Por Rob Blair y Michael Weintraub
En una evaluación experimental encontramos que patrullas del Ejército en la ciudad de Cali redujeron los delitos violentos, pero solamente durante los días y las horas del día cuando el Ejército estaba físicamente presente. Durante el día y los fines de semana, cuando no se realizaron dichas patrullas, el crimen se quedó igual.
Muchos países en vías de desarrollo confían en sus Fuerzas Armadas para participar en operaciones policiales. Este enfoque es bastante común en América Latina, la región más violenta del mundo. En México, la administración del presidente Felipe Calderón, por ejemplo, introdujo una Política de Seguridad Nacional que asignó la responsabilidad de una amplia gama de tareas de seguridad pública a las Fuerzas Armadas Federales. En Brasil, los gobernadores estatales solicitan habitualmente el apoyo de los militares para reforzar las operaciones policiales urbanas; en las favelas de Río de Janeiro en particular, las Fuerzas Armadas se han desplegado repetidamente para «pacificar» los barrios marginalizados. En El Salvador, unos 8,000 soldados están involucrados en el trabajo de la policía doméstica. En Guatemala, menos del 10% de los soldados del país realizan funciones militares «tradicionales.» Esta estrategia tampoco es exclusiva de América Latina. Durante casi dos décadas Sudáfrica ha confiado en el Ejército para patrullar en conjunto con la Policía para combatir el crimen violento.
Los defensores de estas políticas de «mano dura» las ven como una medida temporal pero necesaria para controlar el crimen violento. Los opositores de mano dura contrarrestan que socava los derechos humanos sin reducir las tasas de delitos violentos. Sin embargo, a pesar de su creciente importancia y sus consecuencias potencialmente significativas para las comunidades afectadas, prácticamente no hay evidencia empírica sobre su eficacia. Gran parte del debate es tendencioso e impresionista, con argumentos basados en las tendencias delictivas antes y después de intervenciones del Ejército, lo cual no es una forma confiable aislar efectos causales.
Realizamos una evaluación experimental de patrullas del Ejército en Cali, Colombia, la tercera ciudad más grande del país y una de las más violentas. La administración de Mauricio Armitage – que terminó el año pasado en diciembre de 2019 – desplegó patrullas del Ejército en dos comunas de la ciudad (las Comunas 18 y 20) con algunas de las tasas de homicidios más altas en Cali. Trabajamos con la Alcaldía, el Ejército Nacional e Innovations for Poverty Action (IPA) para evaluar experimentalmente el impacto de estas operaciones.
Asignamos aleatoriamente patrullas del Ejército a nivel de manzana (lo cual es una colección de edificios creada por calles a su alrededor, también conocida como “cuadras”), después de estratificar por barrio. Queríamos estudiar el efecto directo de la intervención sobre crimen, pero también el efecto indirecto en manzanas cerca de las manzanas asignadas al tratamiento, es decir en las manzanas spillover. Para maximizar el poder estadístico, asignamos 1/6 de las manzanas en cada uno de los 30 barrios en estas 2 comunas al tratamiento; cualquier manzana adyacente a una manzana de tratamiento se vuelve una manzana spillover y las demás son de control puro (ver el Pre-Analysis Plan aquí para más detalles). En nuestra muestra tuvimos 214 manzanas tratadas, de un total de 1,255 manzanas.
Organizamos las patrullas en ciclos de seis días: cada seis días (excluyendo los fines de semana), cada manzana asignada al tratamiento debería recibir 30 minutos de priorización por parte de una patrulla militar, cada una conformada por unos 6 a 8 soldados o de la Policía Militar o de los Esfuerzos Especiales. Los soldados hicieron presencia en las manzanas tratadas, lo cual implicaba realizar requisas, verificar documentos y tener conversaciones sobre seguridad. Todas las patrullas se realizaron durante la noche. A través de un sistema de monitoreo del cumplimiento, sabemos que en promedio las patrullas pasaron unos 13 minutos en cada manzana tratada (menos de lo esperado) pero que sí respetaron el calendario de patrullas, visitando correctamente entre el 85 y 100% de nuestras manzanas cada noche. Es un logro, dado que la topografía de unos barrios en la Comuna 20, por ejemplo, es bastante compleja.
Aquí presentamos resultados preliminares sobre el efecto de las patrullas militares sobre el crimen, usando datos administrativos del delito. (Estamos terminando una encuesta de más de 8,000 personas en nuestra muestra experimental, para medir el efecto de la intervención sobre actitudes y percepciones.) Cada modelo descrito aquí incluye controles geográficos, efectos fijos por barrio y controles para el periodo antes de la intervención.
Primero describimos los efectos de la intervención en promedio para homicidios, tentativas de homicidios, porte ilegal de armas y expendio de drogas. Después miramos efectos cuando desagregamos por franja temporal: solamente durante la semana, solamente por la noche, solamente si era un día en que efectivamente realizamos patrullas, etc.
En promedio para los efectos directos, encontramos que las manzanas que recibieron las patrullas se reportan menos expendio de drogas. Es probable que el efecto que identificamos sea conservador, dado que la intervención también incrementó la probabilidad de detectar este delito. No encontramos otros efectos en promedio.
Cuando restringimos el análisis a días de la semana (excluyendo fines de semana), días en que patrullamos u horas de la noche, los resultados son otros. Las patrullas del Ejército lograron reducir homicidios durante días de la semana y por la noche; tentativas de homicidios durante la semana, en días que realizamos patrullas y durante momentos de las patrullas; y porte ilegal de armas durante la noche y durante momentos de las patrullas. El tamaño de los efectos es grande, en muchos casos equivalente al promedio del grupo de control en el periodo de pre-tratamiento.
¿Encontramos evidencia de desplazamiento espacial o desplazamiento temporal del delito? No hay evidencia de desplazamiento espacial hacia manzanas spillovers y de hecho hay difusión de beneficios para tentativas de homicidio (es decir que hay menos tentativas de homicidios en las manzanas adyacentes a las manzanas tratadas). Desafortunadamente sí encontramos evidencia de desplazamiento temporal de homicidios: los asesinatos se aumentaron durante los fines de semana, cuando no hubo patrullas. Si hubiéramos realizado las patrullas durante los fines de semana, es posible que hubiéramos encontrado reducciones en el promedio para este delito.
La militarización de acciones policiales es común en América Latina, pero sabemos muy poco sobre sus efectos. Nuestro experimento en Cali nos da las primeras pistas sobre el impacto que tienen estas intervenciones sobre el crimen. Aunque en Cali hay evidencia que las patrullas redujeron el crimen, especialmente en las franjas temporales cuando las patrullas se realizaban (o cuando los criminales pensaron que se iban a realizar), no se quiere decir que es siempre recomendable desplegar el Ejército para combatir la delincuencia. Estamos estudiando los efectos que tienen estas patrullas sobre violaciones de derechos humanos, por ejemplo, y sobre actitudes hacia el Ejército, la Policía y la justicia punitiva, entre muchos otros resultados. Lo que sí es claro es que necesitamos generar más y mejor evidencia antes de tomar decisiones relacionadas con el involucramiento de las Fuerzas Armadas en acciones policiales.