La aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto de ley que autoriza el retiro de hasta un 10% de los ahorros acumulados en las cuentas previsionales de los trabajadores ha trasladado la discusión al Senado, instancia que deberá dirimir el futuro de esta iniciativa. Si hay algo que ha quedado claro en todo este episodio es que el objetivo central de quienes la impulsaron no ha sido la búsqueda de la mejor forma de transferir recursos a quienes se están viendo más afectados por la pandemia, sino que el propósito ha sido propinarle un golpe al actual sistema de pensiones, basado en la capitalización de los aportes individuales. Lo han dicho con todas sus letras.
Lamentablemente, no se advierte real conciencia acerca de lo que verdaderamente está en juego ante una decisión de este tipo. Habiendo evidencia de que las pensiones actuales son bajas como consecuencia de que el ahorro acumulado para este fin ha sido insuficiente, al punto de que en la actualidad se está legislando precisamente con el propósito de revertir esta situación, permitir que los trabajadores puedan retirar parte de sus fondos previsionales para satisfacer necesidades de corto plazo -urgentes, qué duda cabe- constituye un contrasentido. Y más aún si la propuesta del gobierno permite alcanzar el mismo objetivo con un menor costo para los trabajadores, materia en la que hay un virtual consenso entre especialistas de distintas sensibilidades políticas, como pocas veces se ha visto en la discusión legislativa de proyectos de ley. Pero ello no fue suficiente para revertir esta mala idea. Cabe esperar que en la votación que tendrá lugar en el Senado la discusión vuelva a su cauce más lógico.