Acerca de la inflación de los servicios de telecomunicaciones en la última década

Una de las principales limitaciones de los índices de precios al consumidor (IPC) es su incapacidad de incorporar cambios en la calidad. El cálculo de un IPC requiere la definición a priori de una canasta de bienes y servicios, y a menudo dichas canastas permanecen sin actualizarse por varios años.  En sectores en los que las firmas introducen nuevos y mejores servicios los consumidores terminan pagando, con frecuencia, precios por unidad más bajos, aunque los precios nominales sean más altos. Este es el caso de muchos bienes y servicios tecnológicos cuyo precio por unidad de calidad es decreciente. Los índices de precios deberían ajustarse para descontar este efecto, mostrar la caída en el precio e incorporar los cambios que inducen en los patrones de gasto. Si no se hace, se puede sobrestimar la inflación.

Discutiremos a continuación este efecto en el mercado colombiano de servicios de telecomunicación que incluyen los servicios de telefonía celular y de acceso a internet y que en el IPC se denominan “gasto en comunicaciones”. Este componente incluye las subcategorías de telefonía (“servicios de telefonía”) e internet (incluido en “otros servicios de telefonía”). La calidad de estos productos (medida en velocidades de descarga y subida) y su penetración en los hogares del país han crecido vertiginosamente en la última década.[1]

Para los cálculos, usamos los mismos datos que se usa Vélez (2017)[2] en los que se observan los precios, las características y el número de suscriptores  de todos los servicios de telecomunicaciones ofrecidos en Colombia. Con las funciones de demanda de servicios de telecomunicaciones que estima Vélez podemos medir los cambios de bienestar causadas por aumentos en la calidad lo que nos permite obtener una medida del incremento de precios que realmente enfrentan los consumidores.

Para ilustrar el problema, considérese la figura 1 que muestra la evolución del componente del IPC «otros servicios de telefonía» junto a los precios unitarios promedio de internet fijo y móvil entre 2008 y 2015.[3] Aunque el IPC muestra un abaratamiento de alrededor de 10% de la canasta «otros servicios de telefonía» que incluye todos los servicios de internet, no refleja la drástica caída de los precios unitarios que los hogares pagan por Mbps de internet fijo y por Gb de internet móvil y que fue superior al 30%.[4]

Figura 1: Precio de servicios de internet en el tiempo

De manera similar, la figura 2 muestra la evolución del componente del IPC «servicios de telefonía», junto con los precios unitarios de telefonía fija y telefonía celular para el mismo lapso de tiempo. El incremento de alrededor del 25% en el precio promedio por minuto de llamadas de larga distancia nacional desde un teléfono fijo es similar al del componente de telefonía en el IPC. En contraste, el precio del minuto de llamadas entre celulares cayó casi 75%.

En el caso de internet, el problema es que el IPC no incorpora cambios en la calidad del producto. Este problema no es específico de Colombia y ocurre incluso en EEUU donde el BLS aún no incluye las telecomunicaciones entre los bienes cuyos precios se ajustan “hedónicamente” por cambios en su calidad.

En el caso de la telefonía, el problema es que el IPC se basa en la composición del gasto de los hogares en la Encuesta de Ingresos y Gastos de 2007. Por lo tanto, no tiene en cuenta el aumento sustancial en el consumo de servicios de telefonía móvil. De hecho, el IPC aún incluye ítems, como los servicios de las cabinas telefónicas, que prácticamente han desaparecido en favor de mejores sustitutos.

Figura 2: Precios de servicios de telefonía en el tiempo

Los índices de precios del estilo del IPC, se basan en el precio de canastas fijas de bienes. En contraste, los índices de precios “verdaderos” corresponden al precio de los productos que les generan a los consumidores un bienestar constante. Así, un índice de precios verdadero de los servicios de telecomunicación debería reflejar el abaratamiento sustancial de su calidad. El problema es que un índice de precios verdadero es difícil de calcular, pues requiere de la estimación de una función de utilidad que permita evaluar el bienestar de los consumidores para precios alternativos.

Para el caso de los servicios de telecomunicación en Colombia, podemos usar las estimaciones de la demanda del trabajo de Vélez para computar un índice verdadero de precios de los servicios. En la figura 3 mostramos el resultado de este cálculo para los años 2008-2015 y que muestra una caída de más del 40%. Es decir, el precio de la canasta de servicios de telecomunicación que maximizaba el bienestar de un consumidor típico en 2008 había caído 40% en 2015.

Mostramos también el componente de telecomunicaciones del IPC que, por el contrario, muestra un aumento del 14%. Adicionalmente, mostramos como referencia el precio de la canasta modal de servicios de telecomunicaciones que se observa en los datos, cuya calidad crece a medida que las empresas ofrecen nuevos planes, y que muestra un incremento de más del 30%. Como queda claro, el IPC está sobreestimando la inflación de los servicios de telecomunicaciones que contribuye con el 3.5% del total del IPC. Es de esperar que este problema se extienda en alguna medida a otros bienes y servicios tecnológicos, como aparatos electrónicos y electrodomésticos que tienen precios que caen y calidad variable.

Para finalizar, valga tener en cuenta que en una economía como la colombiana el problema bien puede extenderse a otros bienes no tecnológicos pero cuya calidad varía en el tiempo. Por ejemplo, la calidad de la vivienda crece (o cambia) significativamente en el tiempo, cuando los hogares se mueven de zonas marginales a urbanizaciones formales lo cual implica que su precio por la misma calidad está cambiando a un ritmo distinto al que capturan los datos crudos de arriendos y precios de inmuebles. Independientemente de la necesidad o conveniencia de que los índices de precios en los que se basan las políticas públicas incorporen estos efectos en alguna medida, es importante tenerlos en cuenta así sea tan sólo para interpretarlos.

Figura 3: Inflación del gasto en comunicaciones

[1] La velocidad promedio de descarga en 2008 era de 0.9 Mbps y hoy es de casi 10 Mbps.(https://archive.is/KgI1n)

[2] Vélez, J. (2017). Merger Effects with Product Complementarity: Evidence from Colombia’s
Telecommunications
(Borradores de Economía, No. 1018).

[3] Los servicios incluidos en la canasta «otros servicios de telefonía» son: internet fijo, internet móvil,café internet, llamadas a larga distancia nacional o internacional desde cabinas y pago de llamadas por minutos celulares desde cabinas.

[4] Hay que tener en cuenta que, típicamente, los precios de internet fijo y móvil no son lineales. El precio
que se paga por Mbps en un plan de 20 Mbps es inferior al que se paga en un plan de 5 Mbps. Ésta
característica, junto con el hecho de que los hogares Colombianos demandan cada año mayores
velocidades de descarga y más datos de navegación, implica que, efectivamente, los hogares están
pagando menos por unidad demandada.