Todos hemos respondido esa infantil pregunta. Mientras más chicos, más larga la lista: bombero, cantante, futbolista, etc. Al final elegimos un oficio, casi siempre fuera de la lista original, y para toda la vida. Ante los cambios en el trabajo, ¿es esa estrategia razonable?
En el trimestre abril-junio de 2018, el número de cesantes entre 50 y 54 años superó los 53 mil (fuente: INE). La cifra preocupa. Significa un aumento del 31% comparado con el mismo período de 2017, 50% respecto de 2015 y un increíble 70% respecto de 2013. Los números de toda encuesta están sujetos a revisión, pero la tendencia es consistente con lo que se escucha en almuerzos, comidas y asados. Los casos de mayores de 50 que pierden inesperadamente la pega se han vuelto pan de cada día. ¿Qué hay tras el fenómeno?
Partamos con el contexto. El estable crecimiento de la economía chilena durante los últimos 30 años brindó inmensas oportunidades de empleo. Testigos privilegiados fueron miles de veinteañeros que entraron al mercado del trabajo en los 90. En perspectiva, el progreso de una nación que se había abierto al mundo, modernizado y luego beneficiado de un extraordinario ciclo del cobre, los acompañó entre los 20 y 40 con empleos estables y salarios al alza. Sin embargo, nada los alertó del complejo escenario que, las estadísticas sugieren, están enfrentando a los 50. Y es que repentinamente al menos tres astros se alinearon en su contra.
Primero, la tecnología. Los efectos de la automatización se están haciendo sentir en empleos rutinarios realizados por trabajadores con más experiencia. Segundo, los empleadores. Ante la desaceleración de la economía, las empresas innovaron y la apuesta por la juventud en desmedro de la maestría calzó perfectamente en esa estrategia. Tercero, las políticas públicas. La reforma laboral de la Nueva Mayoría atornilló para el lado equivocado. Rigidizó el empleo justo en momentos en que arribaba la cuarta revolución industrial. La actual administración ahora busca facilitar el empleo juvenil y el teletrabajo. Sin embargo, si se les sigue haciendo el quite a los problemas estructurales que afectan a dicho mercado, las medidas solo incentivarán la sustitución de trabajadores más experimentados por novatos más tecnologizados. Jaque mate.
La situación para los miles de afectados no es fácil. Lo esperanzador es que nadie queda obsoleto de un día para otro. Existen oportunidades. ¿Emprender a los 50 y tantos? ¡Claro! De hecho, la evidencia indica que los innovadores se hacen más y no menos productivos con el tiempo.
Pero el tema es más general. Todos tenemos que tomar nota, nadie está blindado. Quizás nuestras ingenuas mentes infantiles nos anticipaban una realidad insospechada, una de reinvención continua. Asalariado a los 30, independiente a los 40 e innovador a los 50. A prepararse. ¿Qué vas a ser cuando más grande?