La discusión sobre el rumbo del país es tema obligado en período de elecciones. Más allá de lo coyuntural, sin embargo, llevamos varios años en los que el debate público se ha caricaturizado entre quienes tienen una mirada autocomplaciente versus quienes tienen una mirada autoflagelante. Desde las masivas protestas sociales del año 2011, esta discusión se ha intensificado y polarizado. En un mundo de blancos y negros, están los que plantean que todas las reformas del actual gobierno están mal planteadas y mal implementadas y, en la vereda opuesta, los que sugieren que el rumbo es el correcto y que el tiempo les dará la razón.
Más allá de las elecciones generales del 19 de noviembre, urge complejizar este debate y desafiar prejuicios existentes que dificultan la construcción de un diagnóstico compartido que sirva de base para pensar en las políticas públicas que Chile necesita. Con este objetivo, hace unos días Espacio Público e Ipsos Chile lanzaron los resultados de una encuesta representativa de 1.000 casos, aplicada en las grandes ciudades del país (Antofagasta, Valparaíso, Santiago y Concepción), la cual indaga sobre la visión de los chilenos y chilenas en los ámbitos de salud, educación, democracia, calidad de vida, ciudad, consumo y endeudamiento.
Al preguntar por temas que les quitan el sueño a los chilenos y chilenas, llama la atención que después de la delincuencia un servicio de salud deficiente es el segundo problema que más les afecta. También cabe destacar áreas de política pública que están mejor evaluadas de lo que comúnmente se sugiere en el debate público. Por ejemplo, ante la afirmación “en los últimos 5 años la calidad de la educación a la que yo o algún miembro de mi familia ha accedido ha mejorado”, el 46% señala estar de acuerdo y el 6%, muy de acuerdo. Asimismo, cuando se pregunta por la evaluación de la educación que reciben los niños de su familia, el 71% indica que es buena y el 12%, que es muy buena. Pareciera así que salud es un tema que se está instalando como prioridad ciudadana y que, por lo tanto, debiese ocupar un lugar más predominante en la agenda de políticas públicas, y que en el ámbito de la educación, si bien faltan cosas por hacer, la gente percibe que hay avances.
Complejizar el debate sobre las políticas públicas exige además conocer la disposición al cambio de los chilenos y chilenas, y las condiciones bajo las cuales están dispuestos a aceptar ajustes que afectan su día a día. Identificamos una disposición favorable a buscar mayor integración en los colegios: 84% está de acuerdo con que en los colegios debe asistir gente diversa, donde convivan estudiantes de clase alta, media y baja. Cuando se pregunta por una medida bien concreta, como es que en el colegio de sus propios hijos se implemente un programa piloto para integrar a niños de distintos estratos socioeconómicos, el 69% señala estar a favor y el 22%, muy a favor.
Encontramos también que estamos más abiertos de lo que usualmente pensamos a políticas de vivienda que promuevan la integración en los barrios: 81% está de acuerdo con que en los barrios de su ciudad debe vivir gente diversa, donde convivan personas de clase alta, media y baja. Cuando se le pregunta a la gente por una situación concreta, como, por ejemplo, si estaría de acuerdo con que se construyan viviendas sociales muy cerca de su casa, el 62% señala estar a favor y el 12%, muy a favor. Cabe subrayar que entre más joven, más se tiende a favorecer este tipo de políticas. Entre las personas que declararon no aceptar viviendas sociales en su barrio, sí lo harían si esta política fuese acompañada de una mayor presencia de Carabineros en el vecindario (47%), si el proyecto no significara un empeoramiento en la atención de servicios públicos (10%), o si se compromete la construcción de un parque u otro Espacio Público (5%).
En los próximos años, el país tendrá que tomar definiciones clave en muchos ámbitos de política pública. Lo que parecía aceptable hace algunos años ya no lo es, tanto porque han cambiado las prioridades ciudadanas como porque las políticas ya implementadas han generado nuevas condiciones materiales. Pensar en políticas públicas que sean aceptadas y legitimadas por la ciudadanía es una condición para su sustentabilidad en el tiempo.
*Columna escrita junto a Miguel Pinto, Subgerente de Ipsos