El Éxodo Venezolano en el Perú

Por César Martinelli[1]

 

Entre 2015 y 2020, más de cinco millones de personas abandonaron Venezuela como resultado de la crisis política, económica y humanitaria provocada por los desastrosos gobiernos de Chávez y Maduro.  Los principales países receptores de migrantes venezolanos han sido Colombia y Perú. En Perú, en particular, había alrededor de 10,000 venezolanos a fines de 2016, pero más de 1’100,000 en 2020, antes del golpe de la pandemia.

La migración masiva de Venezuela al Perú fue un fenómeno inusual por varias razones, entre ellas la magnitud de la misma, su brusquedad, y su carácter sorprendente.  En el transcurso de unos pocos meses en el 2018, la mano de obra inmigrante de Venezuela pasó de prácticamente cero a diez por ciento de la fuerza laboral en Lima. Sin embargo, en lugar de un desempleo masivo u otras perturbaciones importantes en el mercado laboral, lo que siguió fue un ajuste (relativamente) suave del mercado laboral a los recién llegados.

Además de su magnitud, el episodio migratorio venezolano tuvo otras dos características destacadas: la ausencia de grandes barreras legales o culturales para los recién llegados en al menos algunos segmentos del mercado laboral de Lima (el llamado “sector informal’), y el hecho de que los migrantes tenían relativamente más educación que la fuerza laboral local.  Usando datos del INEI, alrededor de 58.6% de los migrantes venezolanos en edad de trabajar tenían estudios vocacionales o universitarios, más allá de haber acabado la secundaria, versus 43% para la fuerza laboral en Lima y 33.4% para el Perú.  Dadas estas características, uno puede pensar en la migración venezolana como un choque imprevisto para la fuerza laboral, con un sesgo hacia habilidades relativamente altas.   En un documento de trabajo reciente (“Economic Consequences of Mass Migration: the Venezuelan Exodus in Peru”, co-autoreado con Cynthia Boruchowicz y Susan W. Parker) estudiamos las consecuencias económicas de la migración venezolana desde esta perspectiva.

La investigación sobre la migración a menudo se centra en el ajuste realizado por los migrantes a las condiciones del mercado laboral, por ejemplo, la degradación de las habilidades de los migrantes en el nuevo entorno, que puede compararse con una barrera comercial. Dada la magnitud del choque, podemos esperar que la migración haya tenido un efecto también sobre los salarios y el empleo de la fuerza laboral local. Para analizar esos efectos, proponemos un modelo simple del mercado laboral en el que los trabajadores son heterogéneos y pueden cambiar entre diferentes tipos de trabajos dependiendo de su productividad para diferentes trabajos y las recompensas relativas de diferentes trabajos. Mostramos que la migración masiva debe resultar en ajustes en los salarios relativos, una reasignación de la fuerza laboral local o ambos. En particular, en un mercado laboral relativamente flexible, en el que los trabajos no se asignan rígidamente a niveles educativos por razones culturales o legales, y en el que muchos trabajadores pueden moverse de un trabajo a otro dependiendo de los salarios ofrecidos, es posible que el ajuste a un choque migratorio de trabajadores relativamente más educados sea sobre todo por la reasignación de parte de la fuerza laboral nacional hacia empleos en los que habilidades asociadas a mayores niveles educativos son menos relevantes.

Para explorar empíricamente el ajuste del mercado laboral de Lima, implementamos una estimación de control sintético, utilizando como unidades donantes otras áreas metropolitanas del Perú (Arequipa, Chimbote, Chiclayo, Trujillo, Huancayo, Cusco, Piura e Iquitos) que recibieron una proporción significativamente menor de migrantes. Encontramos efectos muy pequeños o nulos sobre el empleo y las horas trabajadas, y efectos breves o ruidosos sobre salarios. Tal y como anticipa el modelo, vemos más bien ajustes en la estructura ocupacional de Lima y Callao: aumentos en el empleo no calificado y disminuciones en el empleo más calificado tanto para hombres como para mujeres.  El crecimiento del empleo no calificado se observa particularmente en los trabajadores de mayor edad y en los trabajadores con estudios secundarios o menos, en comparación con los que tienen alguna educación universitaria o técnica.

Es decir, observamos evidencia de que los trabajadores nacionales se desplazan de trabajos relativamente más calificados a trabajos menos calificados.  El 2019, un año después de que la mayoría de los migrantes venezolanos llegaron a Lima, el tamaño de los efectos en el mercado laboral para Lima incluye un aumento general de 2 puntos porcentuales en la probabilidad de ser un trabajador no calificado con mayores efectos para los trabajadores con menor nivel educativo (2.7 puntos porcentuales) versus trabajadores más educados (1.3 puntos porcentuales). Se observan reducciones de tamaño similar en la probabilidad de ser un trabajador de cuello blanco, nuevamente con efectos mayores para los trabajadores con menor educación (2.1) versus los trabajadores con mayor educación (1.4).

Encontramos también evidencia de un menor crecimiento de la población en Lima que en otras ciudades durante el período en que llegan los migrantes venezolanos, lo que podría sugerir una migración nacional desde Lima en respuesta, especialmente para los trabajadores jóvenes, que son relativamente más calificados en Perú.  Al igual que los ajustes en la estructura del empleo, la migración interna puede haber contribuido a reducir el efecto de la migración extranjera en los salarios relativos.

La migración masiva es hasta cierto punto similar a la apertura comercial. Crea oportunidades para un intercambio beneficioso que puede explotarse en una economía de mercado relativamente flexible. En el momento en el que llegó al Perú la migración venezolana, la flexibilidad y apertura del mercado laboral de Lima ayudaron a mitigar un desastre humanitario y a poner nuevamente a trabajar a quienes se vieron obligados a abandonar su hogar.

 

[1] Agradezco comentarios y sugerencias de Roberto Chang.