Uno de los temas importantes que se ha desarrollado en la literatura reciente en salud pública con respecto al manejo de emergencias de salud es la necesidad de transparencia. El informe final de la Conferencia Mundial de la OMS sobre SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en 2003 señala que “la información debe comunicarse de manera transparente, precisa y oportuna. El SARS ha demostrado la necesidad de una mejor comunicación de riesgos como un componente del control de brotes y una estrategia para reducir el impacto en la salud, económico y psicosocial de los principales eventos de enfermedades infecciosas”.
El problema es que la evidencia sugiere que hay actitudes de quienes están a cargo en estas emergencias que tienden a socavar la transparencia (Malley, Rainford & Thompson, 2009). Primero, se tiende a querer evitar anunciar una posible amenaza para la salud, por lo tanto, evitar informar a una población de las medidas de precaución apropiadas “hasta que se tenga toda la información, sea confirmada científicamente y respaldada formalmente”. Además, hay tendencia a retener información que es potencialmente perjudicial para un sector económico, a menudo en contra de las recomendaciones de expertos en salud pública. Finalmente, hay un énfasis en el control estricto de la información dentro de las organizaciones, lo que dificulta la participación constructiva de socios potenciales en la comunicación pública coordinada.
Ahora bien, la transparencia no solo es un objetivo de salud pública, sino que es determinante de la “confianza pública”, la cual a su vez determina el buen funcionamiento de la política, la economía y la psicología social, dimensiones estratégicas claves en una emergencia de salud pública. De hecho, la OMS señala que los países en donde la confianza pública en el gobierno y la salud pública es baja, es fundamental hacer esfuerzos por construir espacios de colaboración. En este contexto, la “mentalidad de búnker” no funciona, porque es por definición menos inclusiva, menos transparente y menos explicable (Pandemic influenza working group, University of Toronto, 2005).
Es evidente que Chile llega con la confianza pública deteriorada a la crisis que enfrentamos, por lo mismo, es clave entender que la confianza no se crea por decreto, se construye. Se necesita abandonar el búnker y crear espacios colaborativos de toma de decisiones. En estos momentos, la Mesa Social Covid-19 solo tiene caracter consultivo. Adicionalmente, se necesita transparencia en los indicadores para la toma de decisiones de distanciamiento social, hasta hoy desconocidos. Y, finalmente, es urgente mejorar la disponilidad de datos con una plataforma razonable para su lectura.