¿Cómo nos reconciliamos? El papel de la violencia en las actitudes frente a la reconciliación.

Por Andrés Moya | @Andr3sMoya

La firma del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las FARC en el 2016 resultó en la desmovilización y reincorporación a la vida civil de más de 14.000 excombatientes. El conflicto, que estuvo activo casi seis décadas trajo como resultado la muerte de más de 22,000 personas, y la victimización de 8.8 millones de colombianos, la mayoría de ellos habitantes de regiones rurales que fueron victimizados y desplazados de sus tierras. La persistencia y la severidad del conflicto dejó legados profundos en dimensiones económicas, sociales y psicológicas; algunos de ellos menos visibles que los demás. Entre estos, una división de la sociedad, prejuicios y animadversión para entender las diferencias, y una polarización frente al proceso de paz que se evidenció con fuerza en el plebiscito de 2016 y las elecciones presidenciales de 2018.

Esto no es sorprendente. La evidencia previa indica que los impactos sicológicos del conflicto, el odio y los prejuicios perduran mucho tiempo después de la firma de un acuerdo de paz (Lederach 1997, Staub, Pearlman et al. 2005, Rettberg & Ugarriza 2016).  Los sentimientos de vulnerabilidad y deseo de venganza de las víctimas pueden convertirlas en victimarias, mientras la frustración de los excombatientes por la poca aceptación social se puede convertir en un incentivo para retomar las actividades ilegales (Staub, Pearlman et al. 2005, Ugarriza 2017). Sin necesidad de generar nuevos ciclos de violencia, las divisiones entre víctimas y victimarios puede persistir años después del final del conflicto (David & Choi 2006). La sostenibilidad de un acuerdo paz en el largo plazo depende entonces en buena medida de la sanación de estas heridas y de la capacidad de reconciliarnos; es decir, la capacidad coexistir y restablecer relaciones entre grupos anteriormente antagónicos.

Por lo tanto, es importante entender los factores que explican la disposición a la reconciliación a lo largo del país, pero especialmente en las regiones, municipios y comunidades que sufrieron con mayor prevalencia las consecuencias del conflicto. Esta necesidad es tal vez más apremiante hoy cuando, de acuerdo con un estudio reciente de la Fundación Ideas para la Paz, el 67% de los excombatientes de las FARC han salido de las Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR). De acuerdo con el estudio, la mayoría de estos excombatientes prefirieron retornar a regiones de origen y vida civil por su cuenta, en parte motivados por los rezagos y la incertidumbre que ha acompañado al proceso de reincorporación y también por la violencia en su contra. Desde enero de 2017, se han perpetrado 85 asesinatos de excombatientes de las FARC.

En esta columna quiero resumir algunos de los resultados de un estudio que desarrollamos con Leopoldo Fergusson, Ana María Ibáñez y Tatiana Hiller en el que analizamos la disposición de la población colombiana en las regiones de conflicto a emprender procesos de reconciliación con los excombatientes de las FARC. En particular, quiero resaltar (1) los patrones en la disposición a la reconciliación y las percepciones sobre el proceso de paz y de reincorporación y (2) cómo éstos se relacionan con las experiencias de violencia vividas durante el conflicto.

El análisis se basa en los datos de una encuesta que aplicamos a cerca de 4.500 hogares en 172 municipios del país cuando se terminó el proceso de ubicación de las FARC en las ETCR. La encuesta es representativa de los municipios más afectados por el conflicto armado y, por ende, proporciona información única sobre las actitudes frente a la reconciliación en los municipios más afectados por el conflicto armado en el país. Por ejemplo, la gráfica 1 ilustra que la tasa victimización agregada y por grupos paramilitares o guerrilleros fue superior en los municipios incluidos en la encuesta que en el total nacional y en el resto de municipios del país (en donde no se aplicó la encuesta).

Lo anterior es importante pues permite complementar la evidencia de estudios pasados sobre las actitudes frente al proceso de paz con las FARC y al proceso de reconciliación a lo largo del país.  Por ejemplo, el estudio de Liendo y Braithwaite (2018) utiliza datos de la encuesta LAPOP Barómetro de las Américas en 2014, representativa al nivel nacional y encuentra que las actitudes frente al proceso de paz son más influenciadas por las preferencias políticas y por algunas características socioeconómicas, que por las experiencias de violencia y conflicto.  No obstante, es importante analizar si estos mismos patrones surgen en los municipios y poblaciones más afectadas por la violencia en donde los esfuerzos por la reconciliación son más apremiantes.

Gráfica 1. Tasa de victimización: número de víctimas de crímenes de lesa humanidad por cada 100 mil habitantes

Nota: Promedio de la tasa de victimización agregada, de grupos guerrilleros (1942 y 2015) y de grupos paramilitares (1980-2015) para el total nacional, municipios de la encuesta PTT y el resto de municipios del país. Los crímenes de lesa humanidad que se incluyen son: asesinato selectivo, desaparición forzada, masacre, reclutamiento, secuestro y violencia sexual. Cálculos de los autores con base en CNMH.

Actitudes frente a la reconciliación y al proceso de reincorporación

En general, los resultados del estudio muestran que la población de estos municipios es receptiva a interactuar cotidianamente con los excombatientes de las FARC. La Gráfica 1 ilustra la distribución del grado de molestia reportado por los participantes en la encuesta frente a interacciones cotidianas futuras con los excombatientes de las FARC. El valor de la respuesta va de uno (“No me molesta”) a diez (“Me molesta mucho”). Los resultados muestran una baja molestia frente a que un excombatiente fuera su vecino o su compañero de trabajo o que sus hijos fueran a la misma escuela que el hijo de un excombatiente. Más del 30 por ciento de la población contesta que no le molestaría para nada tener estas interacciones y alrededor del 70 por ciento reportó un puntaje de cinco o menos. No obstante, hay un diez por ciento de la muestra que reporta que estas interacciones les molestarían mucho. Por otro lado, 41 por ciento de los encuestados contestó que les molestaría mucho un posible noviazgo de una hija con un excombatiente. Aunque los participantes de la encuesta aceptan compartir algunas actividades de la vida cotidiana con los excombatientes de las FARC, no parecen estar dispuestos a tener relaciones más cercanas y personales con ellos.

Gráfica 2. Molestia por compartir actividades cotidianas con FARC

Fuente: Fergusson et ál, 2018

A pesar de que encontramos una disposición a interactuar en la vida cotidiana con los excombatientes de las FARC, los datos revelan cierto grado de polarización frente a los beneficios que podrían derivar de un proceso de reincorporación y a la posibilidad que se dé la reconciliación y el perdón (ver Gráfica 3). Por un lado, sólo un 40 por ciento percibe que la reincorporación de las FARC a la vida civil es algo bueno o muy bueno, un 36 por ciento lo considera como regular y un 24 por ciento lo considera como malo o muy malo. Por otro lado, un 52 por ciento de los encuestados cree que es poco o muy poco probable que los ciudadanos perdonen y se reconcilien con los miembros de grupos armados que se han desmovilizado.

Gráfica 3. Percepción frente al proceso de reincorporación

Fuente: Fergusson et ál (2018)

El papel de la violencia en las actitudes frente a la reconciliación.

Los datos de la encuesta permiten analizar la relación entre las experiencias de violencia y las actitudes frente a la reconciliación e identificar la heterogeneidad que existe dentro de las regiones más afectadas por la violencia. En particular, los datos permiten diferenciar entre las víctimas de la violencia y aquellas personas que residían en un municipio afectado por el conflicto pero que no fueron victimizadas directamente.

De una parte, los datos indican que la victimización directa durante el conflicto armado puede convertirse en un obstáculo para alcanzar la reconciliación. Una mayor victimización, y en especial una mayor victimización por parte de las FARC, está asociada con unas percepciones más negativas frente al proceso de reincorporación, un menor optimismo frente a la reconciliación y el perdón entre los miembros la sociedad, así como a una mayor molestia por interactuar con los excombatientes de las FARC (ver Gráfica 4).  Por ejemplo, un incremento de un hecho victimizante adicional, que corresponde a una desviación estándar (1DE) en el índice de severidad de la victimización directa, reduce en un 15,5 por ciento la probabilidad de percibir la reincorporación como algo muy bueno y en un 12,4 por ciento la probabilidad de considerar que la reconciliación es algo muy probable. Además, aumenta en 0,04DE el índice de molestia por compartir actividades cotidianas con las FARC.

Gráfica 4. Efectos marginales del índice de severidad de la victimización sobre percepciones sobre la reincorporación y reconciliación

 

Nota: Para el Panel izquierdo se presentan los efectos marginales promedio sobre la probabilidad de responder que la reconciliación es “muy probable” y la reincorporación es algo “muy bueno”. Para el panel derecho, se presentan los coeficientes estandarizados para índices de molestia.

Aunque los datos no nos permiten identificar con precisión los mecanismos que explican los efectos de la victimización directa, es posible que éstos se expliquen por el trauma y los impactos sicológicos que surgen como consecuencia de la victimización, los cuales agotan recursos emocionales de las víctimas e influyen en su capacidad para construir relaciones sociales; y por la necesidad de un proceso de memoria y verdad antes de pensar e imaginarse en la coexistencia y relaciones cotidianas con los excombatientes de las FARC.

De otra parte, las personas que residen en municipios con un mayor número de víctimas municipales de la guerrilla o los paramilitares son también más pesimistas frente a las perspectivas de la reconciliación, pero están más dispuestas a compartir actividades cotidianas con los excombatientes de las FARC.

En general, existe una correlación débil entre las actitudes de reconciliación y el de violencia indirecta, medida por número de víctimas municipales de las FARC y los paramilitares. En el caso de la violencia de las FARC, la correlación no es estadísticamente significativa. En cambio, una mayor intensidad municipal en la violencia paramilitar está correlacionada con un menor optimismo frente a la reconciliación. Un incremento de 1DE, equivalente a 379 víctimas por cada 100.000 habitantes, en el número de víctimas paramilitares reduce la probabilidad de la percepción que la reconciliación es muy probable en 0,6 puntos porcentuales, es decir un 6,7 por ciento más baja, y que la reincorporación es muy buena en 0,8 puntos porcentuales; es decir 11,1 por ciento más baja (Gráfica 5). Si bien la magnitud es pequeña y el coeficiente es impreciso, el coeficiente negativo denota que incluso la violencia indirecta puede generar actitudes pesimistas hacia la reconciliación. Estas actitudes pesimistas pueden ser resultado del pesimismo en las regiones del país que fueron afectadas por el fenómeno paramilitar y que vivieron el fracaso del proceso de desmovilización de los grupos paramilitares.

No obstante, la población que reside en municipios con más víctimas de los paramilitares o las FARC parece estar dispuesta a hacer sacrificios frente al proceso de reincorporación. La mayor intensidad de la violencia, tanto de las FARC como de la guerrilla, está correlacionada con una menor molestia de compartir la vida cotidiana con los desmovilizados de las FARC. El coeficiente para la violencia de las FARC es más alto que para los paramilitares: un incremento en 1DE en la violencia indirecta está correlacionado con disminuciones en la molestia por compartir la cotidianidad de 0,06DE para la violencia de las FARC y 0,03DE de los paramilitares (Gráfica 5). Esto equivale a una disminución del índice de molestia de dos y 3,2 por ciento respectivamente, para un individuo promedio. Pareciera que las regiones más golpeadas por la violencia del conflicto, aunque no son optimistas frente a los procesos de desmovilización, continúan dispuestas a hacer sacrificios para reducir la violencia.

Gráfica 5. Efectos marginales de la intensidad de violencia indirecta sobre percepciones sobre la reincorporación y reconciliación

Nota: Efectos marginales del índice de intensidad de violencia indirecta (número total de víctimas de FARC y paramilitares). Para el panel izquierdo se presentan los efectos marginales promedio sobre la probabilidad de responder que la reconciliación es “muy probable” y la reincorporación es algo “muy bueno”. Para el panel derecho se presentan los coeficientes estandarizados para índices de molestia

Los resultados de nuestro análisis plantean lecciones importantes para la construcción de políticas públicas encaminadas a promover la reincorporación de las FARC y la reconciliación. En particular, que existe una heterogeneidad importante en las actitudes y percepciones frente a estos dos procesos aún al interior de las regiones más afectadas por el conflicto y que está explicada por las diferencias en las experiencias de violencia. Para las víctimas directas del conflicto, emprender procesos de reconciliación no es fácil sin antes abordar las secuelas sicológicas de la guerra. Por otro lado, los residentes en regiones de conflicto en Colombia pueden ser pesimistas debido a las décadas de conflicto armado que han vivido y a los procesos incompletos de paz. Por ende, promover la reconciliación en las regiones de conflicto debe tener en cuenta las diferencias en las experiencias de violencia que vivió cada persona y el Estado y las FARC deben demostrar compromiso y acciones efectivas en pos de la verdad, la memoria y la reconciliación en el actual posconflicto para generar una mayor aceptación por parte de la población.

Referencias

David, R. and S. Y. P. Choi (2006). «Forgiveness and Transitional Justice in the Czech Republic.» Journal of Conflict Resolution 50(3): 339-367.

Fergusson, L., Hiller, T., Ibáñez, A.M., and Moya, A. (2019) ¿Cómo nos reconciliamos? El papel de la violencia, la participación social y política, y el Estado en las actitudes frente a la reconciliación. CEDE Working Paper 2018-53

Lederach, J. P. (1997). Building Peace: Sustainable Reconciliation in Divided Societies. Washington DC, United States Institute of Peace.

Liendo, N. and J. M. Braithwaite (2018). «Determinants of Colombian attitudes towards the peace process » Conflict Management and Peace Science: 15.

Rettberg, A. and J. E. Ugarriza (2016). «Reconciliation: A Comprehensive Framework for Empirical Analysis.» Secuirty Dialogue 47(6): 517-540.

Staub, E., et al. (2005). «Healing, Reconciliation, Forgiving and the Prevention of Violence after Genocide or Mass Killing: An Intervention and its Experimental Evaluation in Rwanda.» Journal of Social and Clinical Psychology 24(3): 297-334.

Ugarriza, J. E. (2017). The Neuropsychological Impact of Conflict: An Analysis of Implicit Prejudice among Victims, Ex-combatants and Communities in Colombia.

Ugarriza, J. E. and E. Nussio (2017). «The Effect of Perspective-Giving on Postconflict Reconciliation. An Experimental Approach.» Political Psychology 38(1): 3-19.

 

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