Argentina entró en cuarentena estricta el 20 de marzo de 2020. El aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) trajo graves consecuencias en el corto plazo y desnudó, como en otros países de Latinoamérica, una limitada capacidad estatal para administrar sus costos. Más al punto de esta pieza, el ASPO puso en evidencia la importancia del canal del mercado de trabajo –en particular, su naturaleza dual.
En esta nota, estimamos el grado de exposición a cambios en el ingreso y el empleo que sufrieron los grupos que conforman el mercado de trabajo argentino, con especial atención a la división entre empleados formales (públicos y privados) y trabajadores sin protección laboral (precarios: informales e independientes) con el fin de ilustrar cómo esta dualidad laboral (casi perfectamente repartida en dos mitades a principios de 2019) se reproduce en la incidencia de las restricciones en el ingreso.
Para esto, estudiamos la evolución de los 4 grupos mencionados en el período 2019:I a 2020:II, en base a un panel de trabajadores ocupados a principios de 2019 (según los últimos micro datos publicados de la Encuesta Permanente de Hogares).
La muestra
A fin de enfocar el análisis en las trayectorias de los trabajadores ocupados según su modalidad laboral a principios de 2019, tomamos como muestra los individuos mayores de 15 años que participaron en el mini panel de la Encuesta Permanente de Hogares en los primeros y segundos trimestres de 2019 y 2020, para los que medimos el ingreso total real (deflactado por el IPC), el ingreso laboral por ocupación principal (excluyendo aguinaldo) y las transferencias (ayuda social, jubilación, pensión o seguro de desempleo), agrupando a los encuestados según cuatro categorías ocupacionales en el primer trimestre de 2019, que informaron ingresos positivos y no cambiaron de categoría en los tres primeros trimestres de la muestra.[1] De esta forma, trabajamos con un panel de 1138 encuestados que representan a 433.258 personas al primer trimestre de 2019.
Situación inicial: primer trimestre de 2019
Para caracterizar la muestra a principios de 2019, estimamos la siguiente ecuación vía mínimos cuadrados ponderados:
donde y denota, alternativamente, el ingreso laboral y el ingreso total. A los resultados esperados (primas positivas por género, edad y educación –monotónicamente creciente en nivel de educación) se suman otros no menos esperados para la modalidad laboral: mayor ingreso de asalariados formales públicos y privados (estadísticamente indistinguibles) en relación a trabajadores “precarios” (independientes e informales, con una ventaja menor pero significativa para los primeros).
Tabla 1: Regresión de Mincer (2019:I)
Ingresos en el tiempo
La Figura 1 muestra la evolución de los ingresos de cada grupo laboral, descompuesta en sus fuentes. El gráfico refleja dos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en el análisis: 1) que las transferencias son percibidas principalmente por independientes e informales (lamentablemente, las transferencias salariales a través del programa ATP no están desglosadas y figuran dentro del ingreso laboral reportado en la encuesta); 2) la variación trimestral del ingreso total de empleados formales se ve afectada estacionalmente por el aguinaldo en el primer y tercer trimestre (incluido como otros ingresos en la descomposición del segundo panel): este sesgo desaparece al trabajar en diferencias.
Figura 1: Evolución del ingreso promedio de cada grupo por trimestre analizado
(en pesos reales; descompuesto según su fuente)
Nota: Evolución de ingresos en el tiempo desde 2019:I hasta 2020:II. Agrupamos trabajadores según la categoría a la que pertenecen en el primer trimestre de 2019.
A los fines de una primera comparación visual de la evolución de las fuentes de ingreso (en particular, la laboral y por transferencias), calculamos para cada fuente su contribución al cambio interanual del ingreso total (2019:II a 2020:II) como
La dualidad formal-precario es aparente (Figura 2): los más afectados en su ingreso por el aislamiento fueron los trabajadores precarios, para los que la caída del ingreso laboral real –de entre 34% (informales) y 35% (independientes)– es parcialmente compensada con transferencias –6% y 9%, respectivamente. Por su parte, asalariados estatales y privados formales reportan contribuciones negativas de 8% y 13% al ingreso total.
Figura 2: Contribución del ingreso laboral y transferencias al ingreso total 2019:II – 2020:II
Nota: El signo de la suma gráfica de las barras indica aumento o caída del ingreso total para cada grupo. En paréntesis, se detalla la variación porcentual del ingreso total. Los valores detallados en las barras para cada grupo suman la variación total.
El impacto de la cuarentena en el mercado dual
Para estimar el impacto parcial[2] promedio de la cuarentena en los ingresos según categorías laborales, estimamos dos regresiones. La primera, compara el ingreso del segundo trimestre de 2020 con el mismo trimestre de 2019: ; la segunda hace lo mismo para la variación de ingresos entre el primer y segundo trimestre de 2020 con la misma variación en 2019: .
En ambos casos, corremos la regresión (controlando por género, edad, horas y nivel de educación) tanto para el ingreso laboral como para la suma del ingreso laboral y por transferencias, de modo de evaluar, como en la figura 2, el efecto de atenuación de estas últimas en la variación relativa del ingreso de cada grupo laboral. La Tabla 2 resume los resultados, usando la categoría de empleados estatales como referencia (coeficiente omitido). Como puede apreciarse, todas las categorías pierden ingreso laboral en relación al estatal (particularmente los precarios), aunque recortan la diferencia una vez que se incluyen transferencias.
Tabla 2. Regresiones
Transiciones y horas trabajadas
Para completar la caracterización del impacto del COVID en el ingreso laboral, vale la pena identificar las transiciones laborales de los individuos dentro de cada grupo al momento de la imposición del ASPO, ya que, como veremos, las variaciones de ingreso se explican en gran medida por la variación de horas trabajadas. Esta variación refleja en parte, en particular para los trabajadores precarios, el pase a la desocupación o la inactividad (Figura 3): mientras que un porcentaje menor de estatales (2%) y privados formales (3%) dejaron de trabajar en la cuarentena, 25% y 30% de los trabajadores independientes e informales, respectivamente, pasan a ser inactivos (18% y 23%) o desocupados (8% y 7%).[3]
Figura 3: Matriz de transiciones: categoría laboral 2020:I – 2020:II
Nota: Trabajadores pertenecientes a los 4 grupos de interés se reagrupan en diversas categorías reconocidas por el INDEC. El eje horizontal representa categorías al primer trimestre de 2020; mientras que el eje vertical representa las del segundo trimestre 2020.
Así, una parte importante del impacto diferencial del ASPO en el ingreso laboral de los trabajadores precarios en relación a los formales se explica por la caída de horas trabajadas por inactividad. Las Figuras 4a y 4b muestra la evolución de las horas trabajadas y del ingreso laboral promedio por categoría: los trabajadores cuentapropistas y, sobre todo, los informales son quienes redujeron porcentualmente más sus horas trabajadas e ingresos laborales entre 2019:II y 2020:II.
Figura 4a: Evolución de horas semanales promedio trabajadas por categoría
Figura 4b: Evolución de ingresos laborales promedio por categoría
(en pesos reales)
Dado que la caída de horas puede deberse tanto a suspensiones parciales como a la pérdida del empleo o la inactividad, vale la pena descomponer el cambio en horas entre la reducción de quienes se mantienen ocupados (en nuestro caso, trabajadores “sin transición”, definidos como los que responden que mantienen la misma categoría ocupacional durante la cuarentena) y la caída asociada al desempleo o la inactividad (capturada acá de manera residual, como la diferencia entre la caída de horas promedio para la categoría laboral y la caída promedio de los trabajadores “sin transición”).
En línea con lo anticipado, la Figura 5 indica que una parte importante de la caída de ingresos de los trabajadores precarios se debe a la pérdida de actividad: la reducción de horas de los estatales y formales es mayor que las de los trabajadores precarios en actividad, pero inferior a la de la totalidad de los precarios, precisamente porque el ajuste a la cuarentena se realizó principalmente por tasa de actividad. Algo similar surge de la Figura 6, que distingue la caída del ingreso total y sólo para trabajadores que mantuvieron su ocupación, mostrando que para trabajadores precarios más de la mitad de la merma proviene de la desocupación o la inactividad.
Figura 5: Variación interanual de horas semanales promedio trabajadas por categoría.
Nota: Variación de horas descompuesta. Sin transición refiere a cambios en horas trabajadas para el grupo de trabajadores que no altera su categoría ocupacional en 2020:II. La suma de barras apiladas indica la variación total interanual de horas semanales trabajadas por categoría (entre paréntesis).
Figura 6: Variación interanual ingresos laborales promedio por categoría.
Nota: Variación de ingresos laborales descompuesta. Sin transición refiere a cambios en ingreso laboral para el grupo de trabajadores que no altera su categoría ocupacional en 2020:II. La suma de barras apiladas indica la variación total interanual de ingreso laboral por categoría (entre paréntesis).
En suma, en este análisis preliminar del impacto de la cuarentena en el ingreso encontramos que los trabajadores precarios perdieron ingreso laboral en relación a trabajadores estables (formales y estatales) debida en parte a la caída de horas trabajadas y a la pérdida de la actividad. Los menos castigados por la cuarentena fueron los estatales que, si bien exhibieron una caída en las horas trabajadas similar a la de los formales (y superior a la de los precarios que preservaron su ocupación), se vieron favorecidos por una mayor estabilidad de ingresos y de empleo.
Hacia adelante, esperamos que una parte del ajuste de horas de los trabajadores precarios debería revertirse con la transición del ASPO al DISPO, aunque atenuada por la concentración de estos trabajadores en los sectores de contacto más castigados por la pandemia (esparcimiento, comercio minorista, cuidados). Por otro lado, tras el achicamiento del ATP o el eventual relajamiento de la prohibición de despidos, es posible que parte del ajuste demorado en asalariados formales se manifieste en 2021, ampliando la ventaja relativa de estatales. Esperamos actualizar el análisis en función de las próximas ondas de la EPH, así como extenderlo a otras economías de la región.
[1] El objetivo es enfocar el análisis a aquellos que se desempeñaban de manera estable en cada modalidad específica.
[2] Téngase en cuenta que tanto el efecto sobre los trabajadores privados formales, contenido por la prohibición de despidos y el programa ATP, como sobre los trabajadores precarios, amplificado por la cuarentena, deberían revertirse en los próximos meses, elevando el empleo de los segundos y reduciéndolo en los primeros.
[3] El hecho de que la mayoría de los precarios que pierden el trabajo se vuelvan inactivos (debido a la imposibilidad de buscar trabajo) refuerza la idea de que los números de desempleo subestiman el impacto del ASPO.