Desconfianza en las vacunas

En los últimos meses hemos visto un avance lánguido en las tasas de vacunación en EEUU, explicado principalmente por un segmento poblacional que o bien desconfía profundamente de las vacunas, o no cree en el riesgo latente que representa el COVID-19, o ambas. En Latinoamérica, si bien la resistencia a las vacunas es menor que en varios países desarrollados, la desconfianza en la medicina está minando las posibilidades de lograr las tasas de vacunación deseadas. ¿A qué se debe esta dificultad y qué podemos hacer para superarla? En esta columna analizo distintas fuentes del problema, así como posibles formas de mitigar el mismo.

Raíces del problema

En los últimos 5 años ha habido un creciente número de investigaciones que demuestran cómo experiencias traumáticas con médicos y con algún tratamiento han minado la confianza en la medicina. Uno de los estudios seminales en esta literatura es Alsan y Wanamker (2018), quienes analizan el efecto adverso que tuvo la revelación del experimento de Tuskegee sobre la confianza que tienen los Afroamericanos en la medicina occidental. Entre 1932 y 1972, médicos blancos hicieron seguimiento a un grupo de Afroamericanos pobres en Tuskegee, Alabama, para entender el desarrollo y las consecuencias de largo plazo de la sífilis. Los médicos optaron por mentir a quienes tenían la enfermedad, diciéndoles que estaban tratando una condición llamada ‘sangre mala’, en lugar de suministrarles penicilina. Alsan y Wanamaker encuentran que la revelación del experimento en 1972 redujo significativamente la utilización de servicios médicos por parte de Afroamericanos mayores que vivían cerca a Tuskegee. Lastimosamente, este incidente hace parte de una larga historia de imposiciones forzosas por parte de representantes de la medicina occidental, imposiciones que en su mayoría han sufrido personas de poblaciones marginalizadas y socialmente excluidas. Por esto no sorprende que investigaciones recientes hayan demostrado que estas profundas cicatrices de desconfianza se hallan en África (Lowes y Montero, 2020; Archibong & Annan, 2021), Latinoamérica (Ramos-Toro, 2020) y Asia (Martinez-Bravo y Stegmann, 2020). No sorprende, por tanto, que los Afroamericanos registren bajas tasas de vacunación en EEUU.

Si bien las poblaciones socialmente excluidas han sido las principales víctimas del maltrato médico, estos legados adversos no se limitan a dichos grupos. Esta persistente desconfianza la observamos también en miembros de segmentos no excluidos que han sufrido este tipo de incidentes, como cuando unos lotes defectuosos de la vacuna contra el polio producidos por la farmacéutica Cutter contenían muestras vivas del virus. En efecto, las cohortes de personas geográficamente expuestas a estos lotes de la farmacéutica Cutter tienden a mostrar una persistente desconfianza en la medicina (Fairley et al, 2021). En suma, los incidentes médicos pueden minar de forma duradera la confianza en la medicina. Es importante resaltar que estos legados pueden materializarse incluso si se trata de un error, como bien demuestra el incidente de Cutter.

Hay otros factores psicológicos y sociales de corto plazo que son también fundamentales para entender la desconfianza en las vacunas. Por un lado, puede haber un efecto ‘fatalista’ que impide que algunos tomen acciones contra el COVID-19. Akesson et al. (2021) encuentran que las personas que creen que el virus es más infeccioso son menos proclives a tomar medidas de distanciamiento social. Este ‘efecto fatalista’ podría explicar la reticencia de algunas personas a aplicarse las vacunas; el pesimismo sobre la efectividad de las mismas podría estar sesgando el análisis de costo-beneficio de estas personas, o bien porque quieren esperar por ‘una vacuna mejor’, o porque prefieren algún otro tratamiento. Este sesgo puede tener consecuencias devastadoras cuando viene de la mano de otro sesgo que ha sido descrito por Deleniv, Ariely y Peters como ‘la falacia naturalista’: le creencia que tratamientos ‘de origen y composición natural’ son mejores para el cuerpo y potencialmente más efectivos. Deleniv et al. reportan que la gran mayoría de canadienses que se oponen a recibir la vacuna confían en que ‘las defensas naturales’ del cuerpo harían un mejor trabajo como mecanismo de defensa contra el COVID-19. Así mismo, las personas que tienen la opción entre un tratamiento farmacológico o uno ‘de origen natural’ tienden a elegir el último (Meier y Lappas, 2016). En últimas, el sesgo naturalista puede desincentivar la aplicación de las vacunas, más aún cuando las personas tienden a ser pesimistas sobre su efectividad y por tanto prefieren optar por algo más ‘natural’.

Por último, los líderes políticos y sus acciones pueden estar jugando un papel importante en el lento avance de las tasas de vacunación. En un estudio que usa millones de datos móviles en Brasil, Ajzenman, Cavalcanti y Da Mata (2021) encuentran que hubo una reducción significativa en las medidas de distanciamiento social en las localidades más afines a Bolsonaro después de que este descartara públicamente los riesgos asociados al coronavirus. Es importante recalcar que los pronunciamientos de algunos políticos pueden ser nocivos incluso si estos creen en las vacunas y apoyan su masificación: Pronunciamientos de políticos influyentes que exacerben el efecto fatalista (“las vacunas no previenen el contagio”) o que aticen la desconfianza en el sistema de salud podrían estar minando el éxito de las campañas de vacunación. Como bien dice el título del documento de Ajzenman y coautores, estos pronunciamientos son más que simples palabras, y los políticos deberían ser muy cuidadosos con la forma en que se refieren a la pandemia con sus electorados.

Posibles soluciones: La combinación de todas las formas de lucha

La anterior sección ilustra la complejidad del problema de la desconfianza en las vacunas. El carácter multidimensional del problema sugiere que su solución también debe serlo, combinando ‘empujones’ al comportamiento, incentivos, y soluciones contextuales. A continuación, enumero una serie de soluciones que pueden ser útiles. Si bien esta lista de soluciones no es exhaustiva y está en constante evolución, provee algunas pistas que analistas y formuladores de políticas públicas no deberían ignorar.

  1. Los formuladores de política deben tener en cuenta la desconfianza que algunos segmentos poblacionales históricamente excluidos tienen con respecto a la medicina. Basado en un experimento aleatorizado en Oakland, Alsan et al (2019) muestran que la probabilidad de que pacientes Afroamericanos opten por servicios preventivos de salud aumenta significativamente cuando el médico tratante es Afroamericano. Este hallazgo sugiere que una forma de combatir esta desconfianza es incorporando en el proceso de vacunación a miembros de segmentos excluidos.
  2. Los sistemas de señalización social generan incentivos locales que pueden apoyar de forma fundamental el avance en las campañas de vacunación. En un experimento de campo en Sierra Leona, Karing (2021) muestra que, motivados por un deseo de mantener buena imagen frente a los demás, las personas responden a un simple sistema de brazaletes de colores para quienes completen un esquema parcial o completo de vacunación. Este sistema puede motivar a los individuos y a la vez aumentar la presión social para lograr los objetivos de vacunación. Esta política es de bajo costo (menos de 1 USD por vacuna), por lo cual puede ser de gran ayuda en contextos como el de Latinoamérica.
  3. No debemos descartar incentivos económicos estándar. Un ejemplo de esto es la política que tuvo lugar a partir de mayo en el estado de Ohio, donde se dio tiquetes de lotería por un millón de dólares a quienes recibieran la vacuna contra el COVID-19. Si bien hay dudas sobre la efectividad de dicha política, hay evidencia que indica que la ralentización en la vacunación en Ohio fue menor que la observada en otros estados (Walkey et al, 2021), lo cual sugiere que la política pudo haber ayudado parcialmente. Claramente esta no es una solución perfecta, pero su bajo costo relativo hace que esta medida de fácil implementación pueda ser útil en algunos lugares de LatAm en los que haya avances lánguidos en el proceso de vacunación.
  4. La obligatoriedad de la vacunación contra el COVID es un tema complejo que no debe descartarse, sobre todo cuando las vacunas estén debidamente autorizadas por los entes regulatorios de cada país. Por lo pronto, hay formas indirectas en las que se puede lograr objetivos similares mientras se da algún margen de elección a las personas. En Nueva York o Francia, por ejemplo, se implementaron medidas que obliga a las personas a estar vacunadas para poder disfrutar de actividades como ir a restaurantes y bares. Si bien esta medida ha generado rechazo y protestas, han contado con apoyo mayoritario del electorado y parecen estar logrando importantes avances.
  5. Los políticos y personalidades influyentes tienen el potencial de contribuir al avance de las campañas de vacunación. Quienes tienen grandes audiencias pueden ser importantes aliados para tal fin si comparten con sus seguidores la falta de efectos adversos serios, el tiempo que ha pasado desde que recibieron la vacuna sin que haya ocurrido nada malo, así como los beneficios que ha traído para ellos tener su esquema completo de vacunación (e.g., tranquilidad al cuidar a gente cercana con vulnerabilidades, no haber tenido síntomas, no haber tenido que ir al hospital, etc.). El impacto de este tipo de mensajes puede ser aún más eficaz si viene de alguien que tenga un alto grado de aceptación en los segmentos demográficos de menor avance en la vacunación (e.g., en Colombia, hay dificultades en el avance de la vacunación para personas entre 50 y 60 años, por lo que un mensaje de alguien que goce de alta aceptación en ese segmento podría ser especialmente eficaz).
  6. Una investigación reciente sugiere que una mayor audiencia de Fox News, reconocido por dar voz y plataforma a políticos escépticos del coronavirus, ha tenido un efecto negativo en el avance de las tasas de vacunación (Pinna et al., 2021). Por tanto, los medios de comunicación pueden aumentar los problemas descritos en la sección anterior si dan plataforma a visiones escépticas o fatalistas de la pandemia. Esto incluye la difusión y cubrimiento excesivo de este tipo de mensajes, incluso si se hace de forma crítica.

Por último, la persuasión es un tema complejo y un fin difícil de conseguir. Hay que resaltar que una actitud belicosa y de confrontación contra quienes se niegan a ponerse la vacuna puede aumentar la resistencia y la aversión a la vacuna. Por difícil que sea, todos los que creemos en las bondades de la vacunación masiva podemos contribuir si compartimos información de las bondades de las vacunas sin alienar al interlocutor.

Referencias

  1. Ajzenman, N., T. Cavalcanti, D. Da Mata (2020). More Than Words: Leaders’ Speech and Risky Behavior During a Pandemic. Mimeo
  2. Akesson, J., Ashworth-Hayes, S., Hahn, R., Metcalfe R., Rasooly, I. (2021). Fatalism, Beliefs, and Behavior During the COVID-19 Pandemic. Mimeo.
  3. Alsan, Marcella and Marianne Wanamaker. 2018. Tuskegee and the Health of Black Men. Quarterly Journal of Economics 133 (1): 407–455.
  4. Alsan, Marcella, O. Garrick, & G. Graziani. Does Diversity Matter for Health? Experimental Evidence from Oakland. American Economic Review109(12), 4071-4111.
  5. Archibong B & Annan F. (2020) ‘We Are Not Guinea Pigs’: The Effects of Negative News on Vaccine Compliance. CDEP-CGEG Working Paper No. 91
  6. Deleniv, S. D. Ariely & K. Peters. “Natural Is Better”: How the Appeal To Nature Fallacy Derails Public Health. Tomado de https://behavioralscientist.org/natural-is-better-how-the-naturalistic-fallacy-derails-public-health/
  7. Fairley K., M. Jones & D. Rosé (2021). A Vaccination Scar: The Cutter Incident and Medical Mistrust in America. Mimeo.
  8. Karing, A. (2021). Social Signaling and Childhood Immunization: A Field Experiment in Sierra Leone. Mimeo.
  9. Lowes, Sara and Eduardo, Monetero (2018). The Legacy of Colonial Medicine in Central Africa. American Economic Review. 2021; 111(4): 1284-1314.
  10. Martinez-Bravo, M. & A. Stegmann. In Vaccines We Trust? The Effects of CIA’s Vaccine Ruse on Immunization in Pakistan. Mimeo.
  11. Meier B. & C. M Lappas (2016). The Influence of Safety, Efficacy, and Medical Condition Severity on Natural versus Synthetic Drug Preference. Society for Medical Decision Making, 36(8):1011-1019.
  12. Pinna, M., L. Picard, C. Goessmann (2021). Cable News and COVID-19 Vaccine Compliance. Mimeo.
  13. Ramos-Toro, D. Social-Exclusion and Social Preferences: Evidence from Colombia’s Leper Colony. Mimeo.
  14. https://behavioralscientist.org/natural-is-better-how-the-naturalistic-fallacy-derails-public-health/
  15. Walkey, A. J., A. Law & N. A. Bosch (2021). Lottery-Based Incentive in Ohio and COVID-19 Vaccination Rates. JAMA doi:10.1001/jama.2021.11048

 

 

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