Los jóvenes están saliendo a protestar en diversas partes del mundo. Entender sus motivaciones y condiciones se viene convirtiendo en prioridad entre los hacedores de políticas. En Foco Económico se ha estado contribuyendo recientemente en tal sentido. Aquí una contribución adicional.
El año pasado en este blog se presentó un panorama de las trayectorias, sueños y expectativas de los jóvenes colombianos en zonas en conflicto y un llamado de atención sobre el descuido del tesoro de la juventud en América Latina. Este año, se mostraron algunos resultados dando cuenta las cambiantes condiciones laborales de los jóvenes peruanos. En esta entrada complementaré esta última mirada prestando atención a las condiciones de los jóvenes que no estudian ni trabajan en el Perú, en la línea de lo ya analizado para Argentina, Chile y Colombia en este blog también.
La juventud, si bien es esa “enfermedad que se cura con los años” (George Bernard Shaw dixit), es sin duda un momento clave en la vida de las personas. Muchas de las decisiones que se toman en ese periodo tienen influencia en el bienestar futuro: los estudios que se siguen (o no) y las condiciones de los primeros empleos son determinantes en la trayectoria laboral de las personas.
Aunque ya estamos cerca del vencimiento de nuestro bono demográfico, Perú es un país joven aún. El número total de jóvenes (entre los 15 y 24 años) aumentó cerca de 5% entre 2006 y 2018. Hoy en día tenemos poco más de cinco millones seiscientos mil jóvenes en el país. En este contexto es llamativo que el número de jóvenes dentro de la Población Económicamente Activa (PEA) haya disminuido durante ese periodo. Junto a ello, los jóvenes que no son parte de la PEA vienen aumentando considerablemente. En trece años aumentaron 23%.
Perú: Jóvenes por condición de actividad, 2006-2018
(Miles de personas)
Nota: Jóvenes de 15 a 24 años.
Fuente: INEI-ENAHO, 2006-2018.
Casi todo el aumento del número de jóvenes fuera de la PEA se debe a que ellos continúan estudiando. La expansión de la esperanza de vida escolar es una buena noticia siempre y cuando en los entornos educativos se desarrollen contenidos que mejoren las condiciones de los jóvenes. Volveremos a este punto más adelante. Dentro de los jóvenes fuera de la PEA, el número de los que además no estudian también ha crecido. Este es un primer acercamiento a los que no estudian ni trabajan.
Perú: Jóvenes fuera de la PEA por condición de estudios, 2008-2018
(Miles de personas)
Como se sabe, algunos jóvenes son parte de la PEA pero no trabajan (están buscando empleo). En lo que sigue de esta nota nos enfocaremos en los jóvenes según su condición de estudios y trabajo. Lo primero a notar es que la cantidad de jóvenes que se dedica solo al estudio ha aumentado considerablemente, y esto es más marcado entre las mujeres. Por otro lado, el número de jóvenes que solo trabajan, así como el número de jóvenes que trabajan y estudian ha caído, tanto para hombres como para mujeres, en la década 2008-2018.
Con los jóvenes que no estudian ni trabajan se observan dinámicas distintas según el género: ha aumentado entre los hombres, pero disminuido entre las mujeres. Dentro de todo, algo que se mantiene es que en esta categoría predominan las mujeres. El 2018, el 63% de los jóvenes que no estudian ni trabajan son mujeres (al 2008 ello alcanzaba 68%).
Perú: Jóvenes por condición de estudio y trabajo, según sexo, 2008 y 2018
(Miles de personas)
Entre 2008 y 2018, la mayoría de los jóvenes que no estudian y no trabajan cuentan con educación básica (secundaria completa). El movimiento más grande se da en el número de jóvenes con educación superior universitaria. Tanto en hombres como en mujeres ha aumentado más de 100% en una década. La alta desocupación de los egresados universitarios es otro fenómeno que viene atrayendo la atención de investigadores y hacedores de políticas.
Perú: Jóvenes Ninis por nivel educativo alcanzado, según sexo, 2008 y 2018
(Miles de personas)
El estudio y el trabajo son los dos canales más importantes de inversión en capital humano de las personas. Estar en la condición de no estudiar ni trabajar puede ser algo muy serio entre los jóvenes. Es dejar de invertir en el futuro de uno. Tal decisión de dejar de invertir, en especial la educativa, seguramente tiene que ver con el acceso a recurso financieros. A continuación, se muestra que, efectivamente, el número de jóvenes que no estudia ni trabaja es menor en los hogares con mayores ingresos. Es interesante notar también que en el quintil de mayores ingresos no hay diferencias de género en la condición de no estudiar ni trabajar. En todos los otros quintiles el numero de mujeres duplica al de hombres.
Perú: Jóvenes Ninis por quintil de ingreso del hogar, según sexo, 2018
(Miles de personas)
¿Qué opinan estos jóvenes? Con mayor claridad que los adultos, los jóvenes que no estudian ni trabajan opinan que la corrupción y la delincuencia son los principales problemas del país. Aquí vale la pena anotar que los jóvenes que estudian o trabajan tienen opiniones muy parecidas a las de los que no estudian ni trabajan. La diferencia es principalmente generacional y no depende tanto de la condición de estudiar o trabajar.
No deja de ser interesante notar que la falta de empleo preocupa más a los adultos que a los jóvenes (pese a que estos últimos no están trabajando). Probablemente esto esté vinculado al resultado final que reportamos líneas abajo.
Perú: Opinión del principal problema del país para los jóvenes Nini y adultos, 2018
(Porcentaje)
Para cerrar, una noticia menos desalentadora. La condición de no estudiar ni trabajar es altamente dinámica. Entre 42% y 44% de los jóvenes que están en tal condición dejan de estarlo al cabo de un año. Adicionalmente, es interesante notar que este viene siendo estable durante estos cinco años. Esto es lo que hemos podido estimar a partir de los paneles de ENAHO entre 2014 y 2018. Si la condición de no estudiar ni trabajar es solo temporal, es probable que los impactos en acumulación de capital humano sean menores. Entender mejor esas transiciones desde y hacia la condición de no trabajar ni estudiar permitirá diseñar mejores políticas para que no se deje de invertir en los principales canales de inversión para el capital humano.