Luis Miguel Castilla es un destacado economista peruano. En la última administración de Alan García se desempeñó como Viceministro de Hacienda y durante los primeros tres años de la gestión del presidente Humala, fue Ministro de Economía y Finanzas, y uno de los políticos más importantes de la administración. También fue embajador de Perú en Estados Unidos. Próximamente, será el nuevo gerente de Planificación Estratégica y Efectividad en el Desarrollo (SPD) en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
FE: Cuéntanos detalladamente cuál es tu formación académica. ¿Dónde estudiaste y sobre qué temas investigaste antes de dedicarte a la función pública?
LMC: Estudié el pregrado en Economía en McGill University en Canadá y obtuve la maestría y el doctorado en Johns Hopkins University, especializándome en macroeconomía, economía política y finanzas públicas. De hecho, mi tesis doctoral estudió la relación entre instituciones fiscales, crecimiento económico y estabilidad política. Una de mis contribuciones empíricas fue encontrar que los países que muestran continuidad en su gestión fiscal tienden a tener mejores resultados económicos. Recuerdo que construí una base de datos sobre la permanencia de ministros de Hacienda para un grupo grande de países por un periodo de tres décadas como un proxy de continuidad; es curioso que luego de 20 años en lo personal yo tuviera una de las gestiones más largas como Ministro de Finanzas en mi país. Durante mi paso como Economista Jefe de la CAF tuve la oportunidad de contribuir al debate de políticas públicas de la región con aportes de investigaciones aplicadas y publicaciones en diversos temas incluyendo infraestructura, apertura comercial, política social y diversificación productiva, entre otros.
FE: ¿Quiénes te han influenciado en tu carrera profesional y por qué?
LMC: Mi carrera profesional ha estado influenciada por los jefes que he tenido y por los equipos que he tenido el privilegio de dirigir. Enrique García, presidente saliente de la CAF, me enseñó la virtud de poder encontrar una agenda común de investigación que sirviera tanto a gobiernos conservadores como a aquellos más progresistas, sin dar recetas sino ofreciendo un menú de opciones basado en las mejores prácticas internacionales. Interactuar con administraciones públicas de distinto color político creo me permitió ser pragmático en mis responsabilidades posteriores en el gobierno. Empezando por mis asesores de tesis, Larry Ball y Lou Maccini en Johns Hopkins, hasta economistas como Barro, Lucas, Poterba, Blanchard y la escuela italiana especializada en economía política (Alesina, Tabellini, Perotti) han tenido una gran influencia en mi formación académica y luego profesional.
FE: ¿Qué te motivo a entrar en la función pública
LMC: Siempre he pensado que todo economista tiene que pasar por la función pública para tener un entendimiento cabal e integral de los problemas que afectan a los actores económicos y sociales y así poder diseñar e implementar mejores políticas públicas. En mi país, no todos los economistas pasan por el Estado, ya que aun siendo una de las experiencias más gratificantes que puede haber, se requiere una alta vocación de servicio debido a que, muchas veces, se tienen que asumir costos personales significativos y tiende a ser, a veces, una experiencia ingrata y no siempre valorada. En mi caso específico, siempre quise sacarme el clavo trabajando en el gobierno. Ingresé durante un momento personal delicado que me llevó de regreso al Perú luego de vivir cerca de 20 años fuera, con la idea de quedarme como máximo un par de años, y acabe sirviendo 7 años en dos gobiernos distintos.
FE: ¿Cómo cambió tu visión de la vida académica tu paso por la función pública?
LMC: Mi paso por la función pública me hizo valorar aún más la importancia que tiene la formación académica en la toma de decisiones que afectan la vida de muchas personas. Tener una formación académica sólida te permite entender rápidamente los detalles técnicos de las normas y políticas, ya que la mayoría del tiempo uno lo invierte en el ámbito político, convenciendo al presidente o al Congreso sobre la necesidad de apoyar u oponerse a alguna medida puntual. Tener una base técnica es clave porque los tiempos para tomar decisiones son muy cortos y es indispensable entender bien y rápido lo que los equipos técnicos proponen como insumos. Creo que los economistas académicos que logran pasar cierto tiempo por alguna responsabilidad pública tienen una ventaja respecto a aquellos que nunca intervinieron en la función pública porque logran comprender aquellos aspectos políticos o institucionales que muchas veces limitan la efectividad de una política pública o porque les permite obtener mejores explicaciones de lo que sucede en el “mundo real”.
FE: Te has desempeñado como Viceministro de Finanzas y luego como Ministro de Economía y Finanzas de Perú durante dos administraciones de distinto signo político. Ello te da una perspectiva inigualable de la política peruana. ¿Cuál crees que ha sido el progreso del país en todo ese periodo?
LMC: Lo más importante de este periodo es haber logrado que el modelo económico que rige al Perú desde la década de los noventa, y que tantos frutos ha dado, haya perdurado en el tiempo, consolidando tres aspectos claves: el mantenimiento de fundamentos macroeconómicos sólidos, la profundización de la apertura comercial y la creación de las condiciones propicias para la inversión privada. Construyendo sobre lo ya avanzado, el gobierno del Presidente Humala añadió un énfasis especial en la importancia de la inclusión social y en acortar las brechas especialmente entre las áreas urbanas y rurales. La política social ha progresado al tener un manejo técnico y no clientelar, y el foco se ha acentuado en cerrar las brechas de cantidad y calidad en el capital humano y físico. Esto último se ha logrado sin afectar la solvencia y credibilidad del manejo fiscal y económico del país. Dado que mi gestión coincidió con el fin de la bonanza de las materias primas, se estableció la necesidad de tener una visión y estrategia de diversificación productiva basada en mejoras en la productividad, la reducción de los costos de transacción que muchas veces el Estado impone a los ciudadanos y las empresas, y la adopción de Asociaciones Público Privadas para identificar cuellos de botellas y cerrar brechas en la acumulación de capital físico y humano. Pese a tener un contexto externo desfavorable, el Perú continúa teniendo las mejores perspectivas de crecimiento y progreso social de los países grandes de América Latina. La continuidad de ciertas políticas de Estado así como el abordaje de retos más estructurales explican este desempeño.
FE: ¿Cuáles son los principales desafíos en materia económica que enfrenta Perú en el corto y mediano plazo?
LMC: Los principales retos que enfrenta el país son políticos e institucionales. En el frente económico, el principal reto en el corto plazo es llevar adelante una consolidación fiscal gradual sin afectar la recuperación de la demanda interna. Un segundo reto es continuar con la simplificación administrativa y desregulación que permita acelerar el ritmo de expansión de la inversión privada. Asimismo, lograr la concreción de importantes proyectos mineros, pese al entorno más desafiante tanto en materia de rentabilidad como en la necesidad de enfrentar la conflictividad social asociada a estos proyectos extractivos. Un reto no menos importante es brindar servicios básicos de calidad a la población (especialmente en materia de seguridad, educación y salud), lo cual dependerá del avance que se logre en la modernización del Estado peruano y las mejoras que se alcancen en el proceso de descentralización. En el mediano plazo, el Perú debe mejorar sus niveles de productividad para lograr una mayor formalización de su fuerza laboral como así también lograr una mayor diversificación productiva apalancada sobre la base de sus recursos naturales, y mejorar la institucionalidad, incluyendo una lucha más efectiva contra la corrupción y un sistema político más representativo de la sociedad peruana y más transparente.
FE: En la administración de Humala, no solo fuiste Ministro de Economía sino que también fuiste una pieza clave del gobierno. Luego fuiste embajador en US. ¿Cómo te relacionas con la vida política?
LMC: El ejercicio de la función pública con importantes responsabilidades demanda entender cómo funciona la política y como se torna un factor determinante para el éxito o fracaso de una reforma. Mi experiencia era principalmente técnica pero para lograr cumplir mis funciones con efectividad tuve que aprender rápidamente a interactuar con agentes políticos, los distintos niveles de gobierno, los poderes autónomos del Estado y los medios de comunicación, entre otros. La negociación política no es fácil, dados los intereses que siempre existen, y la necesidad de conseguir consensos para lograr que los cambios y las reformas sean sostenibles en el tiempo. Lograr una mayor legitimidad de la población también requiere saber explicarle los beneficios de lo que se hace, lo que muchas veces constituye un desafío importante. En general, las posiciones de gobierno que he tenido me han dado la oportunidad de crecer en el cargo, matizar al tecnócrata con el político, saber aprender de las buenas experiencias y sacar lecciones de los errores.
FE: Sin embargo, ahora asumirás un rol entre técnico y administrativo en el BID. ¿Qué te llevo a dar este paso en tu carrera?
LMC: De alguna manera regreso al mundo profesional desde el que inicié mi carrera, trayendo una experiencia que puede ser útil para que el BID continúe manteniendo su relevancia en el desarrollo de sus países miembros. La planificación estratégica se torna una tarea cada vez más importante para estas entidades dados los cambios políticos, tecnológicos y demograficos que están ocurriendo y dada la necesidad de adecuarse para seguir ayudando en el desarrollo de sus países miembros.
FE: ¿Cuáles son los principales desafíos económicos y políticos que enfrenta América Latina?
LMC: Los retos que enfrenta el Perú son similares a los que enfrenta la mayoría de países latinoamericanos. Si bien hay heterogeneidad en la región, retos comunes son lograr un mayor crecimiento económico que evite retrocesos en materia social (tanto en reducción de pobreza como consolidación de las clases medias) en un entorno externo desafiante donde hay desencanto con los beneficios de la globalización y presiones populistas y proteccionistas cada vez más fuertes provenientes de ciertos países industrializados. La inclusión social es fundamental ya que la región sigue siendo la más desigual del mundo. Mejoras en la productividad, en la calidad de las instituciones y en el sistema político son aspectos que diferenciarán a países que logren seguir prosperando de aquellos que se estanquen por no emprender las reformas estructurales que se requieren.
FE: ¿Cuál piensas debe ser el rol del Banco Mundial y el BID en el proceso de desarrollo de América Latina?
LMC: La banca multilateral de desarrollo tiene un rol fundamental para seguir coadyuvando el desarrollo de sus países miembros. Este papel se torna particularmente importante en esta fase del ciclo económico con mayor aversión al riesgo, mayor volatilidad e incertidumbre, donde una mayor demanda por financiamiento y apoyo técnico es indispensable. El rol contracíclico y catalítico de estas entidades se pondrá a prueba una vez más, en un contexto delicado de cambio político en los EEUU, país que es el principal aportante de capital del BID y el Banco Mundial y que juega un rol fundamental en su gobernanza. Mantener la relevancia como fuente de conocimiento para el diseño de mejores políticas públicas, atender las necesidades de financiamiento de países que son distintos entre sí, medir la efectividad de sus acciones para el desarrollo, lidiar constructivamente con actores de la sociedad civil e innovar con nuevos productos y servicios asegurarán que estas entidades multilaterales continúen cumpliendo su mandato y que sus países miembros los continúen viendo cómo socios activos de su desarrollo.
FB: ¡Muchas gracias, Luis Miguel!