Explosiones antidemocráticas

Por Juan Vargas (@juanf_vargas)

Los accidentes de minas antipersonal son explosiones desencadenadas por el contacto o la cercanía de personas u objetos con estos explosivos, que usualmente están escondidos bajo la superficie. A esto se suman los accidentes por el contacto con municiones sin explotar, abandonadas por grupos armados en zonas de combate.

En mi entrada anterior de Foco Económico, resumí los resultados principales de una investigación académica sobre el impacto de la remoción de minas antipersonal en la actividad económica, el logro educativo y el uso del suelo en Colombia. El desminado humanitario, a cargo de organizaciones militares y civiles, nacionales y extranjeras, dinamiza la actividad económica, mejora el logro escolar y reduce los cultivos ilícitos en las áreas que se benefician de esta actividad. Además no deterioran la cobertura boscosa. Acá está dicho estudio para el lector interesado en profundizar.

Los efectos positivos de la remoción de minas antipersonal se explican por la amenaza que estos explosivos ejercen para la movilidad, para la inversión y el uso productivo de la tierra, y para el acceso a servicios y a mercados. En efecto, las minas antipersonal no solo asesinan o mutilan a decenas de miles de personas cada año en los más de 60 países en donde existen, sino que constituyen un riesgo para millones de personas adicionales.

Esto es particularmente importante en el caso colombiano debido a que, tras más de cinco décadas de conflicto armado interno, este país tiene el récord mundial de víctimas anuales de minas antipersonal improvisadas. Estas son las minas “caseras” fabricadas por grupos armados ilegales, y que son mucho más baratas y peligrosas que las minas de fabricación industrial.

En una investigación reciente, cuyos resultados quiero discutir hoy con los lectores de Foco Económico, encontramos que, además del horror que producen entre las víctimas y sus allegados, los accidentes de minas antipersonal tienen efectos muy preocupantes sobre la salud de la democracia.

Para medir los efectos de los accidentes de minas antipersonal y de municiones sin explotar sobre resultados electorales, nuestro equipo de investigación accedió a información pública georreferenciada de todos los accidentes ocurridos entre 2003 y 2019 en Colombia, y construyó una base de datos con la georreferenciación de todos los puestos de votación del país. Esto nos permite comparar los resultados electorales de puestos de votación en cuyo vecindario hubo un accidente poco antes de una jornada electoral, con los de puestos de votación en cuya cercanía hubo una explosión poco después de las elecciones.

La validez de esta estrategia empírica, llamada diseño de regresión discontinua, depende de dos supuestos clave. Primero, que (al interior de un radio dado en la vecindad de un puesto de votación) la ocurrencia de accidentes de minas antipersonal no puede manipularse para que acontezca, con mayor frecuencia, poco antes de las elecciones. Segundo, que ninguna variable –distinta de los accidentes de minas antipersonal—cambie discontinuamente con la ocurrencia de una elección en el vecindario de los puestos de votación afectados por el accidente. Los gráficos 1 y 2 sugieren que estos dos supuestos se cumplen en el contexto que analizamos.

Gráfico 1. Distribución de accidentes antes y después de las elecciones (dentro de un radio de 4Km desde el puesto de votación)

Fuente: Vargas et al. (2022)

Gráfico 2. Distribución de características locales y municipales antes y después de las elecciones (dentro de un radio de 4Km desde el puesto de votación)

Fuente: Vargas et al. (2022)

Nuestros hallazgos sugieren al menos dos cosas que considero preocupantes para la salud de la democracia colombiana. Primero, la participación electoral (medida como el número de votantes que ejercen su voto sobre el potencial de votantes de un puesto) cae sustancialmente tras un accidente de mina antipersonal. ¡Nuestra estimación más conservadora sugiere una caída de la participación política en los puestos de votación afectados de poco más del 20 por ciento!

Este efecto puede verse gráficamente en el gráfico 3, que utiliza una ventana de 30 días alrededor de las elecciones. Nótese que la participación electoral es sustancialmente menor en el panel de la derecha, que corresponde a los puestos de votaciones cerca de los cuales hubo un accidente dentro del mes anterior a las elecciones.

Gráfico 3. Efecto de los accidentes de minas antipersonal sobre la participación electoral

Fuente: Vargas et al. (2022)

 

Nuestro estudio explora los mecanismos posibles de este resultado y encuentra, muy intuitivamente, evidencia de que el canal fundamental es el miedo. Por ejemplo, la caída en la participación electoral es mayor en puestos de votación expuestos a accidentes que ocurren más cerca del día de las elecciones y más cerca del puesto de votación. Además, la Encuesta de Cultura Política del Departamento Nacional de Estadística colombiano (DANE) sugiere que, inclusive entre ciudadanos que votan con frecuencia, los accidentes de minas antipersonal en su comunidad aumentan el miedo y reducen la probabilidad de votar. Por último, con base información georreferenciada de movilidad de usuarios de la aplicación de Facebook en teléfonos inteligentes, mostramos que la gente que se encuentra cerca de un accidente de mina antipersonal se mueve mucho menos en los días posteriores al accidente.

El segundo resultado preocupante es que, entre quienes deciden votar, el comportamiento electoral es muy distinto en relación a la votación observada en puestos que no estuvieron expuestos a un accidente. En particular encontramos que los votantes penalizan a los partidos políticos de izquierda, como si el horror de las decisiones de la izquierda insurgente (además de las de otros grupos armados ilegales) fuera responsabilidad de la izquierda democrática. En cambio, aumenta el porcentaje de votos por partidos que han tenido lazos con grupos paramilitares (medido como partidos para los que al menos un tercio de sus congresistas han sido condenados por estos vínculos).

Por supuesto, un país en donde la violencia ha sido parte esencial de política durante 200 años, donde los conflictos armados persisten por décadas y los protagonistas de éstos entierran elementos explosivos como parte de su estrategia de control territorial, es un país con una democracia precaria. Sin embargo, preocupa saber que, a pesar de los loables esfuerzos recientes por lograr una paz estable y duradera, el inventario de minas antipersonal que todavía existe en al menos 134 municipios de Colombia no solo constitute una amenaza contra la vida, la integridad, la salud mental y la libertad de las personas. Nuestros hallazgos apuntan hacia la existencia de una consecuencia social adicional muy preocupante: el deterioro (ulterior) de la democracia.