La inflación se ha convertido en una preocupación creciente para los bancos centrales en América Latina y el Caribe. La recuperación de la actividad económica fue más fuerte de lo esperado en los primeros meses de 2021, lo que refleja tanto el estímulo que los gobiernos desplegaron para mitigar los efectos de la pandemia como una mayor movilidad y menores medidas de contención. Sin embargo, la inflación y las expectativas de inflación en la región también están aumentando (véase el gráfico a continuación).
Todo esto ocurre mientras los países se ven amenazados por nuevas variantes de la COVID-19, como Delta, y nuevas oleadas de contagio que podrían retrasar el crecimiento y la recuperación económica. Los riesgos son potencialmente grandes. Muchos países de la región se enfrentan ahora al doble riesgo de la desaceleración económica y la alta inflación, con la consecuente repercusión sobre los pobres que podría ser colosal.
- Cambio en el Índice de precios al consumidor de diciembre de 2020 a agosto 2021.
- Cambio previsto en el Índice de precios al consumidor de diciembre de 2020 a diciembre de 2021.
- Cambio en el Índice de precios al consumidor de diciembre de 2019 a diciembre de 2020.
Fuente: Estimaciones de los propios autores usando datos de Haver y del BID.
La responsabilidad de combatir la inflación
Desde hace años, los bancos centrales utilizan objetivos de inflación, de manera explícita o implícita. Cuando las expectativas de inflación son superiores al objetivo de inflación, se suele producir un aumento en la tasa de interés oficial. Esto disminuye la amenaza de inflación, que afecta especialmente a los pobres. Los grandes interrogantes hoy son si la evolución actual refleja una presión temporal o permanente sobre los precios y si las expectativas de inflación se están viendo afectadas. Y lo que es más importante para los formuladores de políticas públicas, la pregunta de qué medidas se deben tomar.
Nuestra investigación sugiere que la prioridad de los bancos centrales, a corto y mediano plazo, debe ser combatir la inflación. Esto ayudará a preservar el poder adquisitivo de los ciudadanos y, dado que permitirá a las empresas tomar decisiones económicas acertadas, también contribuirá a la recuperación económica. Por el contrario, si las expectativas de inflación se desanclan como consecuencia de la inacción de los bancos centrales, el impacto negativo será sustancial tanto a corto plazo, debido a un aumento de la inflación, como a mediano plazo, debido a los costos adicionales creados por reaccionar tarde y ver un ajuste adicional en las tasas de interés.
El tratamiento de la inflación puede afectar de forma diferente a los distintos estratos económicos de la población. En un reciente estudio, mostramos cómo una inflación baja está asociada a una reducción de la pobreza y a una clase media en ascenso. También encontramos que la inflación está correlacionada positivamente con el desempleo y negativamente con la desigualdad. Nuestro modelo sugiere que el incremento de la inflación en un 1% aumenta el porcentaje de hogares con bajos ingresos en torno al 7% y reduce el porcentaje de hogares con altos ingresos en torno al 1%.
Las repercusiones de la inflación en los pobres
La inflación supone una carga muy elevada para los hogares pobres, ya que estos son, en gran medida, consumidores precarios. A diferencia de las familias más ricas, incluso pequeños aumentos de precios tienen fuertes implicaciones en su consumo. La inflación incontrolada, además, genera trampas de pobreza. Obliga a los hogares de bajos ingresos a evitar la inanición consumiendo alimentos de menor calidad, lo que puede afectar al desarrollo cognitivo de sus hijos.
Los pobres están más expuestos a la inflación porque carecen de medios para preservar su poder adquisitivo. El acceso que tienen a los mercados financieros es limitado o inexistente, por lo que no pueden usar crédito para moderar el consumo. O, en caso de tener acceso, tendrán que depender del endeudamiento, generalmente de los mercados informales, para satisfacer las necesidades básicas. Además, sus ingresos suelen proceder también del sector informal, por lo que no están cubiertos por los acuerdos institucionales públicos o privados que protegen a los empleados de los aumentos de los precios. Y, por otro lado, los pobres no tienen capacidad de ahorro, es decir, no pueden utilizar su dinero para mantener sus hábitos de consumo ni comprar instrumentos financieros indexados para conservar el valor de sus activos.
En cambio, los hogares de altos y medianos ingresos tienen cierto acceso a esas herramientas, el cual se va incrementando a medida que aumentan sus ingresos. Por lo tanto, los esfuerzos para frenar la inflación son una lucha no solo contra la vulnerabilidad de los pobres, sino también contra la desigualdad.
Objetivos de inflación para el crecimiento inclusivo
El objetivo de los bancos centrales de la región es controlar la inflación. Y podrán verse presionados a aumentar las tasas de interés oficiales si creen que la inflación se está convirtiendo en un fenómeno permanente. Por lo cual, necesitan no solo garantizar el anclaje de las expectativas de inflación sino también no frenar la recuperación. Si los bancos centrales toman las decisiones correctas estarán, por un lado, ayudando a compensar parcialmente el aumento de la pobreza y la desigualdad que estamos viendo como resultado de la pandemia, y por el otro, ayudando a las empresas a tomar decisiones racionales y contribuir a la salud económica y al crecimiento integrador a largo plazo.
*Publicado originalmente en Ideas que Cuentan, el blog del Departamento de Investigación del BID