente, que sugiere que los tratamientos en los que los individuos reciben la perspectiva del migrante en lugar de adoptarla son más efectivos (Kalla y Broockman, 2020), con la evidencia recogida usando intervenciones similares por otros investigadores en países de ingresos bajos como Kenya (Audette et al., 2020) y por nosotros mismos en Colombia. Analizando cómo reducir actitudes excluyentes hacia venezolanos y venezolanas en ese país, hemos encontrado que estas narrativas pueden ser muy poderosas no sólo para cambiar las actitudes de los nativos respecto de políticas públicas, sino también estereotipos y prejuicios.
La evidencia reciente, sin embargo, sugiere que los resultados pueden ser más difíciles de interpretar de lo que parecen. En primer lugar, no es claro que los tratamientos que invitan a los individuos a ponerse en el lugar de las personas migrantes no funcionen. Un trabajo reciente muestra que, en Colombia, cuando un grupo de personas es seleccionado aleatoriamente para participar de un juego de simulación online que los pone en el lugar de refugiados, hay un efecto significativo sobre la reducción del prejuicio hacia los migrantes (Rodríguez Chatruc y Rozo, 2021). Sin embargo, sin evidencia de si es el juego de simulación o el hecho de ponerse en el lugar de un refugiado (vs. migrante económico) lo que arrastra el efecto, es difícil concluir las condiciones bajo las que este tratamiento funciona. De la misma manera, a esta altura, necesitamos mucha más evidencia para concluir cuáles son los mecanismos que explican por qué las narrativas que le brindan al nativo el punto de vista del migrante funcionan en México y Colombia y cuáles son los mecanismos. Evidencia preliminar sugiere que una parte del efecto viaja a través del aumento de la empatía. Sin embargo, no es claro que no haya otros mediadores que pueden ser igual de efectivos. Un estudio de reciente publicación sugiere que la falta de evidencia concluyente que hemos encontrado implementando diferentes narrativas y tipos de tratamiento, a pesar de que la literatura encuentra mayoritariamente efectos positivos y significativos, puede deberse a un sesgo en la publicación de estudios que analizan la reducción del prejuicio (Paluck et al., 2021).
Entender las condiciones bajo las cuáles es posible reducir el prejuicio y aumentar las actitudes inclusivas hacia los migrantes es fundamental para todas y todos. Las sociedades polarizadas tienen más dificultades para implementar políticas públicas y fomentan la desinformación en general y sobre los migrantes y la migración y sus consecuencias en particular. Con el aumento de políticas migratorias restrictivas en los países del Norte, especialmente EUA, es posible que observemos un aumento en la regularidad de oleadas migratorias, especialmente en México. Una parte fundamental del desafío implica superar las barreras que imponen los procesos de publicación, que a veces nos muestran un panorama limitado y acaso sesgado de las intervenciones que funcionan. Sin evidencia escalable, que hable sobre la duración y efectividad de diversos tratamientos no es posible entender cómo evitar un retroceso aún mayor en las opiniones de una comunidad que ha sido históricamente receptiva de migrantes vulnerables y exiliados en riesgo como México.
Adida, C. L., Lo, A., & Platas, M. R. (2018). Perspective taking can promote short-term inclusionary behavior toward Syrian refugees. Proceedings of the National Academy of Sciences, 115(38), 9521-9526.
Audette, N., Horowitz, J., & Michelitch, K. (2020). Personal narratives reduce negative attitudes toward refugees and immigrant outgroups: Evidence from Kenya.
Chatruc, M. R., & Rozo, S. V. (2021). How Does It Feel to Be Part of the Minority? Impacts of Perspective-Taking on Prosocial Behaviors (No. 14303). Institute of Labor Economics (IZA).
Hainmueller, J., & Hopkins, D. J. (2014). Public attitudes toward immigration. Annual review of political science, 17, 225-249.
Kalla, J. L., & Broockman, D. E. (2020). Reducing exclusionary attitudes through interpersonal conversation: Evidence from three field experiments. American Political Science Review, 114(2), 410-425.
Paluck, E. L., Porat, R., Clark, C. S., & Green, D. P. (2021). Prejudice reduction: Progress and challenges. Annual review of psychology, 72, 533-560.
Simonovits, G., Kezdi, G., & Kardos, P. (2018). Seeing the world through the other’s eye: An online intervention reducing ethnic prejudice. American Political Science Review, 112(1), 186-193.
[1] https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/aumenta-el-rechazo-ciudadano-a-migrantes-en-mexico-y-crece-apoyo-al-cierre-de-la-frontera/
[2] https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/mayoria-apoya-actividad-de-guardia-nacional-para-detener-migrantes/