Aproximadamente dos tercios de los trabajadores Mexicanos no pagan contribuciones sociales y, por lo tanto, no tienen acceso a prestaciones como seguro médico o fondo de pensiones, instrumentos esenciales para mitigar dos de los riesgos más importantes a los que nos enfrentamos las personas: el riesgo de enfermar y el riesgo de vivir. Quizás se sorprendan que diga que vivir es un riesgo, pero lo es. Lo es porque debemos ser capaces de mantener una calidad de vida suficiente durante un número de años que “a priori” es desconocido, algo que muchos adultos mayores no obtiene. Una pregunta pertinente que debemos formular es qué papel juega el diseño del sistema de seguro social formal y, si jugara un papel importante, qué cambios podemos hacer en el sistema para incorporar a la población desprotegida.
Ante el enorme problema social que representa la informalidad, la República Mexicana y sus diferentes entidades federativas han erigido un sistema de prestaciones sociales para los trabajadores informales que coexiste y duplica las prestaciones de los trabajadores formales. Es decir, si los trabajadores formales tienen el IMSS, los informales el Seguro Popular. Si los trabajadores formales tienen fondo de pensiones, los informales pueden acceder a pensiones no contributivas, que no requieren de haber cotizado en el sector formal, como el programa “65 y más” y así sucesivamente. Merece la pena examinar en mayor detalle el sistema no contributivo de pensiones, debido a su relativa generosidad para los jubilados informales y a que es financiado, principalmente, por el valor que genera la economía formal. La generosidad es lo que vulgarmente se conoce como “tasa de reemplazo:” el resultado de dividir lo que ingresa una persona en concepto de pensión, relativo a lo que obtuvo en promedio durante su vida laboral. Por ejemplo, si yo ganara 500,000 pesos al año y la tasa de reemplazo fuera del 50%, entonces obtendría una renta anual a perpetuidad de 250,000 pesos.
De acuerdo con la “Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico” (OCDE), dichas pensiones representan el 60% del salario para los trabajadores informales que ganaron 50,000 pesos anuales durante su vida y de un 30% para aquellos que ganaron 100,000, pasando a ser cero para ingresos superiores a 300,000 pesos anuales. Estas son tasas de substitución salarial superiores a sus equivalentes en el sector formal y no debería sorprendernos que la informalidad esté compuesta, principalmente, por trabajadores jóvenes o trabajadores viejos, como muestra el Gráfico 1.
El diseño de las cotizaciones sociales en vez de mitigar el problema lo exacerba, ya que el esquema de cotizaciones sociales es enormemente regresivo, tanto que un trabajador que ganara 50,000 pesos estaría pagando un 25% de ese salario en impuestos aproximadamente, mientras alguien que ganara más de 300,000 pesos sólo pagaría un 10%, como nos muestra el gráfico 2. Los más pobres pagan el doble.
En un proyecto de investigación, realizado con una colega del Fondo Monetario Internacional (FMI), nos dedicamos precisamente a estudiar el problema expuesto y encontramos argumentos convincentes de cómo el diseño dual de las transferencias y su financiación regresiva son responsables de desincentivar que los más vulnerables: jóvenes, viejos y los empleados en peores trabajos, encuentren empleos formales.
A pesar de haber sido un sexenio de muchas reformas, algunas que tendrán (quizás) un enorme calado en el futuro, las reformas pertinentes a los mercados laborales han sido insuficientes y queda mucho por hacer. Claramente debe eliminarse la regresividad de las cotizaciones y reconocer que México tiene, en realidad, un sistema de pensiones con dos pilares: una renta base y la prima de la anualidad que consigamos comprar con nuestro AFORE; es decir: debe consolidarse el sistema de protección social. Dado que el segundo pilar está gestionado por el sector privado, aunque regulado, debemos pensar en el papel que juega la competitividad de los gestores de fondos de pensiones a la hora de atraer personas a la formalidad, a la hora de atraer clientes.
Gráfico 1
Gráfico 2