Sueños rotos: aspiraciones y expectativas de los jóvenes en Colombia

El debate reciente sobre acceso a educación superior en Colombia se ha centrado en la continuación o no del programa Ser Pilo Paga.  Sin desconocer la importancia tan grande que tiene este programa para aquellos jóvenes sobresalientes que no tienen recursos económicos suficientes para financiar una educación de alta calidad, el debate nos ha distraído de una discusión más profunda: el futuro de los jóvenes en Colombia.  De todos los jóvenes.  No solamente de aquel 10% que, en muchos casos a pesar de vivir en contextos de gran adversidad,  logran resultados sobresalientes en la prueba Saber 11.

Algunas cifras para ponernos en contexto: la tasa de graduación de la educación media en Colombia es 58% (García, Maldonado, Jaramillo, 2016).  Es decir, más del 40% de los jóvenes entre 16 a 24 años ni siquiera pueden aspirar a ingresar a la educación superior.  Esta realidad es aún más preocupante para los jóvenes que han crecido en contextos de alta vulnerabilidad. Como lo mostramos en el estudio de la Lotería de la Cuna con Sánchez, Rodríguez y Bedoya (García et al., 2015), el 39% de los jóvenes que provienen de los contextos más vulnerables logran llegar a grado 11, y tan solo 11% logran ingresar a educación superior.

Una pregunta que surge a partir de estos datos es en qué medida las trayectorias educativas observadas en los jóvenes se deben en parte a diferencias en sus aspiraciones y expectativas.  Recientemente, con el apoyo del British Council, y bajo el liderazgo de Darío Maldonado, realizamos el estudio Next Generation Colombia (Maldonado et al. 2018) sobre jóvenes en Colombia.  En 2017 encuestamos a una muestra representativa de jóvenes entre 14 y 28 años en zonas urbanas y rurales. Entre otras preguntas, indagamos sobre ¿Cuáles son sus sueños y expectativas? ¿Qué les preocupa? ¿Cuáles son las barreras a las que se enfrentan para lograr sus sueños?

La mayoría de los jóvenes dan gran valor a estudiar.  Cerca del 93% de los jóvenes encuestados está en desacuerdo con que estudiar sea una pérdida de tiempo y no valga la pena.  Al contrario, consideran como razones importantes para estudiar poder aprender habilidades prácticas así como pensamiento crítico y creatividad, pero también entender el mundo, aprender valores sociales y a ser un buen ciudadano.  Contrario a lo esperado, esta importancia que le dan los jóvenes al aprendizaje fue igualmente alta para jóvenes en zonas urbanas y rurales, y para jóvenes de diferentes quintiles de bienestar socioeconómico.

 

El estudio tuvo un componente cualitativo (liderado por Amy Ritterbusch) en donde se conversó con jóvenes escolarizados y no escolarizados en diferentes zonas del país (tanto urbanas como rurales).  Se encontró que la mayoría de los jóvenes comparten el sueño de estudiar o seguir estudiando; también sueñan ser un apoyo para sus familias y tener su propia familia. Más aún, encuentran en la educación un vehículo para lograr esos sueños.   Si bien estudiar es un sueño para jóvenes en zonas urbanas y rurales, los diferencia el tipo de carrera que quieren estudiar (mientras que los jóvenes en zonas urbanas aspiran con mayor frecuencia a programas como medicina, derecho, psicología y sociología, los jóvenes en zonas rurales se inclinan más por carreras relacionadas con agronomía o veterinaria).

Los sueños de los jóvenes se pueden diluir de acuerdo a las experiencias o el contexto en el que viven.  El estudio Next Generation Colombia también encontró una diferencia importante en las aspiraciones educativas de los jóvenes escolarizados en comparación con los no escolarizados.  Aquellos que aún están estudiando, sueñan con ir a la universidad, mientras que los que no están estudiando, quieren volver a estudiar para graduarse de bachilleres, pero no necesariamente mencionan a la universidad o una carrera como como su sueño. Si bien estos resultados provienen del componente cualitativo y no se puede generalizar, sí sugiere la necesidad de conocer a fondo las aspiraciones y necesidades de los jóvenes en diferentes contextos.

Datos provenientes de un estudio que realizamos en el 2015 para Ministerio de Educación Nacional (Garcia et al 2016) muestran que más del 60% de los estudiantes de educación media aspiran a ingresar a la Universidad, y esta proporción es significativamente más alta en jóvenes en zonas urbanas que en zonas rurales (66% en zonas urbanas vs 54% en rural).  Un 24% adicional de jóvenes que cursan la media aspiran estudiar un programa técnico o tecnológico (con mayor proporción en zonas rurales).  Al indagar por las expectativas (es decir, qué tano los jóvenes creen que pueden ingresar a educación superior), la proporción baja a 54% para los estudiantes que consideran que podrán estudiar un programa universitario una vez se gradúen de grado 11, y se mantiene cerca del 25% para los que consideran que podrán estudiar un programa técnico o tecnológico.

El optimismo que se encontró en estudiantes de media es consistente con el que se encontró para la muestra más amplia de jóvenes consultados en el estudio de Next Generation.  El 80% de los  jóvenes encuestados son optimistas en que se graduarán en la profesión que quieren.  Sin embargo, este optimismo es más bajo para los jóvenes en zonas rurales, ciudades apartadas y en los que viven en hogares en el quintil más bajo de bienestar socioeconómico.

Estos sueños y expectativas de los jóvenes contrastan fuertemente con la realidad. El 87% de los jóvenes entre 14 y 17 años están estudiando, y solo el 42% de los jóvenes de 18 a 28 año están inscritos en alguna institución de educación básica, media o terciaria.  Eso último no sería problemático, si la mayoría de los jóvenes hubieran alcanzado un alto nivel educativo o si hubieran decidido libremente no continuar con estudios. Sin embargo, eso no es lo que muestra la situación actual: solo el 37% de los jóvenes entre 18 y 28 años han alcanzado algún nivel de escolaridad a nivel técnico o universitario, mientras que para el 49% de los jóvenes entre 18 y 28 años el máximo nivel educativo es educación media o menos.  Más preocupante aún, hay grandes brechas en asistencia escolar según las características del contexto en donde viven los jóvenes: mientras que el 70% de los jóvenes del quintil más alto de bienestar asisten a alguna institución educativa, solo el 43% de los jóvenes del quintil más bajo lo hacen.  Asimismo, mientras que cerca de la tercera parte de los jóvenes en ciudades grandes han alcanzado algún nivel universitario, solo el 6% de los jóvenes en ciudades apartadas lo han logrado.

La brecha abismal entre los sueños y la realidad de los jóvenes se pueden explicar en parte por la falta de recursos que tienen a su disposición para poder lograrlos.   El estudio de Next Generation muestra que los jóvenes en municipios apartados o en hogares con bajo nivel socioeconómico enfrentan diversas barreras que dificultan lograr sus aspiraciones.  Los mismos jóvenes identifican tres barreras principales: la falta de recursos económicos, la falta de información y acompañamiento en la toma de decisiones y el embarazo a temprana edad.  Adicionalmente, los jóvenes en zonas rurales identifican como barreras importantes las largas distancias y dificultades de transporte para poder asistir a una institución educativa.   Adicionalmente, los jóvenes perciben barreras “del sistema” y trampas a la movilidad social en educación. Por ejemplo, el 58% de los jóvenes encuestados creen que las conexiones personales son más importantes que los logros educativos para tener éxito.  Y esta creencia es particularmente fuerte entre los jóvenes del quintil más bajo de bienestar socioeconómico.

El cúmulo de estas barreras refleja en parte el alto nivel del preocupación de los jóvenes frente a su capacidad de cumplir sus sueños: el 77% de los jóvenes encuestados les preocupa bastante o mucho no poder cumplir sus sueños o aspiraciones; el 70% les preocupa no ser capaz de estudiar lo que le gustaría y 69% no ser capaz de obtener una educación técnica o profesional.

 

En suma, lo que encontramos en Colombia es una distancia grande entre los sueños de los jóvenes y su realidad.  Es decir, una “falla de aspiraciones” que puede conllevar a la frustración y a comportamientos que en el largo plazo pueden conducir a un círculo vicioso de trampa de pobreza (Ray, 2006).

¿Qué hacer?  Contribuir a que los jóvenes construyan sueños es importante, pues es un primer paso para lograr sus metas.  Varias intervenciones pueden ayudar en este sentido.  Por ejemplo, la primera versión de Familias en Acción, que ofrecía información a padres y jóvenes sobre retornos de la educación, aumentó las aspiraciones educativas de los padres y de los propios hijos e hijas (García, Harker & Cuartas, 2016).  No obstante, estos sueños no necesariamente se traducen en el largo plazo en altas expectativas, es decir, la percepción de los jóvenes de poder lograr sus sueños (Contreras y Cameron, 016).

Además de construir sueños, es importante derrumbar barreras para que los jóvenes puedan alcanzarlas.  En otras palabras, ofrecer “factores de conversión” (Sen 1999) para que los jóvenes conviertan los sueños en realidad.  Ser Pilo Paga es un ejemplo de un factor de conversión que permitió superar la falla en aspiraciones al permitir que la financiación no fuera una barrera de acceso.  La política de educación superior requiere de más factores de conversión para que los sueños de los jóvenes en efecto se hagan realidad.  Esto tiene que ver con otras barreras externas como acceso físico (tener oferta disponible en términos de distancias razonables), pero también ofrecerle herramientas a los jóvenes para poder tomar acción frente a sus sueños.

Lo anterior requiere entregar información y acompañamiento a los jóvenes en la toma de decisiones.  Que los jóvenes conozcan las características de la que oferta disponible, los mecanismos de financiación existentes, etc. pero a la vez que sepan qué pasos seguir para lograr metas que parecen inalcanzables (desde algo tan “sencillo” como inscribirse a un examen de admisión hasta cómo prepararse para el examen).  También requiere que los jóvenes tengan fuentes de inspiración y sientan que sí es posible. En este acompañamiento, el rol de los docentes y las familias es fundamental, pues los jóvenes confían mucho en ellos (así lo muestra Next Generation) y son una fuente de consulta natural.

 

Referencias

 

Contreras Suarez, D., & Cameron, L. (2016). Conditional Cash Transfers: Do They Change Time Preferences and Educational Aspirations? (No. 10309). Institute for the Study of Labor (IZA).

 

Dalton, P. S., Ghosal, S., & Mani, A. (2014). Poverty and aspirations failure. The Economic Journal, 126(590), 165–188.

 

García, S., Harker, A., & Cuartas, J. (2016). Building Dreams: the Impact of a Conditional Cash Transfer Program on Educational Aspirations in Colombia. Documentos de Trabajo EGOB, 30.

 

Garcia, S., Maldonado, D., & Jaramillo, L. E. (2016). Graduación de la Educación Media, Asistencia e Inasistencia a la Educación Media. Documentos EGOB. Número 34. Bogotá: Universidad de los Andes.

 

Garcia, S., Maldonado, D., Acosta, M., Castro, N., Granada, D., Londoño, E., . . . Villalba, H. (2016). Características de la oferta de la educación media en Colombia. Documentos EGOB. Numero 33. Bogotá: Escuela de Gobierno, Universidad de los Andes.

 

García, S., Rodríguez, C., Sánchez, F., & Bedoya, J. G. (2015). La Lotería de la Cuna: La Movilidad Social a través de la Educación en los Municipios de Colombia Documento CEDE (Vol. 31): Facultad de Economía, Universidad de los Andes.

 

Khattab, N. (2015). Students’ aspirations, expectations and school achievement: what really matters? British Educational Research Journal, 41(5), 731-748. doi: 10.1002/berj.3171

 

Maldonado, D., Cortés, D., Cuartas, J., García, S., Molano, A., Ritterbusch, A., . . . León, S. (2018). Next Generation Colombia: Amplificando la Voz de los Jóvenes. Bogotá, DC: British Council, Universidad de los Andes, Universidad del Rosario.

 

Ray, D. (2006). Aspirations, poverty, and economic change. In A. V Banerjee, R. Bénabou, & D. Mookherjee (Eds.), Understanding Poverty (pp. 409–421). New York: Oxford University Press.

 

Sen, A., 1999. Development as Freedom. Oxford University Press, New York.