A medida que la economía mundial adquiere fuerza, América Latina y el Caribe se está quedando más rezagada, aun cuando se recupera de la recesión. El lento crecimiento relativo hace que la región sigua perdiendo participación en el PIB global, poniendo en peligro las aspiraciones de su ascendente clase media.
Los motivos detrás de esta realidad son complejos. Sin embargo, la baja inversión y la baja productividad son factores fundamentales. Requieren importantes reformas si la región ha de dejar su lento progreso y comenzar a converger con las economías en vías de desarrollo de más rápido crecimiento, e incluso con las economías avanzadas.
Desde luego, los problemas no son nuevos. Entre 1960 y 2017, la tasa de crecimiento promedio del PIB per cápita real fue de 2,4%. Esto es bastante menos que la tasa de los países de Asia Emergente (4,9%) e inferior al promedio de los países fuera de la región (2,6%).
La inversión fue baja. Las tasas de inversión en la región fueron en promedio siete puntos porcentuales del PIB menos que las tasas de Asia emergente. Actualmente, de las regiones del mundo, sólo África Subsahariana invierte menos que América Latina y el Caribe como porcentaje del PIB. Como señalamos en nuestro informe insignia de 2016, las bajas tasas de ahorro nacional, los sistemas financieros pequeños e ineficientes, y una canalización deficiente de los recursos jugaron un rol. Contribuyeron a esa inversión insuficiente que fue crucial para frenar el avance de la región.
En algunos países, las bajas tasas de inversión parecen estar relacionadas más con una falta de oportunidades de inversión que con bajos ahorros. Tanto los problemas de los inversores para percibir retornos debido a una mala gobernanza corporativa, como la falta de derechos de los acreedores o la incapacidad de producir productos más sofisticados o valiosos, pueden jugar un rol en la disminución de los retornos para los inversores.
Una mayor productividad podría marcar una gran diferencia
La baja productividad fue otro elemento importante de la historia. Durante casi seis décadas, la región se benefició de un bono demográfico de trabajadores jóvenes con un nivel cada vez mayor de educación, con acceso casi universal a la educación primaria y acceso mucho más amplio a la escuela secundaria y la educación terciaria. Sin embargo, otros determinantes de la productividad acusaban un rezago. La productividad total de los factores (PTF), una medida de la eficiencia con que una economía utiliza la mano de obra y el capital, ha sido muy baja. En realidad, la contribución de los cambios en la PTF al crecimiento fue básicamente cero a lo largo de los últimos 50 años, lo cual explica el crecimiento relativamente lento de la región en comparación con otras partes del mundo.
Detrás de este fenómeno hay numerosos factores en los que la región debe mejorar si se trata de cambiar su suerte: bajos niveles de innovación, informalidad en los mercados laborales y distorsiones en los impuestos que mantienen a las empresas pequeñas e ineficientes.
Sin embargo, por el momento, pensemos sólo en el tema de los impuestos. Puede que algunos países tengan o no tengan tasas de impuestos corporativos muy altos, pero, con recursos limitados, los esfuerzos de fiscalización tienden a centrarse en el cumplimiento de las grandes empresas. Puede que esto tenga el efecto perverso de alentar a las empresas a seguir siendo pequeñas -y, por lo tanto, menos productivas- de modo que puedan desenvolverse fuera del radar de las autoridades tributarias. Los esfuerzos para ayudar a las pequeñas empresas implementando regímenes fiscales especiales que les faciliten operar en el mercado formal a menudo agravan el problema. Dado que las empresas sólo pueden pagar tasas más bajas si se mantienen por debajo de un cierto nivel de ventas, de empleados o espacio físico, tienen incentivos para seguir siendo pequeñas. Esto es especialmente cierto si sus ganancias después de impuestos disminuyen a medida que crecen en tamaño. El impacto de favorecer las empresas pequeñas menos productivas de esa manera es un golpe a la productividad del conjunto de la economía.
A su vez, la baja productividad influye en la eficiencia de las inversiones. Por cada peso invertido, hay una cantidad muy limitada de producto incremental en América Latina y el Caribe. De hecho, la eficiencia de la inversión en América Latina y el Caribe es menor que en Asia Emergente y que en el resto del mundo. Mientras en Asia Emergente un punto porcentual de aumento de la inversión como parte del PIB rinde cerca de 0,28 puntos porcentuales de un mayor crecimiento del PIB al año, en América Latina rinde sólo un 0,20%. Estas diferencias se acumulan a lo largo del tiempo y producen importantes brechas de crecimiento entre las regiones.
Una inversión más alta y más eficiente es clave
Observando tanto los niveles de inversión como de eficiencia de la inversión, tenemos una visión bastante clara de lo que la región se está perdiendo. Si la región hubiera tenido el nivel promedio de eficiencia de las economías de Asia Emergente entre 1960 y 2017, su PIB sería el doble del actual. Su PIB también se habría duplicado si sus tasas de inversión hubieran igualado a las de Asia Emergente. Pero si las tasas de inversión y la eficiencia juntas fueran iguales a las de Asia Emergente, el PIB real hacia 2017 podría haber sido seis veces mayor, lo cual es un dato impresionante.
América Latina está perdiendo rápidamente sus ventajas demográficas. Su población está envejeciendo y hacia finales del siglo superará a Europa como la región con el mayor porcentaje de personas en edad avanzada en relación con la población en edad de trabajar.
Sin embargo, la región puede cambiar el estado de cosas. Si bien las perspectivas de un nuevo auge de los precios internacionales de las materias primas parecen remotas, todavía hay espacio para mejorar la educación y las habilidades. Invirtiendo más, mejorando la productividad y volviendo más eficiente la inversión, la región podría dar un salto hacia adelante, y alcanzar un crecimiento significativamente mayor y sostenible. Si bien algunos de los problemas son comunes en todos los países, las soluciones son necesariamente específicas de cada país. El Informe Macroeconómico de América Latina y el Caribe, publicado recientemente, trata de como a los países les conviene pensar en cuales son las opciones de políticas más adecuadas en las condiciones actuales. Además, un conjunto de Notas sobre el Desarrollo de los países aborda los retos individuales de cada país y sus opciones de políticas.
Este artículo se publicó originalmente en Ideas que cuentan, el blog del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).