América Latina está envejeciendo. En las últimas décadas hemos experimentado un bono demográfico, pero dentro de 20 o 30 años éste se va a acabar. Por ejemplo, en el 2010 el porcentaje de adultos mayores de 65 años representaba el 6,8% de la población, pero en el 2050, las proyecciones indican que este grupo etario se va a triplicar (Bosch et al., 2013). En este contexto, el reto que enfrentan los países de la región es cómo proporcionar un ingreso digno y suficiente a los millones de adultos mayores que se jubilarán en las próximas décadas.
La estructura previsional con la que cuentan los países para enfrentar este desafío son dos: sistemas contributivos y sistemas no contributivos de pensiones. Sin embargo, no están funcionando muy bien. Los primeros tienen baja cobertura[1] porque se apoyan en el mercado laboral formal para obligar el ahorro de los trabajadores. Los segundos se han implementado en casi todos los países, pero desincentivan el trabajo y pueden llegar a ser costosos fiscalmente, sobre todo si se considera el envejecimiento futuro.
Cabe preguntarse entonces si existen otras estructuras que puedan ayudar a enfrentar este desafío. Por ejemplo, la literatura ha mostrado que la falta de cobertura de pensiones se concentra principalmente en los trabajadores de microempresas debido a que no poseen relaciones laborales formales (Hu, Y. y F. Stewart, 2009). Ello implicaría entonces que estos trabajadores no están ahorrando a través del sistema contributivo. Pero ¿no ahorran en absoluto para su futuro? ¿no tienen ningún medio alternativo destinado a cubrir sus gastos durante su vejez? O es que ¿deciden ahorrar previsionalmente en otras alternativas?
Para entender la dinámica del ahorro para la vejez de este tipo de trabajadores[2], en la Universidad del Pacifico (UP) estamos llevando a cabo un proyecto de investigación con apoyo del Innovations for Poverty Action (IPA). Dicho proyecto recoge, en una primera etapa, una encuesta de línea de base aplicada a 7,770 trabajadores de microempresas seleccionadas aleatoriamente en Lima Metropolitana.[3]
La encuesta cuenta con información inédita sobre las características sociodemográficas de los trabajadores de microempresas, características de su hogar, sus finanzas personales y su relación con el sistema de pensiones. Los trabajadores de la muestra tienen una edad promedio de 42 años, un 45% son varones, la mediana del ingreso es 1,200 soles (363 USD aprox.) y el máximo nivel educativo alcanzado es secundaria (40%) y superior (53%). Respecto al ahorro para su vejez, lo que observamos es que los individuos sí piensan en cómo van a financiar su vejez (52%) y han tomado acciones al respecto (32%): ahorros propios en bancos, inversión en propiedades, ahorro en el Sistema de Pensiones, ahorro a través de un negocio propio, inversión en la educación de sus hijos y otras formas (ver Tabla 1).
Tabla 1: Acciones para financiar la vejez | |||
Obs | Promedio | D.E | |
Piensa en su jubilación | 4144 | 0.52 | 0.5 |
Tomo acciones para su jubilación | 4133 | 0.32 | 0.47 |
Acción para el ahorro: Ahorros propios en bancos | 1240 | 0.27 | 0.44 |
Acción para el ahorro: Inversión en propiedades | 1240 | 0.37 | 0.48 |
Acción para el ahorro: Ahorro en el SP | 1240 | 0.13 | 0.34 |
Acción para el ahorro: Negocio Propio | 1240 | 0.43 | 0.49 |
Acción para el ahorro: Inversión en hijos (educación) | 1240 | 0.15 | 0.36 |
Acción para el ahorro: Otro | 1240 | 0.14 | 0.34 |
Elaboración Propia |
Como se observa, la opción más común que los trabajadores reportan como fuente de financiamiento para su vejez es tener un negocio propio (43%). En segundo lugar, está invertir en propiedades (37%) para luego arrendarlas o venderlas. La opción de ahorrar en el Sistema de Pensiones representa apenas un 13%.
¿Por qué los trabajadores voluntariamente no ahorran en el sistema de pensiones? En este artículo no vamos a analizar si esto se debe a razones de demanda o de oferta. Lo que queremos es analizar (si existen) otros canales (no tradicionales) que los trabajadores usan para financiar su vejez y cómo es que estos canales se relacionan entre sí.
Las alternativas expuestas en la Tabla 1 no son excluyentes y por lo tanto es importante analizar si existen relaciones de sustitución o complementariedad entre estos canales. Es por ello que se realiza un Análisis de Componentes Principales para entender la dinámica en las decisiones de ahorro.
Tabla 2: Análisis de Componentes Principales sobre las acciones para financiar la vejez en los trabajadores de microempresas
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Variable | Comp1 | Comp2 | Comp3 | Comp4 |
Ahorro en bancos | 0.4 | 0.3 | -0.8 | -0.1 |
Inversión en propiedades | 0.5 | -0.3 | 0.2 | 0.8 |
Ahorro en el SP | 0.3 | 0.8 | 0.5 | 0.0 |
Negocio Propio | 0.6 | -0.1 | 0.0 | -0.1 |
Inversión en Educ. | 0.5 | -0.4 | 0.3 | -0.6 |
Elaboración Propia |
La Tabla 2 presenta 4 componentes principales que recogen el 86.27% del total de la varianza de la muestra: (i) el primer componente es un índice general de ahorro no tradicional para la vejez, las variables con más peso son la inversión en propiedades, el tener un negocio propio y la opción de invertir en la educación de los hijos; (ii) el segundo componente es un índice de la penetración del sistema tradicional como forma de ahorro para la vejez; (iii) el tercer componente muestra un contraste entre las dos formas de ahorro formal donde es una institución la que maneja el dinero del contribuyente; finalmente, (iv) el cuarto componente compara las dos formas de inversión que considera el trabajador como alternativa de ahorro para su vejez.
Estos índices estandarizados se estiman para cada trabajador y así tener un análisis más claro sobre la dinámica de ahorro; no obstante, si deseamos dar un último paso más allá para entender cuáles son los determinantes de este comportamiento capturado por los 4 índices expuestos arriba, podemos realizar una regresión sencilla como la que se muestra en la Tabla 3.
Tabla 3: Determinantes del comportamiento de ahorro en trabajadores de microempresas | ||||
variables | Comp1 | Comp2 | Comp3 | Comp4 |
(1) | (2) | (3) | (4) | |
Sexo: Masculino | 0.060 | 0.070 | -0.027 | 0.054 |
0.06 | 0.06 | 0.06 | 0.06 | |
Edad en un | 0.776*** | 0.026 | 0.182 | 0.412*** |
0.11 | 0.12 | 0.11 | 0.11 | |
Edad de jubilación en ln (esperada) | -0.397** | 0.249 | 0.012 | -0.662*** |
0.20 | 0.20 | 0.21 | 0.21 | |
Edad de muerte en ln (esperada) | 0.635*** | -0.136 | 0.065 | 0.441* |
0.21 | 0.23 | 0.22 | 0.22 | |
Casado o conviviente | 0.036 | 0.041 | 0.044 | 0.061 |
0.08 | 0.09 | 0.08 | 0.08 | |
Nivel Educ: Secundaria | 0.174 | -0.135 | -0.104 | 0.158 |
0.13 | 0.16 | 0.16 | 0.14 | |
Nivel Educ: Superior | 0.364*** | -0.035 | -0.093 | 0.279** |
0.13 | 0.16 | 0.16 | 0.14 | |
Tiene al menos un hijo | 0.066 | -0.249*** | 0.186** | -0.230*** |
0.08 | 0.09 | 0.09 | 0.08 | |
Al menos un miembro afiliado al SP | 0.283*** | 0.108 | 0.142** | -0.225*** |
0.07 | 0.07 | 0.07 | 0.06 | |
Índice de aversión al riesgo (std) | -0.006 | 0.019 | 0.031 | 0.035 |
0.03 | 0.03 | 0.04 | 0.03 | |
Índice de Preferencia del tiempo (std) | 0.020 | 0.023 | 0.049* | 0.038 |
0.03 | 0.03 | 0.03 | 0.03 | |
Índice de educación Financiera (std) | -0.022 | 0.028 | -0.009 | -0.049* |
0.03 | 0.03 | 0.03 | 0.03 | |
Manejo del dinero: Él mismo | 0.152* | -0.006 | -0.235*** | -0.025 |
0.08 | 0.09 | 0.08 | 0.08 | |
Manejo del dinero: Él y otro miembro | 0.097 | 0.031 | -0.099 | -0.028 |
0.09 | 0.11 | 0.09 | 0.08 | |
Constante | -4.388*** | -0.377 | -0.938 | -0.686 |
0.97 | 0.96 | 1.01 | 1.06 | |
Observaciones | 1464 | 1464 | 1464 | 1464 |
Errores estándares en paréntesis *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1 | ||||
Elaboración Propia |
Los resultados de la regresión (1) indican que la edad actual y la esperada determinan si la persona ahorrará para su futuro según el índice general de ahorro no tradicional; no obstante, esto se verá retrasado si espera jubilarse más tarde de su trabajo actual. Es interesante observar que el trabajador se inclinará más por una forma de ahorro no tradicional cuando algún miembro de su hogar ya está afiliado al Sistema de Pensiones esto se vería como una forma de cómo el hogar diversifica su cartera de ahorro. Además, es importante que el trabajador maneje su propio dinero y así pueda invertir en las distintas las distintas fuentes de ahorro no tradicional.
La regresión (2) asociada índice de ahorro tradicional, medido por el componente 2, indica que tener hijos desmotiva pertenecer al sistema de pensiones pues inferimos que son necesarios gastos a corto plazo. La dinámica que refleja la regresión (3) entre las formas de ahorro formal (bancos y sistema de pensiones) muestra que si el trabajador maneja el dinero del hogar hay más preferencia por ahorrar en un banco que en el sistema de pensiones; mientras que, si ya existe afiliado un miembro al SP, si ya tienen un hijo y son más pacientes de acuerdo al índice de preferencia del tiempo, se optará por el sistema de pensiones por encima del ahorro en bancos para financiar su vejez.
La última regresión (4) muestra cómo es la relación entre las dos formas de inversión para su futuro; entonces, si el trabajador espera una edad de jubilación mayor, tiene al menos un hijo, ya existe algún miembro afiliado al SP, y tiene una mayor educación financiera preferirá invertir en la educación de sus hijos que invertir en un negocio propio como forma de financiar su vejez. Por otro lado, si su edad actual y esperada es mayor y posee un nivel de educación superior preferirá invertir en propiedades.
En conclusión, lo que podemos inferir es que el problema de baja cobertura de los trabajadores de microempresas en el sistema de pensiones es sólo una parte de la fotografía y que en realidad la decisión de ahorro para la vejez contempla más alternativas. Efectivamente, existen canales no tradicionales que terminan siendo incluso más importantes que el tradicional sistema de pensiones y que existen relaciones de complementariedad entre éstos como se ve en el índice general de ahorro no tradicional, y relaciones de sustitución como elegir entre invertir en propiedades o invertir en la educación de sus hijos como fuentes de futuros ingresos para su vejez.
Referencias
Börsch-Supan, A. y Schuth, M. (2013) Early Retirement, Mental Health and Social Networks. In Discoveries in the Economics of Aging, University of Chicago Press, 225-250.
Fortaleza, A., Lucchetti, L., y Pallares-Miralles, M. (2009). Measuring the Coverage Gap. In R. Holzmann, D. Robalino, y N. Takayama (Eds.), Closing the Coverage Gap: The Role of Social Pensions and Other Income Transfers (pp. 23–40).
Rofman, R., y Oliveri, M. (2012). Pension Coverage in Latin America: Trends and Determinants (Social Protection & Labor Discussion Paper N° 1217). Washington D. C.: World Bank.
Hu, Y. y F. Stewart (2009), «Pension Coverage and Informal Sector Workers: International Experiences», OECD Working Papers on Insurance and Private Pensions, No. 31, OECD publishing, © OECD. doi:10.1787/227432837078
[1] El porcentaje de la fuerza laboral que contribuye para obtener una pensión en países de América Latina tiene tasas de cobertura por debajo del 30% (Rofman y Oliveri, 2012; Fortaleza, Luchetti y Pallares-Miralles, 2009)
[2] A partir de nuestra muestra de trabajadores de microempresas, se obtuvo que solo un 9% de los entrevistados indican que firmaron un contrato físico, el resto indica que la relación laboral se estableció por medio de un acuerdo oral; es decir, mantienen relaciones laborales informales.
[3] A la fecha, el proyecto sigue en ejecución por lo que se dispone del 52% de observaciones.