Me parece increíble oír a la gente quejarse de los migrantes que llegan huyendo de situaciones de violencia o crisis políticas. Me alarma profundamente leer artículos en la prensa sobre los efectos negativos que puede tener la migración forzada. Por dónde quiera que se vea es sorprendente e irónico que la humanidad tenga la capacidad de olvidar que en algún momento de la historia todos los lugares del mundo han generado migración forzada como consecuencia de la violencia y que como humanos debemos acoger a estas poblaciones con los brazos abiertos, con una sonrisa, un abrazo de aliento y unas palabras de ánimo por sobrevivir una pesadilla. Es sólo cuestión de suerte que hayamos nacido en un momento de la historia y en un lugar dónde nosotros no tuvimos que ser los migrantes huyendo del conflicto.
Por supuesto que es cierto que los migrantes pueden traer presiones fiscales, generar demandas adicionales sobre el sistema de salud o educación y desplazar algunos trabajadores con educación baja. Sin embargo, también se ha demostrado que los migrantes también traen mayor crecimiento económico para las economías receptoras por medio de sus efectos en la demanda agregada. Por no ir muy lejos, investigaciones de los efectos de los desplazados internos en Colombia y de la migración de Sirios en Turquía encuentran efectos robustos y positivos sobre el crecimiento de las firmas en los lugares receptores de migrantes.
Lo que me entristece profundamente es que los colombianos, que hemos vivido recientemente y en carne propia la crueldad del conflicto, experimentado un desplazamiento interno de más de 10 por ciento de nuestra población en los últimos 30 años y vivido una fuga de cerebros intensa por consecuencia del conflicto, tengamos la crueldad de criticar la migración de la población de Venezuela en Colombia. Que frágil es nuestra memoria. El mundo entero está lleno de colombianos que migraron huyendo del conflicto o buscando mejores oportunidades. Todos somos humanos y por una coincidencia de la vida estamos vivos en este momento de la historia y situados del otro lado de la frontera con Venezuela. No dejemos que esta coincidencia nos llene de soberbia y nos permita olvidar que pudimos ser nosotros los migrantes huyendo del conflicto.
Por el contrario, aprovechemos esta oportunidad para generar nuevas oportunidades para todos. Integremos a esta población y démosle la mano para que puedan arrancar empresas que en el futuro podrán emplear colombianos y venezolanos por igual. Permitámosle trabajar ya que en últimas están produciendo en nuestro país y también consumiendo dentro de él. Recordemos que los venezolanos también han traído negocios y dinero a Colombia. Cerrar las alternativas económicas a los migrantes solamente crea más crimen y pobreza ya que la gente necesita sobrevivir y la desesperación tiene cara de maleante. No olvidemos nuestra condición de humanos. Todos somos una misma especie compartiendo un planeta. Démonos la mano que es más fácil salir adelante juntos. La unión hace la fuerza.
Referencias
Ibáñez, A. M. and A. Moya (2010). Vulnerability of victims of civil conflicts: empirical evidence for the displaced population in Colombia. World Development 38(4), 647–663
Rozo, Sandra and Winkler, Hernan (2016) How do Forced Migrants Affect Businesses? The Role of Informality in Developing Countries. Disponible en: SSRN: https://ssrn.com/abstract=2819225 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2819225
Altindag, Onur, Bakis, Ozan, and Rozo, Sandra. Blessing or Burden? The impact of refugees in developing countries. Working paper.
Buenisimo el artículo Sandra. En Argentina pasa exactamente lo mismo. Lo mas triste es que ellos se olvidan que sus padres o abuelos son italianos o españoles que escaparon de una guerra y encontraron su lugar en Argentina. Pudieron establecerse, crear oportunidades de negocios y enriquecer nuestra cultura.