Cuando los economistas hablamos de los costos de la inflación solemos incluir en la lista de males el hecho de que la inflación podría golpear con mayor fuerza a los pobres. Por ejemplo Mankiw afirma que la inflación “[n]o es un impuesto sobre todos los activos, sino solo sobre los activos que no generan intereses, como el efectivo. Los ricos pueden mantener la mayor parte de su riqueza en formas que pueden evitar el impuesto inflacionario.” De esa narrativa se han apropiado muchos banqueros centrales para defender posturas antiinflacionarias (fuertes). La presidenta de la Reserva Federal de Kansas City, Esther George, dijo hace poco que «no soy tan entusiasta como algunos cuando veo que la inflación aumenta», porque «la inflación es un impuesto y los que menos pueden pagarlo generalmente son los que más sufren». En una línea similar, Benoît Cœuré, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, argumentó en un discurso en 2012 que «la inflación también es particularmente perjudicial para los más pobres «, y agregó que «los hogares más pobres tienden a tener una mayor fracción de su riqueza financiera en efectivo, lo que implica que tanto los aumentos esperados como los inesperados en la inflación los hacen aún más pobres». Tales posturas también son comunes entre los bancos centrales en los países en desarrollo. Por ejemplo, el Banco Central de Colombia explica en su página web que mantener la inflación baja y estable es importante porque “una inflación creciente significa una redistribución del ingreso en contra de la población más pobre.”
Podríamos concluir que combatir con vehemencia la inflación sería una forma de implementar una política pública alineada con las preferencias e intereses de los más pobres. Sin embargo, como el combate de la inflación deja daños colaterales en frentes como el crecimiento y el desempleo, esa conclusión puede ser incorrecta. De hecho, recientes investigaciones muestran que los daños colaterales del combate pueden recaer con particular fuerza sobre los pobres.
Por lo tanto, tenemos por un lado una narrativa establecida que justifica las posturas antiinflacionarias como necesarias para proteger a los pobres de las consecuencias de la inflación y, por otro, la evidencia que muestra que los efectos secundarios de estas políticas pueden tener un impacto particularmente adverso en ellos. Esto sugiere que las preferencias frente a la inflación y al desempleo (un indicador de los efectos secundarios de los shocks monetarios) podrían no estar distribuidas de manera uniforme entre grupos de ingresos.
En una investigación que acabamos de terminar con José Nicolás Rosas, estudiamos las preferencias sociales por inflación y desempleo en Europa y América Latina. Lo hacemos para toda la población así como separándola entre ricos y pobres. Allí corroboramos que en Europa puntos adicionales de inflación y desempleo disminuyen el bienestar (como en Di Tella et al. (2001) y Wolfers (2003), entre otros). Establecemos que este hallazgo también está presente en América Latina. Más importante aún, encontramos que la aversión al desempleo es más alta que la de la inflación. Si bien esto es cierto en ambas regiones, el tamaño ese coeficiente es mucho mayor en América Latina: allí un punto extra de desempleo tiene el mismo efecto sobre el bienestar que más de 4 puntos de inflación adicionales.
¿Por qué esta tensión es mucho mayor en América Latina que en Europa? Sugerimos dos explicaciones en el documento. Por un lado, Europa cuenta con generosos programas de seguro de desempleo que mitigan las consecuencias del desempleo en el bienestar. El seguro de desempleo es casi inexistente en América Latina. Por otro lado, los episodios recurrentes de inflación en el pasado llevaron a los latinoamericanos a construir instituciones—formales e informales—que mitigan muchos de los costos de las crisis inflacionarias. Estas instituciones están vigentes incluso en países que lograron tasas de inflación baja y estable hace tiempo. Por lo tanto, los latinoamericanos están mejor preparados para las crisis inflacionarias, mientras que europeos tienen mejores instituciones para enfrentar las consecuencias del desempleo.
En cuanto a cómo estas preferencias cambian a lo largo de la distribución del ingreso, encontramos—tanto para Europa como para América Latina—que el desagrado de los pobres respecto al desempleo en relación con la inflación es mucho más alto que el de los ricos. Este hallazgo riñe con la opinión comúnmente sostenida por los bancos centrales según la cual las posturas monetarias fuertemente antiinflacionarias se alinean especialmente bien con las preferencias de los pobres. Este resultado tiene implicaciones de primer orden sobre el balance que debería tener en cuenta un banco central enfrentado a disyuntivas entre inflación y desempleo y cómo ese balance se mueve a lo largo de la distribución del ingreso.
Referencias:
Banco de la República de Colombia. ¿Por Qué Es Importante Tener una Inflación Baja y Estable? Retrieved September 8, 2017, from http://www.banrep.gov.co/es/porque-es-importante-mantener-inflacion-baja-estable.
Cœuré, B. (2012, October 17). What Can Monetary Policy Do About Inequality? Speech presented at the International Day for the Eradication of Poverty, European Parliament, Brussels, Belgium.
Coibion, O., Gorodnichenko, Y., Kueng, L., and Silvia, J. (2017). “Innocent Bystanders? Monetary Policy and Inequality.” Journal of Monetary Economics, 88, 70-89.
Di Tella, R., MacCulloch, R. J., and Oswald, A. J. (2001). “Preferences over Inflation and Unemployment: Evidence from Surveys of Happiness.” The American Economic Review, 91(1), 335–341.
George, E. (2017, April 18). On the Path of Monetary Policy Normalization. Speech presented at the 26th Annual Hyman P. Minsky Conference, Levy Economics Institute of Bard College, Annandale-on-Hudson, NY.
Hofstetter, Marc y José Nicolás Rosas. 2018. The Poor and the Rich: Preferences Over Inflation and Unemployment. Documentos Cede, 2018-5. Universidad de los Andes, Colombia.
Mankiw, G. (2006, May 23). The Inflation Tax [Blog post]. Retrieved from http://gregmankiw.blogspot.com/2006/05/inflation-tax.html.
Wolfers, J. (2003). “Is Business Cycle Volatility Costly? Evidence from Surveys of Subjective Well-Being.” International Finance, 6(1), 1–26.
Está muy interesante el artículo y de hecho bancos centrales como la FED tiene tienen entre sus objetivos el bajo desempleo. En el caso de Colombia no sé por qué estructuralmente el desempleo es tan alto, comparado con los pares regionales y no sé qué tanto pueda hacer el Banrepública para contribuir a menores tasas de desempleo con su herramienta de tasas de interés. ¿Si un país tiene una inflación baja y estable no genera condiciones apropiadas para la creación de empleo?
De otro lado en esta frase «En cuanto a cómo estas preferencias cambian a lo largo de la distribución del ingreso, encontramos—tanto para Europa como para América Latina—que el desagrado de los pobres respecto al desempleo en relación con la inflación es mucho más alto que el de los ricos», tiene todo el sentido del mundo porque si soy pobre y no tengo empleo no tengo ingresos para poderle hacerle frente a la inflación, y si soy rico la inflación puede no afectar mis altos ingresos, y en caso de perderlo puedo conseguir más fácilmente otro trabajo, por lo que no creo que ambas variables sean comparables para medir un nivel de preferencia o desagrado como se llama en el artículo.