Esta es la primera entrada de una nueva temporada en el blog de Foco Económico – México y dado que recientemente, Carlos Urrutia, me cedió el honor de editar este blog, aprovecho para saludarles a nuestras y nuestros colaboradores asimismo como a las lectoras y los lectores que se asomen a este blog. Espero que lo disfruten.
Hoy les vengo a hablar de la enorme heterogeneidad en los niveles de desarrollo económico que uno encuentra entre los Estados de México. Aunque es un hecho bastante conocido que mi país de adopción solo produce un tercio del valor que Estados Unidos de América (EUA) produce por persona, es menos conocida la enorme heterogeneidad que existen en los niveles de vida de los distintos Estados de la República, una heterogeneidad tan grande o mayor que la que encontramos entre México y EUA. Dado que los estudios más conocidos tratan sobre comparaciones internacionales o sobre experiencias de desarrollo de un país a largo plazo (también conocido como cambio estructural), aprovecharé esta oportunidad para presentarles algunos datos que he recopilado estos últimos días.
Los economistas solemos usar el Producto Interior Bruto (PIB) por persona como la medida estrella del nivel de desarrollo económico de un país. Los sistemas de contabilidad nacional recopilan desde hace más de 50 años lo que una gran cantidad de países del mundo producen, cómo sus habitantes reciben el valor de lo producido y cómo lo gastan. A medida que uno intenta desagregar geográficamente esta información se va encontrando con dificultades a la hora de encontrar datos de interés para el análisis del desarrollo económico. Por fortuna, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publica series de PIB por entidad federativa desde 1993 y con periodicidad anual. También es posible encontrar series quinquenales si queremos estudiar un periodo más largo, pero por motivos de tiempo lo dejaré para otra ocasión. Las series de población las tomo del meticuloso trabajo de Vicente Germán Soto (2015) que realiza proyecciones de población por entidad federativa con periodicidad anual basadas en los Censos de Población y Vivienda.
Gráfico 1
Una forma típica de comparar el nivel de desarrollo económico de un área geográfica es dividiendo su PIB por persona por el de la región más rica que, en el caso de México y durante el periodo de 1993 – 2016 es el Distrito Federal, ahora Ciudad de México (CDMX). El gráfico 1 muestra el desempeño de los Estados más pobres que en este caso son: Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Tlaxcala. Es triste documentar que en vez de converger a los niveles de vida de la Ciudad de México han empeorado sus niveles de vida relativos en un 25 %, un declive de casi un 1% anual desde 1993. Tampoco les gustará lo que van a ver en el Gráfico 2 ya que, aunque hay Estados que han mantenido niveles de desarrollo relativo a CDMX estables, como Coahuila, Querétaro, Nuevo León y Puebla, con diferencias de entre un 20% y un 40% en niveles de vida, hay otros Estados que sufrieron un declive considerable. Destacan las Bajas Californias, Quintana Roo y Tabasco.
Gráfico 2
Curiosamente tres de esos Estados tienen un componente turístico muy importante, sobre todo Baja California Sur y Quintana Roo. El dinamismo económico que el turismo introduce en esos Estados aparece reflejado en el PIB real y en indicadores como el Índice Trimestral de Actividad Económica Estatal. Sin embargo, no parece traducirse en un aumento en él nivel de vida de sus habitantes relativo a CDMX. El caso de Tabasco está íntimamente ligado al valor de la producción de hidrocarburos.
Si contemplamos a todos los estados de México, como hace el Gráfico 3, es manifiesto que existe una disparidad tan grande entre los Estados del interior de la República con la Ciudad de México como la que existe entre México y Estados Unidos de América
Gráfico 3
Esta disparidad es más grande que la que encontraríamos entre los Estados que componen EUA, donde el pobre Mississippi tiene un nivel de vida un 50% menor que la rica California. Es lamentable también ver que no ha habido Estado alguno que haya convergido a la Ciudad de México en términos de PIB por habitante. ¿Por qué no se ha producido ningún episodio de convergencia económica para algún Estado que merezca la pena mencionar?
Debo insistir en que el proceso de desarrollo económico es muy complejo e intervienen muchos factores, pero si hay dos que la literatura ha señalado son: la inversión en capital físico y la inversión en capital humano. Hay pocos datos sobre inversión a nivel estatal. De hecho, no he encontrado ninguno sobre inversión privada, aunque he encontrado datos sobre inversión pública estatal y local. Estos datos podrían obtenerse de Censos Económicos y de la Encuesta Nacional de Micronegocios (ENAMIN). No obstante, lo que los datos muestran es que no hay diferencias de inversión pública estatal lo suficientemente grandes como para que éstas sean un factor clave en la falta de desarrollo de estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca o Tlaxcala, como muestro en el Gráfico 4.
Gráfico 4
En este gráfico puede observarse la cantidad que las administraciones estatales y locales gastan en inversión pública y que su magnitud relativa al PIB es insignificante. Incluso Colima, que muestra un comportamiento atípico, no invirtió más que un 2.5% de su PIB. Esto no quiere decir que la inversión pública no sea importante, como sabrán los miles de personas que se accidentan en carreteras en mal estado a diario o los que viven en comunidades aisladas por falta de infraestructura y aún menos a las niñas y niños que tienen que ir a escuelas que en la práctica son palapas (un techo básico tejido con hojas de palma).
El otro factor que la literatura ha señalado como fundamental es el capital humano. Para medir el capital humano uso los años promedio de educación por estado y año que obtengo de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Se realizó un ajuste estadístico para asegurar que la información de la ENE y ENOE fuera consistente y cabe también destacar que ninguna de las encuestas es representativa a nivel estatal o municipal. Teniendo todo esto en cuenta, el gráfico 5 muestra que las diferencias en años de escolaridad que existen entre los diferentes estados de México son enormes.
Gráfico 5
Como pueden observar Chiapas, el Estado más pobre es también el Estado que tiene mayor rezago educativo, con una duración de la escolaridad un 40% menor que en CDMX. No sorprende que sean los estados más pobres los que son menos educados y aunque la relación entre desarrollo y escolaridad es endógena, lo que dificulta establecer qué causa que, cada vez hay más evidencia de la importancia de la educación para explicar diferencias en renta por habitante.
Gráfico 6
Teniendo todo esto en cuenta, el gráfico 6 muestra cómo el desarrollo económico está relacionado con los años de educación e ilustra su enorme importancia, sobretodo cuanto más pobre sea el estado que miramos. México necesita ofrecer muchos más años de educación y de mayor calidad a todos los niños mexicanos, empezando por los niños que más lo necesitan. Lo necesitan si queremos que México salga de su estancamiento relativo a EUA, lo necesitan si queremos que México sea un país más igualitario y lo queremos porque educarse no es solo una necesidad, sino un placer. Que alguien piense en los niños.