Una ola de optimismo acerca de las perspectivas económicas de México envolvió recientemente a los analistas y los medios de comunicación. Algunos de estos analistas basan sus perspectivas optimistas en lo que consideran como condiciones demográficas favorables del país. Por ejemplo, HSBC, un banco global con una fuerte presencia en México, consideró en un informe reciente que: “México cuenta con una estructura demográfica favorable, pues su población en edad de trabajar es considerable con relación a otros grupos, especialmente los segmentos de edad avanzada”.[2] De manera similar, un informe elaborado por Nomura, un banco japonés, consideró que: “Este entorno positivo para la economía y la banca probablemente se verá apoyado e incluso acelerado por las positivas tendencias demográficas, llegando a su mejor punto en 2020.”[3]
Este optimismo también lo comparte el gobierno, como demuestra el Plan Nacional de Desarrollo más reciente (2013-2018): “Actualmente, México está experimentando la mejor etapa de su historia en cuanto a la disponibilidad de la fuerza laboral. México es un país joven: alrededor de la mitad de la población se encontrará en edad de trabajar durante los próximos 20 años. Este bono demográfico constituye una oportunidad única de desarrollo para el país.”[4]
Este artículo argumenta que a pesar de que la población de México está creciendo y aún es joven, la situación demográfica del país difícilmente puede considerarse como favorable. La diferencia en la interpretación de las condiciones demográficas en México que se presenta aquí con respecto a las del Plan Nacional de Desarrollo y algunos analistas probablemente se deriva de cuatro fuentes: (i) la diferencia en los horizontes de planeación; (ii) la elección de un grupo de países inapropiado con los cuales comparar a México; (iii) el análisis de la métrica equivocada; y (iv) el enfoque en la estructura de la población actual y no en las proyecciones de su evolución en el futuro cercano.
La primera fuente es la posible diferencia en los horizontes de planeación entre inversionistas y los responsables del diseño e implementación de políticas públicas. El plazo más largo de los bonos emitidos por economías emergentes son típicamente diez años y los inversionistas normalmente no los mantienen en sus carteras hasta la fecha de vencimiento. Por tanto, para ellos un horizonte de entre cinco y diez años es equivalente al largo plazo. En contraste, los responsables del diseño e implementación de políticas públicas deberían en principio tener en cuenta un horizonte de planeación mucho más largo, considerando el impacto de las políticas a lo largo del ciclo de vida y entre generaciones. Esto no siempre sucede, como lo ilustra la introducción de varios esquemas de pensiones que no se basan en aportaciones (no contributivas) o las pensiones contributivas con beneficios definidos, las cuales pueden ser financiadas por los gobiernos en el corto plazo pero que involucran pasivos contingentes que pueden poner en riesgo la sostenibilidad de la deuda pública en el mediano y largo plazos si no se guarda un equilibrio entre contribuciones y beneficios.
La segunda fuente surge de comparar a México con un grupo de países inapropiado. Como se muestra en la Gráfica 1, la estructura de edad actual en México es en efecto favorable si se le compara con los países más desarrollados, donde el proceso de envejecimiento de la población ya se encuentra avanzado (como en los casos de Japón y la mayoría de los países de Europa) y con algunos países en desarrollo con proporciones muy altas de niños y jóvenes (como Nigeria y Paquistán). No obstante, si sólo se observa la distribución actual, la estructura de edad en México se asemeja o resulta menos favorable que las de otros países en desarrollo de población numerosa (como Brasil, India, Indonesia y Vietnam).
Gráfica 1. Distribución de la población total por grupos de edad en un grupo selecto de países
Fuente: World Population Prospects: The 2012 Revision. División de Población, Naciones Unidas.
La tercera fuente surge de enfocarse en la métrica incorrecta. Es posible que la caracterización de las condiciones demográficas e México como altamente favorables esté basada exclusivamente en el tamaño de su población en edad de trabajar, la cual, de acuerdo a las proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), se espera que crezca por lo menos hasta el año 2050 (Gráfica 2).
Gráfica 2. Proyecciones de la población en edad de trabajar en México, 2010-2050
Fuente: Consejo Nacional de Población (CONAPO).
Sin embargo, lo importante para efectos de evaluar la sostenibilidad de las finanzas públicas y de los sistemas de salud no es la población en edad de trabajar de forma aislada, sino la distribución por edades de toda la población. Es por ello que los demógrafos normalmente utilizan medidas como la razón de dependencia, la cual resumen en un solo número la distribución por edades de toda la población.
La cuarta fuente surge del hecho de que la población mexicana, aunque todavía es relativamente joven, está envejeciendo a paso acelerado. A pesar de que la estructura actual de edad es relativamente favorable, no lo será por mucho más tiempo, hecho que podría llevar a cierta confusión entre niveles y tasas de cambio. De aquí que, si se toma en cuenta no sólo la estructura de edades actual sino también las proyecciones de su evolución en el mediano plazo, la situación mexicana no se puede considerarse favorable, inclusive si se le compara con algunos países desarrollados como Estados Unidos.
Tres gráficas ilustran este último punto. La primera muestra la proyección de la razón de dependencia (RD), la cual se define como la suma del número de niños y jóvenes (entre 0 y 14 años) y el número de personas en edad de retiro (65 años y más), dividida por la población en edad de trabajar (entre 15 y 64 años). Como se muestra en la Gráfica 3, de acuerdo a las proyecciones del CONAPO sólo queda aproximadamente una década antes de que la RD en México empiece a aumentar (líneas verde clara). La gráfica también muestra, para fines de comparación, las proyecciones de la RD de la Oficina del Censo de los Estados Unidos para México y Estados Unidos (líneas verde oscura y azul, respectivamente). Mientras que la población de Estados Unidos actualmente tiene una RD más alta que la de México, la proyección muestra que ésta se estabilizará después de 2030, mientras que la de México seguirá aumentando.
Gráfica 3. Proyección de la razón de dependencia: poblaciones entre 0 y 14 años y 65 años y más como proporción de la población entre 15 y 64 años
Fuentes: Consejo Nacional de Población (CONAPO) y Base de Datos Internacional. Oficina del Censo de Estados Unidos.
Una segunda gráfica muestra la proyección de la población en edad de retiro (65 años y más) como proporción de la población total, uno de los tres componentes de la RD. La Gráfica 4 muestra que dicha proporción crecerá en el tiempo a un ritmo cada vez más acelerado. De acuerdo a las proyecciones de CONAPO, esta proporción crecerá de alrededor de 6.5 por ciento en 2013 a cerca de 16 por ciento en 2050, mientras que de acuerdo a las proyecciones de la Oficina del Censo de Estados Unidos, se espera que la proporción aumente de alrededor de 7 por ciento en 2013 a 19 por ciento en 2050.
De materializarse las proyecciones anteriores, para 2050 la proporción de este grupo de población sólo sería entre uno y cuatro puntos porcentual más baja en México que en Estados Unidos. Así, aunque México tiene una población más joven que la de Estados Unidos en la actualidad, su población está envejeciendo a mayor velocidad y, en algún momento en el futuro tendrá una población más vieja que la de Estados Unidos. La aceleración en la tasa de crecimiento de este grupo de población muestra, una vez más, que la situación demográfica no puede interpretarse como favorable.
Gráfica 4. Proyección de la población de 65 años y más de edad como proporción de la población total
Fuentes: Consejo Nacional de Población (CONAPO) y Base de Datos Internacional. Oficina del Censo de los Estados Unidos.
Por último, como se muestra en la Gráfica 4, la porción más importante del dividendo o bono demográfico en México ya se materializó, especialmente las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado. En efecto, las condiciones demográficas más favorables se presentaron cuando la RD estaba disminuyendo a ritmo creciente, es decir, hasta el año 1990. A partir de ese año la RD ha seguido disminuyendo, pero a ritmo decreciente. A pesar de que el continuo descenso de la RD desde 1990 se considera parte del dividendo demográfico, la proyección muestra que dicho descenso durará sólo diez años más, para después empezar a crecer.
Gráfica 4. Evolución de la razón de dependencia observada (1950-2010) y proyectada (2011-2100)
Fuente: “World Population Prospects: The 2012 Revision,” División de Población, Naciones Unidas.
En ausencia de guerras, desastres naturales o migraciones masivas, las poblaciones y su composición cambian lentamente a lo largo del tiempo. De aquí que quepa el escepticismo cuando se presentan cambios repentinos o de corto plazo en las perspectivas económicas que se atribuyan a la población o su composición.
En lugar de optimismo, las condiciones demográficas en México invitan a tomar una actitud precavida, que requiere de adoptar medidas de política en el presente para enfrentar los retos de una población que envejece a paso acelerado, incluyendo las presiones sobre la sostenibilidad de los sistemas de pensiones y de salud.
El caracterizar las condiciones demográficas de México como muy favorables elimina el sentido de urgencia de las reformas que requieren los sistemas de pensiones de beneficios definidos de varias entidades del Estado como empresas paraestatales y gobiernos estatales, incluyendo los de Pemex, el monopolio petrolero del Estado, y el de los trabajadores del propio Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Inclusive si las condiciones demográficas son favorables, no existe ninguna garantía de que ello conduzca por sí sólo a un crecimiento más elevado del PIB real per cápita. Mi próxima contribución a Foco Económico analizará cuál ha sido la experiencia de México en las últimas seis décadas en convertir las condiciones demográficas favorables en un mayor crecimiento económico.
[1] Agradezco a varios colegas sus útiles comentarios. Los hallazgos, conclusiones e interpretaciones contenidas en este artículo son exclusivas del autor y no deben atribuirse a ninguna otra persona u organización. Correo electrónico: rgarciav@alumni.uchicago.edu
[2] HSBC, “In the Spotlight… Mexico Handbook, Competitive, open, and only a truck ride away,” Economics & Equity Strategy, Mexico, Octubre 2012, p. 32.
[3] Nomura, “Anchor Report: The undiscovered country Positive economic outlook to support banking growth” Nomura Equity Research, 10 de julio, 2012.
[4] Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, Gobierno de la República, p. 15. En contraste, el Programa para Democratizar la Productividad, publicado tan solo cuatro meses después del Plan Nacional de Desarrollo, contiene una evaluación más sobria de las condiciones demográficas de México: “La necesidad de que los trabajadores puedan emplearse en actividades en las que aprovechen al máximo su potencial productivo cobra mayor urgencia si consideramos los cambios en los patrones demográficos previstos para los próximos años. México no volverá́ a contar en el futuro inmediato con una estructura demográfica similar a la actual, en la que más del 65% de la población se encuentre en edad productiva, porcentaje que comenzará a declinar paulatinamente hacia finales de la próxima década. Es necesario aprovechar ahora esta oportunidad, equipando a los actuales y futuros trabajadores con las habilidades y competencias que requiere el sector productivo para su inserción laboral en empleos formales y productivos.” p. 28.