Recientemente han surgido voces que llaman a revisar la política de drogas en Colombia. En particular, se ha pedido el retorno de las aspersiones aéreas y la erradicación forzosa. Una mirada a la evolución reciente del área cultivada ayuda a explicar esta posición: desde el 2013 hay un aumento sostenido en el área cultivada de manera que, en la medida en que se considere que esta variable refleja el resultado de la política, también sugiere que la efectividad de la política ha caído sustancialmente desde el 2013.
El problema es que este diagnóstico ignora que ha habido una estrategia consiente por parte de las autoridades. La política de drogas cambió después del primer quinquenio del siglo XXI. Entendiendo que el objetivo final es reducir la oferta de cocaína, las autoridades han concentrado esfuerzos en destrucción de infraestructura e interdicción. No obstante, frecuentemente ignoramos la información disponible en lo que respecta a estas actividades.
Cifras del Observatorio de Drogas de Colombia indican que las incautaciones de hoja de coca aumentaron un 74,25% entre el año 2013 y el año 2015. Aunque este guarismo es inferior al 100% de aumento que registran los cultivos ilícitos en este periodo, sigue siendo un resultado impresionante. Además, indica que la oferta efectiva de coca tuvo un crecimiento inferior al crecimiento de los cultivos.
Adicional a lo anterior, para el mes de noviembre de este año, las incautaciones de cocaína ascendían a 308 toneladas métricas, esto es, 47,3% de la producción potencial de cocaína estimada por la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas para el 2015 (646 toneladas).
La evolución de las incautaciones ilustra la inconveniencia de utilizar el área cultivada como variable indicativa del éxito en la política de drogas. Para poder emitir un diagnóstico es necesario estudiar también la evolución una batería de variables.
El gráfico 1 presenta los resultados de un ejercicio preliminar en esta dirección. Tomando factores de conversión estándar, se estima la producción potencial de hoja de coca a partir del área cultivada, a este valor se le restan las incautaciones de coca.
La primera cosecha de coca se realiza después de siete u ocho meses de la siembra, y esta cosecha suele tener un menor rendimiento. La segunda cosecha que puede realizarse a entre uno y dos meses después de la primera y después el tiempo entre cosechas es de 40 a 60 días.[1] Por esto, los aumentos en área cultivada no se reflejan inmediatamente en aumentos en producción potencial.
Una vez obtenida la oferta de coca neta de incautaciones, se estima la oferta de base. Nuevamente, se restan las incautaciones de base y al resultado se le aplica el factor de conversión para estimar la oferta potencial de cocaína. Finalmente, se restan las incautaciones de cocaína.
Cada uno de los procesos requiere tiempo y a menudo hay periodos de almacenaje y transporte. No obstante, es imposible calcular con precisión el tiempo que transcurre entre la siembra y la entrada de la cocaína al mercado. Por esta razón, el gráfico presenta dos escenarios. En el primero, línea punteada, se supone un rezago de dos años y en el segundo (línea roja) se supone un rezago de un año.
Gráfico 1. Estimaciones de la cantidad de cocaína en el mercado.
En los dos escenarios, se estima un aumento de la oferta de cocaína en el año 2001 y una reducción posterior hasta el año 2014. La gran diferencia entre las dos estimaciones se presenta en al año 2015, suponiendo un rezago de dos años la caída en la oferta de cocaína se acentúa, pero si se supone un rezago de un año hay un leve repunte en la oferta.
De cualquier forma, este ejercicio llama la atención acerca de la necesidad de incluir toda la información disponible a la hora de evaluar la política de drogas. La oferta de cocaína colombiana en el año 2015 es, en el peor de los casos, similar a la del año 2013.
Otra reflexión con respecto a la evolución reciente de los cultivos ilícitos tiene que ver con el carácter transnacional del negocio del narcotráfico y con el llamado efecto globo. En el gráfico 2 se presenta información reciente sobre cultivos ilícitos en Colombia, Perú y Bolivia. Los datos sugieren que el repunte del área cultivada en Colombia estuvo parcialmente compensado por una caída en los cultivos en Perú de tal forma que la oferta de Suramérica tuvo un incremento porcentual inferior al de Colombia. Asimismo, al analizar todo el periodo, se aprecia que, para Suramérica, el área cultivada en el 2015 es igual al área cultivada en el año 2011. Esta información cobra relevancia por cuanto el narcotráfico es un negocio transnacional y la lucha contra las drogas es, al menos en el papel, una estrategia global.
En la práctica, si se trata de identificar la oferta potencial de cocaína, el origen de la coca resulta anecdótico.
Gráfico 2. Cultivos de coca en la zona andina.
[1] http://www.biesimci.org/documentos/archivos/proyectopiloto.pdf