Mucho se ha dicho sobre la reforma educativa que fue aprobada en México. Uno de los puntos que ha generado más controversia es la implementación de la evaluación a los maestros. Básicamente, esta consiste en un examen que los maestros deben aprobar (con la posibilidad de vario intentos) para poder mantenerse como maestros. Aunque, en principio, el implementar la evaluación parece una buena idea, no queda claro que esta política sea consistente con lo que sabemos acerca de la formación de habilidades y el efecto que los maestros tienen en dicha formación.
Habilidad Multidimensional
La reciente literatura en la formación de habilidades (e.g., Heckman, Stixrud y Urzua, 2006) enfatiza dos ideas. Primero, la habilidad es multidimensional. La noción de que podemos dividir al mundo entre quienes son “inteligentes” o “capaces” y los que no lo son es anticuada y errónea. El modelo más sencillo divide la habilidad en dos partes, capacidades cognitivas y capacidades no-cognitivas. En principio, el examen de evaluación a los maestro se enfoca en conocimientos y habilidades cognitivas, ignorando esta otra dimensión.
Segundo, esta división es más que un ejercicio académico. Dependiendo de la medida de desempeño que uno use, las habilidades no-cognitivas son tan importantes, si no es que más importantes, que las cognitivas. Esta distinción es particularmente importante en el caso de los maestros. Todos sabemos del maestro que más que enseñarnos nos motivó a aprender por su actitud. Ese maestro que debió enseñarnos historia y en cambio nos enseñó a ser perseverantes, disciplinados, etc., gracias a su actitud. O aquel otro maestro que tal vez no sabía mucho, pero era buenísimo para explicar, para garantizar que todos entendieran, etc. Este tipo de habilidad para enseñar (i.e., una habilidad no-cognitiva) pudiera, en principio ser medida. El proceso de evaluación que se propone en la ley no parece hacerlo.
Y los ejemplos anteriores son más que anécdotas. La evidencia empírica muestra que habilidades no cognitivas como autocontrol, disciplina, etc., pueden ser inculcadas aun a personas con habilidades cognitivas limitadas, y tienen efectos importantes en la capacidad de terminar la universidad, mantener un empleo, etc., independientemente del nivel de habilidades cognitivas que se tengan. Aunque la evidencia no se refiere directamente a la carrera magisterial, es una ilustración de lo importante que es considerar esas otras características que determinan quien es un buen maestro. Lo que nos lleva al siguiente punto
Que tan Importantes son los Maestros?
Intuitivamente uno de inmediato tendería a pensar que los maestros son cruciales para el aprendizaje. Y de cierta manera lo son, pero no como uno lo imagina. Las regresiones de desempeño estudiantil que incluyen características del maestro que uno pensaría son importantes generalmente encuentran que estas características no son importantes. Un estudio reciente de Rand sobre el sistema educativo de Los Angeles concluye “Primero, mientras que es evidente que algunos maestros son mucho más efectivos que otros para mejorar el desempeño académico de los estudiantes, los resultados de este estudio sugieren que las medidas tradicionales de calidad de los maestros no predicen desempeño en el salón de clases”.
Este estudio no es la excepción, en general regresiones de desempeño estudiantil que incluyen medidas de calidad del maestro como experiencia, educación, resultados en exámenes aplicados a los maestros, etc., generalmente encuentran que estas características no son relevantes. Esto no quiere decir que los maestros no importen. En estas mismas regresiones es común encontrar que los efectos fijos por maestro explican la mayor parte de la varianza en la parte no observada en las medidas de desempeño estudiantil. Dicho de otro modo, exactamente las características del maestro para las cuales no tenemos medidas parecen ser las más relevantes. De nuevo, el modelo de evaluación propuesto en la reforma educativa no toma esto en consideración.
Políticas Basadas en Evidencia
Es difícil proponer una alternativa concreta que esté lista para ser implementada. Nos falta mucho camino por recorrer para entender bien cuáles son los mecanismos y características relevantes. Pero claramente ignorar los resultados de estos estudios tampoco es aceptable. Lo razonable, desde mi punto de vista, es: implementar un programa piloto en el que el desempeño de las evaluaciones sea evaluado. No es difícil imaginar que podríamos aplicar las evaluaciones a una muestra de maestros y luego corroborar si los maestros mejor evaluados son en efecto los que han tenido grupos con mejor desempeño en años anteriores. Es decir, evaluar las evaluaciones antes de implementarlas y usarlas para determinar quién puede mantener su empleo como maestro. Esto ignora el efecto que la amenaza de la evaluación pueda tener en el desempeño futuro de los maestros, pero es un comienzo.
También podríamos tratar de determinar la mejor manera de evaluar maestros utilizando pruebas piloto implementadas al azar. Es decir, diseñar varios tipos de evaluación y aplicarlas a diferentes grupos de maestros, dividiendo la muestra al azar en grupos de control y grupos de tratamiento. Esto nos permitiría encontrar el modelo de evaluación más apropiado, i.e., el que mayor correlación tenga con el desempeño de los estudiantes. De nuevo, podríamos empezar por ver el desempeño de los grupos anteriores de los maestros mejor evaluados. Incluso podríamos ver el efecto (cuando menos en el corto plazo) en grupos futuros (i.e., post-evaluación).
La evidencia que tenemos es, en su mayoría, para el caso de Estados Unidos. El sistema educativo mexicano es muy distinto al estadounidense. Además existen otras justificaciones para la evaluación propuesta en la reforma: evitar venta de plazas, compadrazgos, etc., Sin embargo, dada la importancia que la reforma pone en el mecanismo de evaluación, y la controversia que el mismo ha generado, implementar algunas de las ideas aquí propuestas es de vital importancia para no desaprovechar esta oportunidad.
Curiosa omisión: http://bit.ly/1eaFara. Resultado: El conocimiento de docentes peruanos impacta el desempeño de sus alumnos.
No hay necesidad de implicar que la omisión es «curiosa» (i.e., hecha a proposito o con malicia). Simplemente no conozco el resultado que mencionas. Desgraciadamente el link que pones me pide password. Tendras copía del paper para checarlo?
No lo decía porque la hayas omitido a propósito; mucho menos con malicia. Digo que, dado el tema de tu artículo (y la importancia que correctamente le das al contexto mexicano), me parece curioso que no hayas incluido los hallazgos de este estudio en el Perú, que es súper relevante para las preguntas que te hacés. Podés ver el documento de trabajo (muy similar a la versión publicada) aquí: http://ftp.iza.org/dp4999.pdf.
No soy un experto en economía de la educación pero tendería a pensar que en países como México o Perú la varianza de los maestros en sus conocimientos es enorme. También en otros aspectos como la asistencia regular a clase… que claramente reduce el tiempo efectivo de aprendizaje. Esto se produce de forma aún más intensa en zonas rurales y de mayor concentración de la pobreza. No creo que eso ocurra en Estados Unidos en tal medida.
Estoy parcialmente de acuerdo con su opinión, Salvador. Sin embargo, este debate me suena a la manida discusión en pedagogía de si importa más la forma o el contenido, es decir: tener cosas que enseñar y no sólo la habilidad de transmitir un conocimiento, de cualquier índole, de forma efectiva.
Es cierto que los maestros nos educan mucho más que en los meros contenidos de una materia, pero debemos dejar al maestro que a pesar de poseer esas habilidades no-cognitivas, no nos prepara con conocimientos efectivos para estudios posteriores, y para la vida en general. Puesto de una forma un poco demagógica: ¿debo dejar en su trabajo a un maestro que transmite «valores» a mis hijos a pesar de no enseñarles a escribir adecuadamente, o a multiplicar?
Sin duda evaluar a los maestros en sus habilidades cognitivas no es la panacea del sistema educativo pero aspira, en mi opinión, a romper con una dinámica perversa que caracteriza la educación primaria y secundaria en México. Creo que puede ayudar al debilitamiento de los dos sindicatos de maestros.
Otro aspecto que puede ser bastante positivo es el pago por productividad que parece vislumbrar la reforma. Un sistema como tal, bien diseñado, podría debilitar el principio de solidaridad sindical.