¿Qué nos enseña el conflicto Ucrania-Rusia sobre la relación entre desarrollo y democracia?

El atroz espectáculo de la guerra en Ucrania producto de la invasión rusa muestra el caso de un régimen autocrático queriendo imponerse sobre una democracia que, a pesar de sus limitaciones, ha calado hondo en la sociedad de dicho país.

De repente la institucionalidad ucraniana se ve seriamente amenazada por el conflicto bélico y esto empodera a sus ciudadanos, junto a sus fuerzas armadas, a una resistencia que hasta ahora ha sido ejemplar a pesar de las diferencias en el poderío militar entre ambos países. La motivación para la resistencia claramente no es solo mantener su democracia funcionando. La integridad territorial, la capacidad de autodeterminación, la identidad cultural y los sentimientos nacionalistas, juegan también un rol fundamental.

Tomado un poco de perspectiva, el conflicto se origina en el deseo de Ucrania de querer acercarse más a occidente y a Europa en particular, imitando sus instituciones políticas y económicas. ¿Qué motiva este cambio de rumbo que produce tanta irritación en el gobierno ruso y que es visto como una amenaza a su propia seguridad?

Alguien podría argumentar que no necesariamente se debe a razones económicas. Según esta visión, los ucranianos podrían haber sacrificado las libertades políticas y evitar que estas decidieran el rumbo del país hacia una mayor occidentalización, sin debilitar su desarrollo presente y futuro.  Al fin y al cabo, Rusia es una economía de mercado (si bien imperfecta) y antes de la crisis de Crimea en 2014 le ofreció a Ucrania una importante ayuda económica como forma de contrarrestar el acercamiento con la Unión Europea.

Sin embargo, esta visión esta enemistada con la idea de que las libertades políticas son un factor relevante para el desarrollo. La primera evidencia recogida por varios economistas sobre la relación entre democracia representativa y desarrollo económico mostraba un vínculo débil entre estas variables (ver, por ejemplo, Barro 1996). Estudios más recientes revisan estos resultados (ver Acemoğlu et al, 2019) y obtienen una asociación positiva (y causal) entre democracia y crecimiento económico.

Pero más allá de estas correlaciones, ¿cuáles son los mecanismos que pudieran explicar esta relación positiva entre libertades políticas y prosperidad?  La ciencia política los ha estudiado con detenimiento y de allí surgen algunas hipótesis interesantes. Una de ellas (ver Fukuyama,  2014), mantiene que entre las instituciones políticas que hacen posible el desarrollo económico hay que distinguir tres ingredientes fundamentales: (i) un Estado con una burocracia con capacidad técnica y relativamente independiente. Esto es fundamental para proveer bienes públicos (ej. educación e infraestructura) que son muy críticos para el desarrollo;  (ii) la observancia de la ley (rule of law) que se refiere al respeto a la propiedad y al libre ejercicio del comercio, lo que fomenta la inversión y el ahorro, el emprendimiento y la innovación; (iii) finalmente, un mecanismo mediante el cual el gobierno o las altas autoridades políticas se vean obligados a rendir cuentas (accountability) ante la sociedad. Ello permite poner límites a políticas posiblemente dañinas (impuestos confiscatorios) o más generalmente remover el gobierno si falla en el objetivo de promover el desarrollo. Este último mecanismo se asocia con libertades políticas y la democracia.

Existe una fuerte interacción entre estos tres elementos de la institucionalidad para el desarrollo. La historia muestra (ej. Inglaterra en los siglos XVIII y XIX) que el despegue económico comienza con la consolidación de la burocracia estatal y el derecho de propiedad y luego, en una etapa posterior, se refuerza con la expansión de los derechos políticos a toda la sociedad. Esta consolidación de la democracia representativa es muy relevante porque no solo asegura el control por parte de la ciudadanía a sus gobernantes, sino la competencia por el ejercicio del poder y ello ayuda a mejorar la calidad de los líderes políticos. También permite el libre debate de ideas y de las preferencias sociales, generando diversidad de opiniones y conductas. Estos ambientes de mayor libertad política, debate y diversidad de pensamiento a su vez fomentan el emprendimiento y la innovación, que son, como se indicó, pilares críticos del desarrollo no solo en términos económicos sino también en las dimensiones culturales y sociales.

Pero volviendo a Ucrania y a la guerra con Rusia, una eventual victoria de Putin pondría en gran riesgo las libertades políticas aun cuando presumiblemente otros aspectos institucionales relativos al respeto a la propiedad y a la existencia de una burocracia con cierto nivel técnico no estaría amenazada.  Estos dos aspectos son muy relevantes para el desarrollo. Sin embargo, quedan incompletos sin el mecanismo de control democrático que ejerce la ciudadanía. La propia experiencia de Rusia con su autocracia es un ejemplo de que si bien ello puede convertir a un país en una potencia militar no lo convierte en una potencia económica.

Es así que los ucranianos pueden atestiguar esta relación entre democracia y desarrollo comparando a sus vecinos a ambos lados de su frontera (este y oeste). Por eso no se conforman con la solución “a la rusa”. Sobre todo, porque Ucrania ya es una democracia, si bien en construcción, y una vez que esta se asienta en una sociedad y se forman expectativas de que a través de ella, y la autodeterminación que confiere, se puede forjar un futuro de mayor prosperidad y libertad, es difícil revertirla aun con el uso de la violencia y la represión.

A las democracias del mundo, un poco raleadas en los últimos tiempos -y esto vale tanto para países en desarrollo como desarrollados-, la valentía de los ucranianos les está dando una nueva dimensión de trascendencia y significado.

 

Referencias:

Barro (1996): “Democracy and Growth”. Journal of Economic Growth, March.

Daron Acemoglu, Suresh Naidu, Pascual Restrepo, and James A. Robinson (2019): “Democracy does cause growth”. Journal of Political Economy, February.

Fukuyama (2014). “Political Order and Political Decay”. Farrar, Straus and Giroux, New York.