Gustavo Yamada es un destacado economista peruano con una larga trayectoria académica. Es Director del Centro de Investigación, y profesor principal del Departamento Académico de Economía de la Universidad del Pacífico. Además, es miembro del Directorio del Banco Central de Reserva del Perú y miembro del Consejo Nacional de Educación del Perú. Ha sido decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico, viceministro de Promoción Social del Ministerio de Trabajo, economista Senior del Banco Interamericano de Desarrollo y economista fiscal en el Fondo Monetario Internacional.
FE: Cuéntanos cuál es tu formación. ¿Dónde estudiaste y sobre qué temas investigaste?
GY: Estudié el pregrado de Economía en la Universidad del Pacífico, en Lima, Perú. En los años ´80 de crisis de la deuda, alta inflación y estancamiento económico, los temas macro financieros eran de mucho interés para mi generación, por lo que hice mi tesis de bachillerato sobre el comportamiento de la banca comercial peruana en ese contexto, con la asesoría de Julio Velarde. Antes del posgrado, tomé el curso de especialización y trabajé en el Banco Central de Reserva y la banca privada, luego, me animé por la consultoría y el periodismo económico. Al ganar la Beca Fulbright, empecé el doctorado en Columbia University, regresando a los cursos puros y duros de Economía. Ese primer año de doctorado me impresionaron mucho las materias de macroeconomía de Ricardo Caballero y Michael Gavin.
FE: ¿Quiénes te han influenciado en tu carrera y por qué?
GY: Un par de períodos de Summer Intern en el Banco Mundial con George Psacharopoulos me convencieron de la oportunidad vital para especializarme en un área poco explorada entonces en el Perú: la economía laboral.
Entonces tomé los dos cursos clásicos de Economía Laboral, para suerte mía, con uno de los padres de la especialidad, Jacob Mincer, y los cursos de Desarrollo Económico, con otros dos grandes de la profesión: Ronald Findlay y Jagdish Bhagwati. Decidí hacer mi tesis de doctorado sobre la informalidad laboral en países en desarrollo, tratando de contrastar las teorías de Hernando de Soto con las hipótesis estructuralistas de la época. Regresé al Perú ya como Profesor de la Universidad del Pacífico y empecé a desarrollar una agenda de investigaciones sobre economía laboral, que desembocó en un par de libros. Pero el riesgo o la tentación de llevar a la práctica lo que investigas en nuestros países suele ocurrir y terminé entonces de Viceministro de Promoción del Empleo a los 33 años, logrando formar un equipo de lujo con Jaime Saavedra, Miguel Jaramillo, Hugo Ñopo, Juan Chacaltana, entre otros, y entrenando a un buen grupo de jóvenes egresados que han seguido haciendo carrera en el sector público y académico internacional, como Jorge Arrunátegui y José Carlos Galdo, y varios más.
FE: Has tenido una amplia carrera en organismos internacionales y en la función pública. Pero siempre has vuelto a la actividad académica. ¿Qué reflexiones te generan este ir y venir entre esos dos mundos?
GY: Efectivamente, con el doctorado en economía me quedaba ese interés por trabajar unos años en organismos internacionales, cosa que hice en el FMI y en el BID en los ámbitos macro-fiscal y micro sobre pobreza y desigualdad. La carrera de economía, como probablemente muy pocas, te ofrece un abanico de posibilidades laborales inmenso, tanto en términos de la temática desde lo macro financiero nacional e internacional hasta los temas micro y sociales como pobreza, empleo, crimen, salud, entre otros. Asimismo, en cuanto a la función específica, puedes alternar a lo largo de tu ciclo de vida laboral estancias más académicas analíticas con períodos más orientados a la acción e implementación de políticas. Esta posibilidad es más factible si logras una sólida formación académica y una buena experiencia en la investigación y luego vas a la práctica.
FE: Fuiste economista senior del BID y luego Viceministro de Promoción Social del Ministerio de Trabajo. ¿Cómo creías que el BID ayudaba a los gobiernos cuando trabajabas allí y cómo cambió tu visión una vez que estuviste del otro lado del mostrador?
GY: Además de ser una fuente de financiamiento necesaria para países en dificultades económicas, los organismos internacionales prestan una labor mucho más pertinente de asesoría y discusión de buenas prácticas y opciones de política con nuestros países. Por supuesto que hay que tener claro el rol que uno juega cuando está a uno u otro lado del mostrador, pero cuando hay transparencia, alta calidad técnica, y sobretodo el objetivo común de contribuir con la solución de problemas económicos y sociales del desarrollo, se puede establecer un diálogo pertinente y útil.
FE: Más generalmente, ¿cuál piensas debe ser el rol del Banco Mundial y el BID en el proceso de desarrollo de América Latina?
GY: En tiempos normales de acceso directo a fuentes de financiamiento internacional para nuestros países con grado de inversión, la función principal deber ser la asesoría en buenas prácticas y trabajo analítico comparativo. Por supuesto que en tiempos de crisis internacional aguda las líneas de crédito de los organismos deben seguir siendo parte importante del menú.
FE: Existe un consenso importante sobre la necesidad de que América Latina aumente el crecimiento de su productividad. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo se logra?
GY: Estoy de acuerdo con ese creciente consenso alrededor del incremento de la productividad, como receta indispensable para nuestra región. Casi por definición, se trata de aumentar el producto por habitante o trabajador, lo cual es sinónimo de desarrollo económico al que todos aspiramos. Para tener ciudadanos y trabajadores más productivos necesitamos mayores y mejores inversiones en capital humano (educación, salud y nutrición de calidad), importación, adaptación y generación de tecnología, y un ambiente de negocios que permita florecer al sector privado en todas las actividades económicas rentables posibles.
FE: ¿No crees que, dada su importancia, hay poca investigación sobre el tema de productividad?
GY: La dificultad mayor ha sido por la ausencia de buenas bases de datos a nivel de firmas o empresas. En las últimas décadas, y gracias al Banco Mundial y al BID, se ha logrado muchísimo con la gran calidad y comparabilidad de las encuestas de hogares en América Latina. El siguiente paso es avanzar de manera análoga con encuestas y censos económicos a firmas, sobre todo teniendo en cuenta el universo heterogéneo empresarial de nuestra región. Nikita Céspedes, Pablo Lavado y Nelson Ramírez han hecho un buen estado de la cuestión sobre la productividad en el Perú recientemente.
FE: Otro consenso en América Latina es que se debe reducir la desigualdad existente. ¿Cómo se logra?
GY: A diferencia del mundo desarrollado y otras regiones, América Latina en general y el Perú en particular tuvieron avances de reducción de desigualdad en la última década y media, y eso es bienvenido. En el Perú en específico, el crecimiento económico récord, asociado al boom de las materias primas y mejores políticas, fue ampliamente compartido reduciéndose la pobreza a la mitad y la desigualdad entre el 15% y el 20%, gracias a un auge en el empleo e ingresos rurales y urbanos y políticas sociales apropiadas. No debemos perder de vista que el concepto fundamental y objetivo de las políticas públicas debe ser una creciente igualdad de oportunidades que implica educación, salud e infraestructura de calidad para todo el país.
FE: ¿Cuál crees vos que son otros grandes desafíos en América Latina?
GY: La precariedad institucional sigue siendo grande. Hay sectores como la justicia y la seguridad interior que se han quedado bien al margen de los avances recientes y que todavía generan interrogantes sobre la sostenibilidad de nuestro desarrollo.
FE: Finalmente, tú estás involucrado de varias formas con la educación en Perú, ¿Cómo has visto la gestión de Jaime Saavedra y su censura parlamentaria?
GY: Empezaré por referirme a algunos aspectos positivos que han permitido que Jaime logre sentar las bases de reformas educativas que difícilmente puedan revertirse en su totalidad. Regresar al Perú directamente al Ministerio de Educación, luego de una larga estancia en el Banco Mundial, fue una ventaja pues le permitió mayor libertad de acción y una mirada y perspectiva de conjunto que muchos locales pueden perder por estar empantanados en los detalles y la política interna. Sin embargo, Jaime conocía bien a los equipos locales pues había trabajado extensamente en el Perú luego del doctorado. En ese sentido, en nuestros países, como en todas partes, las redes profesionales de confianza son cruciales. Y, vueltas que da la vida, varios de los economistas que trabajamos en el Ministerio de Trabajo con Jaime, pudimos apoyarlo casi dos décadas después. Luego de tres años de intensa labor en todos los niveles educativos, se ha logrado consolidar un número importante de funcionarios que deben seguir adelante con las reformas que son de larga duración. La censura parlamentaria ha sido una experiencia ingrata, que no se la deseo a nadie, pero las bases de la reforma estimo que se van a poder sostener.
FE: ¡Muchas gracias, Gustavo!