Mientras andaba desconectado de las noticias de Colombia por seguir las elecciones francesas, descubrí, para mi gran sorpresa, un proyecto de ley propuesto por Samuel Hoyos, Representante a la Cámara por el Centro Democrático, que propone una regulación interesante de la dosis mínima. Digo que este proyecto me sorprende, dado que, respecto al tema de las drogas hasta el momento el Uribismo se había mostrado más inclinado hacia posiciones dogmáticas a favor de la represión que buscando posiciones pragmáticas que podrían dar resultados.
Como bien lo recuerda este artículo de Semana, la dosis mínima fue objeto de varias idas y vueltas. Una de las más recientes se debe a una sentencia de la Corte Suprema que introdujo el concepto de dosis de aprovisionamiento, lo cual tiene por efecto principal burlar el umbral estipulado por la regulación de la dosis mínima. En términos prácticos, la dosis de aprovisionamiento es un vacío en la ley, porque cualquier persona que carga una dosis de droga bien superior a la dosis mínima puede seguir invocando que es para su consumo personal. Este concepto complica obviamente el papel de las autoridades porque borra de manera alegre la frontera entre consumo personal y micro-tráfico. Por otro lado, su aplicación puede resultar muy injusta porque para las personas arrestadas con una cantidad de droga superior a la dosis mínima, su suerte dependerá de la discrecionalidad de los jueces de turno, lo que puede implicar que simples consumidores tengan problemas judiciales, mientras que integrantes de bandas de microtráfico se salgan con la suya invocando su “dosis de aprovisionamiento”.
Para superar esta situación, de manera pragmática lo que propone el proyecto de ley de Samuel Hoyos es acatar los dos conceptos de dosis mínima y de dosis de aprovisionamiento para definir un segundo umbral, que corresponde a diez veces la cantidad de drogas definida por la dosis mínima. En otras palabras, se mantendrá una zona gris mencionada para personas que llevan cantidades superiores a la dosis mínima pero inferiores a diez veces esta cantidad, mientras que se considerarán como actividades de tráfico de drogas si la cantidad incautada es superior a diez veces esta cantidad.
Esta propuesta me parece interesante y quizás hasta puede reducir las cantidades de drogas en las calles al incrementar el precio de estas, si se combina este segundo umbral con un mecanismo de tipo “palo-zanahoria”. En un modelo que he empezado a desarrollar y que retomó para completarlo en su tesis de Maestría Catalina Asmar (estudiante de Maestría de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes), exploramos la idea de castigar fuertemente las personas/organizaciones con cantidades de drogas altas, es decir por encima de un umbral (el palo), mientras que disponer de pequeñas cantidades sería legal (la zanahoria). Bien calibrada, esta política puede ser eficiente para incrementar los costos de distribución de las drogas, lo cual se reflejará en los precios cobrados a los consumidores. Para las drogas menos adictivas, este incremento de precio puede realmente ayudar en reducir el consumo.
El mecanismo detrás de esta propuesta es el siguiente: si el castigo de la justicia es suficientemente fuerte cuando se viola la ley, i.e. con cantidades de drogas superiores al umbral, mientras que la distribución de pequeñas cantidades es legal, los agentes involucrados en actividades de narcotráfico tendrán naturalmente incentivos a cumplir la ley. Pero por cumplir la ley los distribuidores reducen la incertidumbre causadas por las incautaciones pero ya no gozan de economías de escala, porque manejan cantidades de drogas más pequeñas, lo que incrementa sus costos. Este incremento de los costos en la distribución de drogas, a su vez, aumenta los precios cobrados a los consumidores, aunque la intensidad de este incremento, como ya lo vimos, dependerá de las características de las drogas.
En resumen, este umbral de diez veces la dosis mínima propuesto en el proyecto de ley del representante Hoyos puede ser una buena oportunidad de reducir el consumo de drogas si se ve acompañado de castigos más fuertes cuando se sobrepasa este umbral. En otras palabras, una política de legalización del consumo de drogas pero con “mano dura” para cantidades mayores puede ser más efectiva que legalizar todo, o al contrario, una política de represión al consumo.
Otro aspecto de este proyecto de ley es el de prohibir el consumo de drogas para las personas que ejercen algunas profesiones. Como de costumbre en Colombia, este aspecto ha generado posturas y reacciones filosóficas desconectadas de la realidad. Tengo también mi sensibilidad libertaria, pero invocar el derecho al libre desarrollo de la personalidad y de su intimidad sin tener en cuenta las particularidades de las actividades profesionales de las personas me parece totalmente estéril, para no decir irresponsable. De hecho, para dar un solo ejemplo, en casi todos los países se aplican controles a las personas que trabajan en el sector del transporte aéreo para detectar, y por ende para prevenir el consumo de drogas, sin que la gente cuestione eso. Las libertades individuales tienen también límites, en particular cuando las acciones de uno afectan al libre desarrollo de los demás. La discusión debería ser entonces más aterrizada mirando profesión por profesión para determinar si el consumo de drogas de los trabajadores constituye realmente un peligro para la sociedad. Por ejemplo, no creo que todas las profesiones de la ciencia de la salud mencionadas en el proyecto de ley deban ser sometidas a estos controles. Para un cirujano se puede entender, para los prestadores de salud que ofrecen servicios de medicina ambulatoria, ya carece de sentido.
Para terminar, uno de los aspectos prácticos, pero de igual importancia, es la tecnología de estas pruebas. El tetrahidrocanibinol, la molécula psicoactiva contenida en la marihuana es conocida por poder ser detectada en la sangre mucho tiempo después de su consumo. Al contrario, drogas más fuertes como la cocaína desaparecen rápidamente después de su consumo. Por ende, hay que diseñar bien estos controles, pero también las sanciones correspondientes en caso de resultados positivos para que las personas sometidas a estos controles no tengan los incentivos en sustituir drogas suaves como la marihuana, por otras más nocivas solamente para poder burlar más fácilmente estos controles.
Todas estas regulaciones de las drogas en sus mínimas dosis se deben considerar en un amplio estudio a fin de no errar ¿imagínense si esto le causa un problema de salud irreparable a alguien? de seguro que afectaría a muchos.
RapiCredit
Las drogas son nocivas y el objetivo es reducir el consumo. Lo que argumento en esta entrada es que una regulación con dosis minima y castigos fuertes puede bajar el consumo.