Movilidad Social y Trabajo en Equipo

La movilidad social establece qué tanto dependen las condiciones socioeconómicas de los individuos de las que tuvieron sus padres. En una economía con alta movilidad social las condiciones de los padres no determinan las de sus hijos. Es decir, una persona que nace en condiciones socioeconómicas desfavorables tiene oportunidades para mejorarlas.  A pesar de avances significativos en la cobertura educativa, la movilidad social en Latinoamérica y en especial en Colombia, está rezagada frente a la observada en países de altos ingresos. 

Figura 1. Movilidad Relativa en Latinoamérica y Países de Altos Ingresos

Nota: Movilidad relativa mide la independencia de los años de educación de los hijos relativa a la de los padres, calculada como 1-, donde  es el coeficiente de una regresión lineal entre los años de educación de los padres (variable independiente) y los hijos (variable dependiente). Base de datos Global Database on Intergenerational Mobility (GDIM) compilada por el Banco Mundial. Cálculos propios.  

La Figura 1 ilustra esto usando un indicador de movilidad relativa intergeneracional a partir de datos compilados recientemente por el Banco Mundial (Van der Weide et al, 2021). Esta medida refleja que tan independiente es la educación de los hijos a la alcanzada por sus padres.[1]  Se observa que, aunque la movilidad en Latinoamérica ha mejorado para las cohortes más recientes, su nivel sigue siendo relativamente bajo comparado con el de las economías de altos ingresos. En particular, Colombia muestra el nivel más bajo de movilidad social frente a economías pares.  Los resultados son robustos a otras definiciones y aún más dramáticos cuando se considera la movilidad en ingresos (World Economic Forum, 2020).

Sociedades con baja movilidad social reflejan un acceso desigual a las oportunidades para mejorar las condiciones iniciales de las personas. Condiciones, como el ingreso y educación de los padres, la región en donde nacieron, las instituciones y normas sociales que los rigen, que están por fuera de su control. No obstante, en países con baja movilidad, las condiciones de cuna resultan determinantes para sus posibilidades futuras de educación y progreso en la sociedad, perpetuando las desigualdades socioeconómicas. 

Esto no solo es objetable por consideraciones de equidad y justicia, sino también lleva al desaprovechamiento del capital humano y a la potencial mala asignación de recursos, en donde se impone el privilegio sobre el talento.  Impulsar las oportunidades de progreso social potencialmente benefician a todos. Los avances pueden ser considerables incluso en el caso de economías desarrolladas. Por ejemplo, para Estados Unidos, Hsieh et. al (2019) encuentran que la reducción en la segregación de raza y género contribuye entre el 20% y el 40% del crecimiento en el producto per cápita durante las cuatro décadas más recientes. Es factible que el aprovechamiento del capital humano en países en vía de desarrollo derive efectos aún mayores, si se considera la desigualdad y falta de oportunidades que históricamente ha afectado a nuestros países. 

En un estimulante libro, “La quinta puerta. De cómo la educación en Colombia agudiza las desigualdades en lugar de remediarlas”, Cárdenas et al (2021) estudian la causas y consecuencias socioeconómicas y culturales de la segregación de la educación en Colombia. Discuten cómo, lo que denominan el apartheid educativo, explica en parte la inmovilidad social y la obstinada reproducción de las clases sociales. Se argumenta que las clases altas se perpetúan en las posiciones de privilegio no solo por los medios económicos a los que tienen acceso, sino diferenciándose a través de marcadores sociales, como nombres y formas de hablar, que les permiten identificarse y beneficiarse de acceso a redes de poder que determinan sus posibilidades laborales y logros futuros. 

Resulta preocupante que las diferencias en el acceso a educación de calidad se dan desde edad muy temprana, donde se ha mostrado que el retorno a la inversión en capital humano es determinante (Heckman, 2006). En Colombia, niños de distintas clases sociales no tienen acceso equitativo a educación preescolar y primaria de alta calidad. Las brechas en resultados académicos entre estudiantes de educación privada y pública son visibles desde edades tempranas y se acentúan en la educación secundaria. Cárdenas et al (2021) enfatizan que esta divergencia no se limita a los resultados académicos, sino que el sistema educativo perpetúa brechas entre clases al reducir el contacto entre grupos de diferentes contextos sociales. 

El bajo contacto social en estos años formativos influye en dinámicas nocivas en donde se desconfía de las capacidades entre clases sociales y abundan los prejuicios a la hora de trabajar en equipo. La mayor integración puede ser parte de la receta para reducir sesgos discriminatorios y fomentar el trabajo armónico entre individuos de distintos contextos socioeconómicos. Estudios sobre las becas universitarias como “Ser Pilo Paga” muestran resultados prometedores en esta dimensión (Londoño-Vélez et al, 2020; Laajaj et al, 2022) aunque de alcance limitado por beneficiar a una pequeña fracción de la población. Como resaltan Cárdenas et al (2021), promulgar una educación pluriclasista, desde el inicio puede ser más eficaz para ayudar a cerrar estas desigualdades entre clases. 

La literatura económica ha destacado el potencial que tiene la educación terciaria para incrementar la movilidad social (Restuccia y Urrutia, 2004; Chetty et al., 2020). Sin embargo, evidencia empírica reciente sugiere un rol más modesto. Por ejemplo, Zimmerman (2019) documenta que las universidades de élite no cierran las disparidades en términos de movilidad social en Chile. Los estudiantes de contextos económicos más privilegiados se benefician de asistir a estas instituciones educativas, mientras que estudiantes de bajos ingresos no perciben los mismos retornos, a pesar de completar exitosamente su educación universitaria. Una vez en el mercado laboral, estos estudiantes se enfrentan a barreras para acceder a posiciones de liderazgo y alcanzar altos ingresos.

Un posible mecanismo asociado con este fenómeno, son las relaciones entre personas de contextos socioeconómicos similares, y las interacciones colaborativas que se generan cuando trabajan en equipo. Existe evidencia en otros ámbitos que muestra que tener jefes con características similares aumenta las probabilidades de promoción y ascensos laborales (Cullen y Pérez-Truglia, 2022) y que los individuos tienen mayor productividad cuando trabajan en equipos con pares de su misma etnicidad (Hjort, 2014) o casta (Lowe, 2021).

Estos resultados se pueden derivar de dos factores con implicaciones opuestas en las políticas para promover la movilidad social. Por un lado, pueden existir ventajas de interactuar con líderes y pares con características similares que faciliten la comunicación, haciendo los equipos más eficientes y productivos. Por otro lado, los resultados pueden estar explicados por sesgos en la percepción de las habilidades de miembros del equipo que no compartan las mismas características socioeconómicas. Diferenciar entre estos dos factores es crucial para la formulación de políticas que promuevan la igualdad de oportunidades y el uso eficiente del capital humano.

Figura 2. Trabajo Colaborativo y Movilidad Relativa

Nota: Puntaje de trabajo colaborativo promedio tomado de los resultados de la prueba PISA (2015). Movilidad relativa para la cohorte de 1980, construida de la base de datos GDIM. Cálculos propios. 

Construir mediciones de trabajo en equipo constituye un desafío por sí solo. Son escasas las medidas sistemáticas de trabajo colaborativo que permitan la comparación entre países. Una excepción es la prueba PISA de 2015 que contiene un módulo que mide el trabajo colaborativo para estudiantes de 15 años en 51 países (OCDE, 2017). En la Figura 2, se muestran los puntajes promedio por países del trabajo colaborativo y su correlación con la medida de movilidad social relativa para la cohorte de 1980 (discutida anteriormente).[2] Países de altos ingresos tienen mayores puntajes de trabajo colaborativo y simultáneamente mayor movilidad relativa. Latinoamérica aparece rezagada en las dos dimensiones. Aunque, por supuesto, esto sólo constituye una correlación, invita a un análisis más riguroso que estudie el vínculo entre las causas de la inmovilidad social y su relación con las dinámicas de trabajo en equipo.

Notas

Santiago Caicedo, Profesor Asociado de Northeastern University, scaiceso@gmail.com, sa.caicedo@northeastern.edu . Agradezco a Isabella Becerra por su maravilloso trabajo como asistente de investigación compilando las bases de datos.

Referencias

  • Cárdenas, J. C., Fergusson, L. & García Villegas, M. (2021). La quinta puerta de cómo la educación en Colombia agudiza las desigualdades en lugar de remediarlas. Ariel, 87(5), 1439-1474.
  • Chetty, R., J. N. Friedman, E. Saez, N. Turner, and Y. Danny (2020). Income segregation and intergenerational mobility across colleges in the United States. The Quarterly Journal of Economics 135 (3), 1567-1633.
  • Cullen, Z., & Pérez-Truglia, R. (2022). How much does your boss make? The effects of salary comparisons. Journal of Political Economy, 130(3), 766-822.
  • Heckman, J. J. (2006). Skill formation and the economics of investing in disadvantaged children. Science, 312(5782), 1900-1902.
  • Hjort, J. (2014). Ethnic divisions and production in firms. The Quarterly Journal of Economics, 129(4), 1899-1946.
  • Hsieh, C. T., Hurst, E., Jones, C. I., & Klenow, P. J. (2019). The allocation of talent and us economic growth. Econometrica, 87(5), 1439-1474.
  • Laajaj, R., Moya, A., & Sánchez, F. (2022). Equality of opportunity and human capital accumulation: Motivational effect of a nationwide scholarship in Colombia. Journal of Development Economics, 154, 102754.
  • Londoño-Vélez, J., Rodríguez, C., & Sánchez, F. (2020). Upstream and downstream impacts of college merit-based financial aid for low-income students: Ser Pilo Paga in Colombia. American Economic Journal: Economic Policy, 12(2), 193-227.
  • Lowe, M. (2021). Types of contact: A field experiment on collaborative and adversarial caste integration. American Economic Review, 111(6):1807–44.
  • Restuccia, D., & Urrutia, C. (2004). Intergenerational persistence of earnings: The role of early and college education. American Economic Review, 94(5), 1354-1378.
  • OECD. (2017). PISA 2015 Results: Collaborative Problem Solving.
  • Van der Weide, R., Lakner, C., Mahler, D. G., Narayan, A., & Ramasubbaiah, R. (2021). Intergenerational mobility around the world. Policy Research Working Paper; No. 9707. 
  • World Economic Forum. (2020). The global social mobility report 2020: Equality, opportunity, and a new economic imperative. Cologny: World Economic Forum.
  • Zimmerman, S. D. (2019). Elite colleges and upward mobility to top jobs and top incomes. American Economic Review 109 (1), 1-47.

[1] Puntualmente, se mide la correlación entre el máximo de los años de educación alcanzados por los padres y la educación alcanzada por los hijos por medio de una regresión lineal. Se construye la medida como 1 menos el coeficiente de esta regresión (acotado entre cero y uno).  Así, la movilidad relativa toma valor de 1, cuando hay perfecta movilidad y la educación de los padres no influye en ninguna manera; y valor de 0, cuando la educación de los padres es el único determinante de la de los hijos.

[2] Las preguntas son de elección múltiple y se evalúa la colaboración por medio de la respuesta de los estudiantes y su interacción con las simulaciones computacionales. Se normalizan los resultados a una escala con media de 500 puntos, con una desviación estándar entre los países de la OCDE de 100 puntos.