En fechas recientes, el Banco Interamericano de Desarrollo me invitó a presentar un documento de trabajo titulado “En busca de mayores ingresos per cápita: ¿Cómo priorizar entre los determinantes de la productividad?”[1] El trabajo se publicó en marzo de 2016, pero en México se presentó un año después. La idea alrededor de la cual gira el artículo es la baja productividad que el mundo ha experimentado en fechas recientes, sugiriendo, con las correspondientes demostraciones matemáticas, las áreas en las que cada país tendría que invertir para mejorar la productividad siempre en aras de incrementar el ingreso per cápita de la población.
La evidencia ahí presentada es interesante. Hoy en América Latina, en términos generales, somos más ricos de lo que nunca habíamos sido, pero estamos más lejos del nivel de vida del norteamericano promedio de lo que se estábamos hace dos generaciones. Con datos desde 1960, se observa que los factores de producción han crecido consistentemente, es decir, hay más trabajo y más capital. Este incremento se ha traducido en mejoras en el ingreso per cápita, pero no lo suficiente como para lograr mejoras relativas, es decir, en comparación con el de las economías desarrolladas. Como si se tratara de una película, les adelanto el final. El culpable de este mediocre avance es la baja en la productividad que, de acuerdo al estudio mencionado, ha disminuido 29% en Latinoamérica de 1960 a 2010.
En la discusión sobre el artículo, al que regresaré un poco más adelante, alguien mencionó los problemas inherentes a la medición de la productividad, regresando a cuestionamientos conceptuales sobre el significado de la misma. Al discutir los problemas en la medición – decimos que el PIB crece si hay mayor productividad, pero para medir la productividad usamos el PIB sin considerar la causalidad – alguien mencionó la dificultad de hacer estudios sobre el tema “porque la productividad es un bicho escurridizo”. ¿Cómo capturar los niveles de utilización del capital? ¿Cómo medir los niveles de habilidades de la población? ¿Será sólo un residual? Si se logran resolver esas preguntas, el siguiente cuestionamiento al hacer comparativas internacionales es ver si la forma en la que se mide, cualquiera que esta sea, es comparable.
Esta es solo una de las razones por las cuales el estudio es valioso. Encontrar datos comparables no es tarea menor.
El BID trata de identificar qué tienen que hacer las economías para mejorar su productividad, pero con el objetivo específico de aumentar el ingreso per cápita de la población. Para empezar, divide a las economías de la OCDE y Latinoamérica en grupos –llamados clusters– de acuerdo a su renta per cápita. En el cluster 1 se encuentran los de ingresos más bajos y en el cuarto, las economías con mayor renta por persona. Con el paso del tiempo las economías pueden moverse, desde luego, de un cluster a otro. Bolivia se movió del cluster 1 al 2 y Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Panamá y Perú del 2 al 3. Corea del Sur e Israel brincaron del 3 al 4. Ojalá los movimientos siempre fueran hacia un cluster más alto, pero el estudio muestra cómo Grecia y Eslovenia pasaron del cluster 4 al cluster 3. México se ubica en el tercero.
Una vez que se organizan los clusters, se evaluó dónde se tendría que invertir para incrementar la probabilidad de subir de grupo. Se analizaron 34 indicadores sobre ocho sectores que inciden en la productividad y para los cuáles se consiguió información. Los sectores son: educación, mercados laborales, mercado de capitales, telecomunicaciones, infraestructura, integración y comercio, innovación y salud. Me sorprendió no ver Estado de derecho, pero la explicación sobre su ausencia es completamente lógica. El Estado de derecho también es un bicho escurridizo, es algo sobre lo que todos tenemos una idea, pero sobre lo cual no hay un consenso único y mucho menos indicadores objetivos y comparables.
A partir de estos indicadores se corren las pruebas para determinar las prioridades de inversión, considerando la escasez de los recursos. Los resultados son los siguientes:
Los países que hoy están en el cluster 1, Honduras y Nicaragua, tienen que invertir en educación y en salud para lograr acercarse al cluster 2. Los que están en el 2 –Ecuador, El Salvador, Guatemala, Jamaica, Paraguay- tienen que enfocarse en integración y comercio principalmente, seguidos por una mejora en sus mercados laborales y el sector salud.
Conforme leía el artículo y con mi interés particular en México, me imaginaba el resultado sobre el tercer grupo. Estaba segura de que para incrementar la probabilidad de pasar al cuarto cluster, México tendría que invertir más en educación. Pero no. Para mi sorpresa, los países miembros del tercer grupo tienen que invertir sobre todo en infraestructura, seguido por la ampliación y profundización de los mercados de capitales y posteriormente en el sector salud.
El sector infraestructura no me sorprendió, pero sí llamó mi atención que la segunda prioridad fuera el mercado de capitales. Ceguera de taller. Para otros participantes no-mexicanos en el evento era evidente.
El sistema financiero de México ha ido cambiando con los años. Hay más bancos que hace 20 años, atendiendo a una gran diversidad de clientela. Hay intermediarios que se enfocan en el sector de bajos ingresos o de ingresos no comprobables que antes no estaba atendido. Pero sigue sin ser suficiente. México es la quinceava economía a nivel mundial, pero tiene únicamente 155 emisoras listadas en la Bolsa Mexicana de Valores, ocupamos el lugar 44 en esa lista. Para el PIB que tiene México, sería razonable tener 890 emisoras.
Imagino que de ser posible evaluarlo y medirlo, el Estado de derecho también estaría en la lista de sectores que contribuyen a mejorar la productividad, pero mientras logramos consensos y encontramos los datos, el artículo del BID da una buena guía de inversión macroeconómica. Cuando hablamos de recursos escasos para fines múltiples, habrá que priorizar. Ya sabemos por dónde empezar.
[1] https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/7511/In-Search-of-Larger-Per-Capita-Incomes-How-To-Prioritize-across-Productivity-Determinants.pdf?sequence=1