El crecimiento económico del Perú durante las últimas dos décadas fue impresionante y tuvo claros logros en el bienestar de la población. Sin embargo, venimos constatando cuán frágiles fueron estas conquistas. El país ha sido uno de los más afectados por la pandemia en salud, educación, empleo y otros temas. En abril de 2023, el Banco Mundial difundió el reporte sobre la pobreza y equidad para el Perú, un diagnóstico que no realizaba desde 2005. En una entrada reciente para Foco Económico, Ximena del Carpio y Carlos Rodríguez-Castelán presentaron los principales hallazgos y conclusiones del reporte. En esta entrada queremos presentar las recomendaciones de política del mismo. ¿Qué podemos hacer diferente hoy para resurgir fortalecidos e impulsar el desarrollo social y económico del país?
Antes de resumir las recomendaciones partamos repasando los principales hallazgos que presenta el Banco Mundial. En el informe se identifican cuatro factores estructurales que no permiten mejorar el crecimiento inclusivo:
(i) La falta de herramientas productivas entre los más pobres y vulnerables,
(ii) La limitada capacidad redistributiva del sistema fiscal,
(iii) La baja productividad laboral y los empleos de baja calidad, y
(iv) El riesgo latente de desastres naturales, que se incrementa dado el contexto global de cambio climático.
Este diagnóstico se complementa con las preocupantes cifras de pobreza que dio a conocer el INEI la segunda semana de mayo: en 2022 la pobreza monetaria subió 1.6 puntos porcentuales y afecta al 27.5% de la población. Respecto a 2019, tenemos un alza de 7.3 puntos porcentuales. Siete de cada diez peruanos están debajo de la línea de pobreza o son vulnerables a caer en ella. Es urgente tomar acciones claras y decididas para revertir la tendencia creciente de la pobreza.
¿Qué se recomienda en el informe del Banco Mundial?
Las recomendaciones se pueden agrupar en cuatro áreas:
- Fomentar un crecimiento más inclusivo y resiliente.
La forma más eficaz de reducir la pobreza es generando crecimiento económico. En las últimas dos décadas, el 85% de la reducción de la pobreza en el Perú se atribuye al crecimiento; la redistribución sólo explica el 15% restante.
Reactivar el crecimiento económico es imprescindible para retomar una senda de reducción de la pobreza. Éste deberá ser más inclusivo, orientado a eliminar las limitaciones que impiden el crecimiento de las empresas y la formalización de los trabajadores, y enfocado en mejorar la capacidad productiva de la población pobre y vulnerable. Apuestas por sectores de alto potencial como agricultura, silvicultura, acuacultura y turismo permitirían un crecimiento resiliente frente a eventualidades adversas relacionadas con el cambio climático.
Mejorar la provisión de bienes y servicios públicos de alta calidad permitiría que todos los peruanos acumulen activos productivos. Estas inversiones deben considerar diferencias geográficas, étnicas y socioeconómicas para priorizar las áreas con mayores brechas en infraestructura y servicios.
Otros grupos vulnerables también requieren especial atención. Para abordar la brecha de género en el mercado laboral se debe nivelar el campo de juego entre hombres y mujeres. Esto se logra permitiendo que se comparta la licencia parental entre ambos padres y aumentando el acceso y la calidad del cuidado de niños para los padres que trabajan y, en el sector público, asegurando que la paridad en las instituciones democráticas sea efectiva. Y, en otro frente, se debe procurar la integración social y económica de los migrantes y refugiados.
- Remediar las pérdidas causadas por la pandemia
Las pérdidas causadas por la pandemia requieren acción inmediata. La salud mental y física de aquellos afectados por la COVID-19 se ha visto seriamente comprometida. Las muertes por la COVID-19 dejaron a muchos niños y jóvenes sin un cuidador principal; esta población necesita apoyo mediante programas de asistencia social para evitar una mayor incidencia de pobreza. El apoyo a estudiantes con deficiencias de aprendizaje asociadas a la pandemia debe ser una prioridad en la educación, y puede combatirse mediante programas de remediación después de las horas escolares.
La pandemia empeoró la calidad del empleo, que ya era baja en el Perú. El gobierno debería redoblar sus esfuerzos para incentivar la creación de puestos de trabajo formales de mejor calidad. Los jóvenes fueron los que llevaron la peor parte en este ámbito: para ellos, la tasa de desempleo se duplicó. Ahora requieren un tratamiento especial, con programas de capacitación orientados a la población joven, enfocados en habilidades técnicas sectoriales y en desarrollar habilidades socioemocionales.
- Incrementar la eficiencia del sistema fiscal, aumentando la recaudación y volviéndolo más progresivo.
Por el lado de las empresas, el sistema tributario actual, con sus múltiples regímenes, alienta el enanismo de las empresas, que al mantenerse pequeñas evitan escalar a un nivel tributario más alto y costoso. Es necesaria una gradual simplificación de estos regímenes. La base tributaria debe ser ampliada para que el gobierno tenga más recursos y pueda financiar mejoras en la calidad de los servicios y oportunidades para todos. Para esto se pueden considerar medidas enfocadas a reducir la informalidad y reducir el umbral del pago de impuestos, pero con tasas impositivas bajas, para evitar sobrecargar a la clase media.
- Ampliar la protección social para que se adapte a la realidad de mayor urbanización de la pobreza y mayor vulnerabilidad.
Hoy, 7 de cada 10 peruanos son pobres o están en condición vulnerable, es decir, corren riesgo de caer en pobreza. Además, a diferencia del panorama de la década pasada, 7 de cada 10 pobres en Perú viven en zonas urbanas. Los sistemas de protección social no están preparados para responder a la urbanización de la pobreza y a la alta vulnerabilidad. Para afrontar estos retos es necesario actualizar el sistema de protección social en el Perú, mediante una mejor identificación de los nuevos hogares pobres y los hogares vulnerables, y redefiniendo los criterios de elegibilidad. Ampliar la cobertura también requerirá separar el acceso a la seguridad social de la situación laboral de los trabajadores.
Los retos que plantea el cambio climático exigen que el sistema de protección social se vuelva más resiliente y adaptativo. El Perú está cada vez más expuesto a desastres naturales. Dado que los peruanos no están expuestos a los choques de manera homogénea, se puede diseñar un menú con diferentes opciones de políticas para los distintos grupos y tipos de eventos. Esta solución requiere de una mejor identificación de las áreas expuestas a desastres naturales, así como de mejoras en la coordinación y gestión de riesgos de desastres e inversión en infraestructura resistente.
Hacia adelante, la agenda de política para retomar la reducción de pobreza será un desafío para el país. El reto es también una oportunidad para implementar políticas más inclusivas, invertir más en servicios públicos y propiciar un ambiente de negocios conducente al crecimiento de las empresas. Y aunque muchas de las necesidades en Perú requieren acción inmediata, el informe del Banco Mundial recomienda balancear la urgencia con una mirada de largo plazo para alcanzar un crecimiento sostenido e inclusivo que permita a Perú resurgir fortalecido, con menor vulnerabilidad.