Argentina es un país de numerosos emprendedores: casi una cuarta parte de la población empleada no son trabajadores asalariados, sino trabajadores independientes cuyos ingresos dependen de los altibajos de sus negocios. Sin embargo, el tipo de espíritu emprendedor que domina el panorama no es propicio para el crecimiento económico. Hay muchos emprendedores “de necesidad” pero no tantos emprendedores “de oportunidad”. Los emprendedores “de necesidad” son aquellos que eligen la vía del emprendedor porque carecen de una alternativa asalariada decente, no porque hayan detectado una oportunidad empresarial ni porque tengan las capacidades y la motivación para asumir riesgos y para tratar de mejorar continuamente la eficiencia de sus empresas o negocios. Sólo el emprendedor de oportunidad es positivo para el crecimiento económico, según las teorías de Schumpeter y muchos otros después de él. Esto significa que el espíritu emprendedor es un asunto de calidad más que de cantidad.
Entre muchos otros factores que pueden influir en la calidad del emprendedor, los valores personales pueden ser los más importantes, pero también los más difíciles de ponderar. José Anchorena y Lucas Ronconi investigaron el tema centrándose en Argentina como parte de un proyecto sobre empresarios que yo coordiné en el BID. Concretamente, formularon dos preguntas: ¿Cuáles son los valores universales del emprendedor? Y ¿apoya la sociedad argentina estos valores? Con este fin, recurrieron a la Encuesta Mundial de Valores (WVS –World Values Survey) de los años 2005-2007, una base de datos con más de 50 mil entrevistas en más de 50 países. La WVS inquiere acerca de “las cualidades cuyo aprendizaje se puede estimular en los niños en el hogar.” Los encuestados tienen que elegir hasta cinco de las diez alternativas mencionadas: independencia, esfuerzo, sentido de la responsabilidad, imaginación, tolerancia y respeto por otras personas, el ahorro (dinero y cosas), determinación y perseverancia, fe religiosa, generosidad y obediencia.
En lugar de decidir a priori qué valores son propios del emprendedor, José y Lucas optaron por inferirlos a partir de la autoevaluación de emprendedores y no emprendedores en todo el mundo. La conclusión general es que, a nivel mundial, los emprendedores ponen más énfasis -en relación con los no emprendedores- en la responsabilidad, la tolerancia y el respeto, la independencia, la determinación, la perseverancia y la imaginación. Valoran la obediencia, la fe religiosa y el ahorro menos que los no emprendedores, y no hay una diferencia significativa entre ambos grupos en lo que se refiere a la generosidad y al trabajo esforzado.
La clasificación parece eminentemente plausible. Algunos de los valores inferidos del emprendedor son similares a aquellos que cita Weber en sus clásicos trabajos sobre este tema, como la independencia, la responsabilidad y la perseverancia. Weber y otros también vieron en la obediencia y la fe religiosa algo perjudicial para el espíritu capitalista en cuanto se renunciaba al comportamiento económico racional en aras del comportamiento tradicional y no científico. Entre tanto, hace tiempo que se asocia la tolerancia con el capitalismo naciente, algo que han puesto de relieve los historiadores económicos en el caso de, por ejemplo, la pujante economía holandesa del siglo XVII.
Con estos antecedentes, ¿cuáles son los valores que caracterizan a la sociedad argentina? José y Lucas comparan Argentina con otros países de América Latina que comparten algunos rasgos históricos y culturales (Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) y con dos países ricos en recursos naturales con poblaciones de descendencia europea (Australia y Nueva Zelanda). En general, los valores de la sociedad argentina están más alineados con el espíritu emprendedor que los valores del resto de América Latina, aunque éste es un grupo heterogéneo. La sociedad argentina promueve más que el resto de América Latina seis valores que apoyan el espíritu emprendedor: una mayor independencia, menor obediencia, menor fe religiosa, menor capacidad de ahorro, mayor determinación, perseverancia e imaginación. Sin embargo, quizá no resulte sorprendente que Australia y Nueva Zelanda muestren valores más alineados con los emprendedores que Argentina: mayor tolerancia, mayor independencia, menor obediencia, menor fe religiosa y mayor determinación y perseverancia. Sólo con respecto a la responsabilidad y al ahorro, la sociedad argentina muestra valores más concordantes con los emprendedores que estos dos países.
En resumen, la sociedad argentina en general promueve los valores del espíritu emprendedor, pero menos que algunas economías exitosas y ricas en recursos naturales, como Australia y Nueva Zelanda. A pesar de que un análisis de los determinantes a largo plazo de estos valores debe quedar para un estudio futuro, los autores conjeturan que las crisis financieras periódicas que Argentina ha sufrido han dañado el valor de la perseverancia, mientras que el pasado autoritario del país probablemente ha aumentado el valor de la obediencia.
Los valores son moldeados por la historia y las políticas públicas, y se transmiten de generación en generación. A su vez, moldean las políticas públicas porque el electorado apoya a los gobiernos y a las instituciones que reflejan sus valores. Sin duda, los valores cuentan.
Nota: el trabajo completo de José Anchorena y Lucas Ronconi, que se titula “Entrepreneurship, Entrepreneurial Values, and Public Policy in Argentina”, forma parte del libro Entrepreneurship in Latin America, editado por Eduardo Lora y Francesca Castellani, que acaba de ser publicado por el Banco Mundial y el BID.
Che chavo, te suena la palabra «endogeneidad»?
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