Emprendimientos en América Latina: ¿fuente de crecimiento de la productividad?

Un determinante fundamental del desarrollo económico es el crecimiento de la productividad, esto es, distintas iniciativas que hacen que el capital físico y el capital humano de la economía rindan más en términos de la cantidad de bienes y servicios que producen. El pobre desempeño de América Latina respecto de este indicador explica el hecho de que la región no haya tenido un crecimiento más dinámico desde mediados del siglo pasado, lo que impidió que sus ingresos convergieran hacia aquellos de los países más desarrollados.

Entre los factores que influyen en la productividad de la economía destacan el progreso tecnológico, que crea nuevos bienes o nuevos métodos productivos; el acceso a nuevos mercados nacionales e internacionales; y las mejoras en los procesos de gerencia y administración de las empresas. Estos procesos de innovación son liderados por emprendedores capaces de visualizar nuevas demandas, encontrar aplicaciones de mercado a nuevas tecnologías y coordinar eficientemente el uso de distintos factores de producción al interior de las organizaciones. Esta actividad emprendedora se ve plasmada en el nacimiento de empresas, las más exitosas de las cuales crecen a ritmo acelerado pasando de pequeñas unidades productivas a firmas medianas y grandes que venden productos en diversos mercados internos y externos.

Por ello, un síntoma del nivel de productividad de la economía, que refleja en parte la actividad emprendedora, es la distribución de las firmas según su tamaño.  Un contraste importante entre América Latina y las naciones más desarrolladas es el hecho de que, en la región, las empresas son más pequeñas o se crean menos empresas con alto potencial de crecimiento. Por ejemplo, mientras que en los países de Europa las firmas de más de 26 años de antigüedad son, en términos de empleo, siete veces más grandes que las que tienen menos de seis años, en América Latina esta relación es solo de tres a uno.

Esta débil dinámica de crecimiento implica que en la región exista una proporción relativamente baja de empresas grandes (p.e., de más de 100 empleados) y también medianas (p.e., de 20 a 99 trabajadores) y, en cambio, una abrumadora fracción de firmas pequeñas (hasta 19 puestos) y sobre todo microempresas (menos de cinco empleados), donde se  concentra una parte significativa del empleo total. El Grafico 1 ilustra esta realidad comparando los casos de Perú y México, por un lado, y Estados Unidos, por el otro.

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La abundancia de microempresarios en América Latina invitan a plantearse preguntas acerca de su razón de ser: ¿son potenciales empresarios exitosos que no crecen debido a la presencia de trabas a su desarrollo?, ¿o será que estos emprendedores no tienen una mejor alternativa laboral y solo por eso deciden generar sus propios negocios?

Una forma de explorar estas preguntas es comparar información sobre las características distintivas (sociodemográficas, económicas, educativas, psicológicas, entre otras) entre los microempresarios, los empresarios de tamaño mayor (dueños de unidades productivas con cuatro o más trabajadores) y los trabajadores asalariados. A partir de esta comparación, los microempresarios que, por sus características sociodemográficas, nivel educativo, rasgos psicológicos pro-emprendimiento, se parecen más a los trabajadores asalariados podrían ser reclasificados como emprendedores por necesidad (o de “subsistencia”). Por otro lado, aquellos con un perfil más parecido a los empresarios de mayor tamaño podrían ser agrupados dentro de la categoría de emprendedores de oportunidad (con potencial “transformador”). [2]

El Gráfico 2 muestra los resultados de este tipo de análisis realizadp con datos de la Encuesta CAF 2012 para 17 ciudades en 9 países de América Latina[3]. Allí vemos que alrededor del 75% de los microempresarios son en realidad emprendedores por necesidad. Es más, la gran mayoría se asemejan  más a los asalariados informales, sobre todo porque están menos educados y provienen de ambientes socioeconómicos más pobres que los trabajadores asalariados formales.  Estas características de los microempresarios por necesidad habla también un poco de su bajo nivel de empleabilidad en el sector formal, lo que complica la posibilidad de su transición a este tipo de ocupación.

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Si bien estas cifras indican que la mayoría de las microempresas serían un mero refugio ante el desempleo, también dejan ver que alrededor de un cuarto de los microempresarios de la región sí tendrían potencial para crecer. Para ellos, la liberación de las restricciones de financiamiento y el apoyo para mejorar sus prácticas empresariales podrían ser motores fundamentales para un mejor desempeño y la consecuente creación de nuevos puestos de trabajo.

Ahora bien, tanto estos microempresarios con potencial y las firmas formales podrían tener dificultades a la hora de decidir expandirse y crear empleo, ya que como se vio solo 30% de los microempresarios por necesidad tienen buenas condiciones de empleabilidad (se parecen a los actuales asalariados formales) por lo que el exceso de microemprendimiento informal termina convirtiéndose en un obstáculo para el crecimiento de aquellas empresas más dinámicas que muchas veces quieren, y no pueden, encontrar personal calificado para cubrir sus requerimientos de mano de obra. A este obstáculo se agregan otros factores del “ecosistema empresarial” también comúnmente señalados como problema de acceso a recursos financieros (capital semilla, mercados de capital de riesgo y crédito),  acceso a recursos tecnológicos y de innovación, y a la necesidad de fortalecer el talento empresarial vía capacitación y redes.

En relación a este último factor del talento empresarial, la falta de dinamismo de las empresas formales se vuelve en sí mismo un elemento que impide mejorar las habilidades empresariales de los potenciales emprendedores. En este sentido, la experiencia laboral previa influye en la gestación y característica de los emprendimientos. La Encuesta CAF 2012 también muestra que más del 30% de los emprendedores de las principales ciudades de la región nacen a partir de un spin-off, esto es por la capitalización de ideas, recursos y conocimientos o contactos obtenidos desde otra organización productiva. Más aún, el análisis de dichos datos sugiere que provenir de un spin-off aumenta 7 puntos porcentuales la probabilidad de que el nuevo emprendedor contrate trabajadores (comparado con el autoempleo) y dentro del grupo de empleadores, aquellos que se desprenden de un spin off tienen una probabilidad 13 puntos porcentuales mayor de contratar cinco o más trabajadores.

De esta manera, el débil crecimiento de las empresas formales no solo induce a un mayor surgimiento de microemprendimientos como vía de escape al desempleo, sino que también reduce la posibilidad de que potenciales emprendedores transiten por una experiencia laboral que podría ser importante  para el éxito de sus futuros emprendimientos.

A partir del análisis previo se puede concluir que para que la actividad emprendedora, esto es, la creación de nuevos negocios, sea una fuente de aumentos de productividad e ingreso, se requiere, por un lado, apoyar a aquellos emprendedores potencialmente transformadores, y por el otro,  favorecer el traslado de aquellos con menos potencial hacia posiciones asalariadas. Por ellos las políticas públicas que buscan favorecer el emprendimiento deben tener un enfoque multidimensional e integrar aspectos ligados al desarrollo del talento empresarial, la promoción de la innovación, el acceso al financiamiento y la capacitación de la mano de obra.

 


[1] Este artículo resume algunas de las principales conclusiones del recientemente publicado reporte de economía y desarrollo  (RED)  de la CAF: “Emprendimientos en América Latina: desde la subsistencia hacia la transformación productiva”. http://publicaciones.caf.com/publicacion?id=1584

 

[2] Ver en CAF (2013) el detalle del análisis estadístico de separación de grupos (análisis discriminante) que sustenta la reclasificación de los microempresarios entre aquellos por necesidad y de oportunidad.