Leopoldo Tornarolli, con Jessica Bracco y Leonardo Gasparini
Introducción
En las últimas décadas Argentina experimentó cambios marcados en sus niveles de pobreza. Conocer las razones de esa dinámica es de enorme relevancia, tanto desde un punto de vista académico, como para la política pública. Sin embargo, ciertas dificultades metodológicas impiden identificar con precisión los factores causales profundos de los cambios en la pobreza. En este trabajo aportamos evidencia empírica parcial que, leída en su conjunto y acompañada de teoría, contribuye a entender la dinámica de este fenómeno complejo.
El análisis se restringe al período 2003-2015. Este no sólo coincide con una etapa política particular, sino que es un período sin cambios significativos que afecten la comparabilidad de la principal fuente de datos usada para estimar la pobreza, la Encuesta Permanente de Hogares. Para facilitar la comparación de los niveles de pobreza con los que se publican desde 2016, y que forman parte del debate de políticas públicas en la actualidad, para estimar la pobreza se utiliza la metodología propuesta en Tornarolli (2018), basada en la metodología oficial de INDEC (2016).
En el trabajo, el análisis del período 2003-2015 se dividirá en tres etapas, que se corresponden con dinámicas diferentes de la pobreza: caída fuerte en 2003-2007, descenso moderado en 2007-2011, y estancamiento en 2011-2015. Aunque arbitraria, esta división resulta más informativa que analizar la evolución entre puntas del período completo.
Aspectos Metodológicos
En el trabajo se emplea un conjunto de descomposiciones basadas en microsimulaciones, con el objetivo de caracterizar los cambios en la pobreza en el período 2003-2015. Se utilizan variantes de las descomposiciones de Datt y Ravallion (1992), Bourguignon, Ferreira y Lustig (2005) y Azevedo, Nguyen y Sanfelice (2012). Estas tienen una lógica común: permiten estimar cambios en la pobreza y la desigualdad como resultado del cambio de algún factor, manteniendo constantes a los restantes factores. Este tipo de ejercicio tiene algunos problemas. En particular, sólo proveen estimaciones del efecto directo -de equilibrio parcial- del cambio en un factor sobre el fenómeno bajo estudio, por lo que sufren de inconsistencia en el equilibrio: se basan en simulaciones de la distribución del ingreso que no reflejan un equilibrio económico general. De todos modos, son una herramienta útil para caracterizar el fenómeno de la pobreza y proveer órdenes de magnitud del impacto de varios de sus determinantes.
La variante de la descomposición de Datt-Ravallion permite aproximar en qué medida los cambios en la tasa de pobreza son resultado de cuánto y cómo se mueven los ingresos. Concretamente, el ejercicio expresa el cambio observado en la pobreza en dos componentes: uno proveniente del crecimiento económico neutral (“efecto crecimiento” o cuánto) y otro que es consecuencia únicamente de cambios en la desigualdad en la distribución del ingreso (“efecto redistribución” o cómo).
En la realidad, los cambios en el crecimiento y la desigualdad ocurren en forma conjunta y obedecen a factores que se modifican en simultáneo e interactúan entre ellos. Por ejemplo, la tasa de crecimiento del ingreso total depende de las tasas de crecimiento de las distintas fuentes de ingreso y de la participación relativa de estas en el ingreso total. Dado que la composición de los ingresos de los hogares ubicados en distintos puntos de la distribución difiere, tasas de crecimiento diferentes entre fuentes de ingreso afectarán la desigualdad. Por ello, para entender la evolución de la tasa de pobreza es necesario observar también la composición del crecimiento del ingreso de los hogares en distintos puntos de la distribución. La adaptación de Azevedo, Nguyen y Sanfelice de la descomposición de Shapley-Shorrocks se aplica para evaluar la relevancia relativa de cambios en las distintas fuentes de ingreso sobre la desigualdad total.
Finalmente, se implementa una variante de la metodología de Bourguignon, Ferreira y Lustig, la empleada para el caso argentino por Gasparini, Marchionni y Sosa Escudero (2005). Con la misma se intenta mensurar la relevancia de varios factores que podrían haber influido en la desigualdad en los ingresos laborales, que constituyen la principal fuente de ingresos de la mayoría de los hogares, particularmente los más pobres. Esta metodología permite separar los efectos provenientes de cambios en las dotaciones de la población, cambios generados en los retornos a aquellas dotaciones y cambios en factores no observables.
La Evolución de la Tasa de Pobreza en Argentina, 2003-2015
La figura muestra que la incidencia de la pobreza se redujo desde 58.2% en 2003 hasta 30.1% en 2015. Como se mencionó, esa evolución no siguió un patrón uniforme en el período 2003-2015. En el período 2003-2007 la economía se expandió fuertemente, recuperándose de la profunda crisis macroeconómica de 2001-2002, en un escenario de salarios reales inicialmente deprimidos y con un contexto internacional muy favorable. Durante esos años donde la economía “rebotó”, con el PBI creciendo a tasas anuales superiores al 8%, todos los indicadores sociales mejoraron significativamente, y la tasa de pobreza cayó de 58.2% en 2003 a 37.6% en 2007.
En el período 2007-2011 la dinámica fue diferente. Con el rebote post-crisis agotado y condiciones externas buenas, mas no extraordinarias, la economía continuó creciendo, pero a tasas menores. En promedio el PIB aumentó al 3.5% anual en esta etapa. En este contexto, la tasa de pobreza siguió bajando, pero a un ritmo bastante menor: mientras que entre 2003 y 2007 la tasa de pobreza cayó casi 6 puntos por año, en los cuatro años siguientes lo hizo a un ritmo de 2 puntos anuales.
En el último período, 2011-2015, la economía se estancó. Los desbalances acumulados en años anteriores, las inconsistencias macroeconómicas y un contexto internacional no tan favorable se conjugaron para frenar la economía: el PIB creció a sólo 0.2% por año, menos que la población, por lo que el producto per cápita se redujo. En ese contexto, las mejoras sociales se estancaron e incluso la tasa de pobreza aumentó ligeramente.
Elaboración propia sobre la base de datos de la EPH
Los Factores que explican la Evolución de la Tasa de Pobreza
Los roles del crecimiento de los ingresos y las mejoras distributivas en la reducción de la pobreza, tanto en términos absolutos como relativos, se fueron modificando en el tiempo. Lo mismo ocurrió con las distintas fuentes de ingresos laborales y no laborales, y con los factores que explican la evolución de los ingresos de dichas distintas fuentes. A continuación, se resumen los principales hallazgos del trabajo.
Período 2003-2007: En este período el mercado laboral fue muy dinámico, contribuyendo a las mejoras observadas en la tasa de pobreza. Esta se redujo significativamente, de 58.2% a 37.6% (20.6 puntos porcentuales), a un nivel similar al que tenía pre-crisis. El principal factor explicativo de las mejoras fue el crecimiento económico, aportando el 72% de la baja en la tasa de pobreza (14.9 puntos porcentuales), siendo el restante 28% (5.7 puntos porcentuales) la contribución de la reducción en la desigualdad. Es decir, ambos efectos operaron intensamente, ayudando en la reducción de la pobreza.
Gran parte de la mejora distributiva puede vincularse a cambios en el ingreso laboral, la principal fuente de ingreso de la mayor parte de los hogares. El aumento generalizado de los salarios reales y la recomposición del empleo, especialmente entre los no calificados, ayudaron a reducir la desigualdad. Tanto la evolución de los ingresos por jubilaciones y pensiones (como consecuencia de la moratoria previsional que comenzó a finales de 2005), como de los ingresos por transferencias estatales (producto del PJJHD, el FIS y otros programas del Ministerio de Desarrollo Social) aportaron a la reducción de la desigualdad, aunque la contribución fue pequeña en relación a la de los ingresos laborales.
Período 2007-2011: Aunque la economía siguió creciendo en esta etapa, se observó una reducción en el dinamismo respecto al período anterior. La tasa de pobreza disminuyó desde 37.6% a 29.4% (8.2 puntos porcentuales). En esta etapa, el rol del crecimiento en la caída de la pobreza fue menos importante, tanto en términos absolutos como relativos, al que tuvo en el período anterior: su contribución relativa fue algo menor al 50% (3.8 puntos porcentuales). Por su parte, la desigualdad jugó un rol relativamente más importante, al explicar más de la mitad de la caída en la tasa de pobreza, aunque en términos absolutos su contribución fue menor a la que tuvo en el período previo (4.3 puntos porcentuales versus 5.7 puntos porcentuales).
En estos años, el mayor aporte a la reducción de la desigualdad provino nuevamente de los ingresos laborales, aunque a diferencia del período anterior ni la recomposición del salario ni del empleo jugaron un papel relevante; en su lugar la evidencia sugiere un efecto igualador de la compresión salarial asociada a una reducción de la brecha por educación. Por su parte, los ingresos no laborales jugaron un papel más importante que en el período anterior en la reducción de la desigualdad. La evolución de los ingresos por jubilaciones y pensiones, producto de la moratoria implementada entre 2005 y 2008, y de los ingresos por transferencias estatales, como consecuencia de la implementación de la AUH a finales de 2009, contribuyeron significativamente a la reducción de la desigualdad y, a través de ello, de la pobreza.
Período 2011-2015: El estancamiento económico de esta etapa tuvo su correspondencia en los indicadores sociales, los que tampoco mostraron mejoras. La tasa de pobreza se incrementó ligeramente en el período, de 29.4% a 30.1%. Esta situación se alcanzó por la combinación de una leve retracción en el ingreso promedio entre 2011 y 2015, con una mejora marginal en su distribución. Es decir, los efectos crecimiento y redistribución operaron en direcciones contrapuestas: la reducción en la desigualdad contribuyó con una caída de 1.2 puntos porcentuales a la caída de la breza, pero ese efecto fue más que compensado por la contracción en el ingreso, que hizo que la pobreza se incrementara en 1.9 puntos porcentuales. Como resultado, se observó una suba de 0.7 puntos porcentuales en la tasa de pobreza.
Y aunque el efecto redistributivo fue positivo para reducir la pobreza, su magnitud absoluta fue pequeña. Esa desaceleración en la contribución de la caída en la desigualdad se puede entender a partir del estancamiento de los factores que traccionaron las mejoras en la desigualdad en las etapas anteriores: entre 2011 y 2015 no hubo avances en términos de salario real o empleo, ni reducción significativa de brechas salariales, ni expansión significativa en la política social de transferencias monetarias o moratorias previsionales.
Comentarios Finales
El análisis de los factores explicativos de la evolución de la tasa de pobreza entre 2003 y 2015 permite identificar etapas bien diferenciadas a lo largo de dicho período. Las mismas reflejan la pérdida de dinamismo que fue mostrando nuestra economía a medida que transcurría dicho período. Desafortunadamente, dicho dinamismo no se ha retomado desde entonces, salvo por un corto período durante el año 2017. Algunos de los problemas que ya en 2015 limitaban las posibilidades de reducción de la incidencia de la pobreza, particularmente la elevada inflación, se han agudizado en el último año, lo que seguramente resultará en un nuevo período de 4 años (2015-2019) sin mejores, e incluso algún retroceso, en el combate a la pobreza.