El pasado nos sorprende constantemente. Un sentido histórico de la economía puede ayudar a detectar situaciones actuales de equilibrio e inercia enraizadas en un pasado remoto. En específico, el entendimiento – surgido de un diagnóstico veraz y práctico – de antiguos impedimentos a un intercambio económico sano puede constituir un servicio primordial a la sociedad, incluso si trae a la memoria situaciones dolorosas. De hecho, la literatura académica reciente ha sido muy receptiva a la investigación de causas históricas de problemas económicos actuales en contextos como la violencia racista [1], la esclavitud [2, 3] o los sistemas de trabajos forzados como la mita peruana [4, 5, 6].
Por su parte, el discurso político peruano está aderezado con alusiones históricas, a veces distorsionadas por una lectura ideologizada. El actual presidente del Perú, en los primeros párrafos de su largo discurso inaugural del 2021, hizo referencia selectiva a la historia del Perú antes y después de la conquista española, pintando un retrato que no coincide con la investigación reciente de historia económica [7]. Desde que el ser humano existe se han dado situaciones de conflicto y opresión que quedan documentadas en la historia de las injusticias humanas, muchas de las cuales se enmarcan en visiones económicas de la sociedad jerarquizada. Pero las víctimas a veces no son tan inocentes como parecen: hacer una reivindicación selectiva constituye otro tipo de injusticia.
Un caso histórico muy ilustrativo es el de la inmigración china al Perú en la segunda mitad del siglo XIX. Organizada por agentes económicos peruanos – entre ellos, los dueños de las haciendas agrícolas de la costa central –, esta inmigración incluyó cerca de cien mil varones chinos reclutados con contratos rígidos de ocho años firmados en Macao, puerto portugués en la costa china, para trabajar exclusivamente en labores agrícolas y de servicio doméstico en las haciendas peruanas y en la construcción de ferrocarriles a cambio de un salario, luego de lo cual recibirían una carta de libertad de contratación. La motivación doble que llevó a los empresarios peruanos a adoptar este sistema fue la abolición de la esclavitud en el Perú durante el gobierno de Ramón Castilla y la falta de estabilidad de contratación de peruanos de la sierra para trabajar en estas labores costeñas. La preeminencia de China el día de hoy–una superpotencia mundial con amplio comercio internacional con el Perú– contrasta con la situación desesperada de muchos inmigrantes chinos del siglo XIX que se aventuraron a venir al Perú para trabajar–sometidos a muchas injusticias– en algo que los propios peruanos no deseaban hacer.
Visión positiva y normativa en una investigación histórica
El resumen que he brindado sintetiza la obra monumental de Fernando de Trazegnies, En el país de las colinas de arena: reflexiones sobre la inmigración china en el Perú del S. XIX desde la perspectiva del Derecho, publicada en 1994 en dos volúmenes que suman 1,478 páginas [8]. La calidad de esta obra no está reflejada en el número de citas que ha recibido en Google Scholar, sino en la originalidad y rigor investigativo que se traslucen en el libro, catalogado por un comentarista experto como la actualización de “un olvidado problema jurídico de incuestionable interés” [9]. Aunque han transcurrido casi tres décadas desde esa publicación, ampliamente reseñada en ambientes jurídicos, la vigencia de sus lecciones puede ser particularmente útil en un contexto económico-social como el que vivimos hoy en día.
De Trazegnies estructuró su investigación alrededor del contrato de trabajo (locación de servicios) del inmigrante chino del siglo XIX, comparándolo con otras figuras legales, evaluando su naturaleza jurídica y documentando en gran detalle cómo se implementó en la práctica el vínculo original y la ejecución de esas relaciones laborales. Mediante estos contratos, las haciendas peruanas se beneficiaron de mano de obra extranjera estable y los inmigrantes chinos pudieron aventurarse a un país muy distinto de su tierra natal y echaron raíces que perduran hasta hoy. El nivel de documentación provista por el autor es admirable. A modo de entretenimiento cautivante de la atención, todo el primer volumen de la obra es un relato de ficción histórica sobre un inmigrante representativo, desde el momento en que parte de su pueblo en China hasta cuando muere en el barrio chino de Lima décadas después.
El contexto fue turbulento. Las décadas del siglo XIX durante las que el sistema de contratación de inmigrantes funcionó en la costa peruana fueron convulsionadas política, social e intelectualmente. Se percibe una tensión entre la agricultura pre-moderna – poco tecnificada y altamente dependiente del trabajo físico – y el espíritu moderno que imbuía a pensadores y juristas peruanos de la época. En este marco, desde un punto de vista normativo, de Trazegnies catalogó como una negligencia terrible el no registrar cuestionamientos válidos a cómo un contrato de locación de servicios claramente injusto para la mayoría de los inmigrantes chinos pudo ser aceptado sin reparos en un Perú que se consideraba occidental, liberal, abolicionista y moderno en la segunda mitad del siglo XIX. Esa indignación del autor respecto a que casi ningún jurista de la época deseara corregir el modelo imperante refleja una visión normativa crítica del sistema. Esa perspectiva puede servir de estímulo para que, en el presente, detectemos los vacíos legales que claman al cielo y requieren una urgente corrección. Eventualmente, el sistema de contratación se suprimió y los inmigrantes chinos se integraron exitosamente a la vida de las ciudades costeras, participando en actividades de importación y exportación y formando asociaciones benéficas de ayuda [10].
Un tema doloroso consignado por las fuentes históricas reseñadas por de Trazegnies es la actitud abiertamente racista de peruanos de diversos orígenes étnicos al referirse al inmigrante chino en el siglo XIX, incluso en documentos estatales oficiales y en argumentaciones jurídicas. En nuestro país, el tratamiento ante la ley era distinto dependiendo del origen de la persona. En ese contexto, la mancha viscosa de la discriminación racista salpicó todos los ambientes, no solamente aquellos que un discurso ideologizado busca satanizar hoy.
La perspectiva histórica y el orden del derecho
De Trazegnies incluyó en su trabajo histórico-literario reflexiones filosóficas referentes al caos y orden propios de la época republicana que documentó. Por un lado, encontramos el caos de una inmigración aparentemente legal, aunque mancillada por vicios contractuales, el sojuzgamiento de la libertad, el maltrato en las zonas de producción y las reacciones inmediatas – no exentas de violencia – de aquellos que se sentían oprimidos. Por otro lado, se puede valorar el deseo de orden en un país que abolió la esclavitud en 1854 y que eventualmente prohibió los contratos de inmigración de trabajadores chinos; asimismo, queda documentada la buena administración y el trato justo de varios hacendados peruanos.
La tensión entre caos y orden se resuelve – al menos en teoría – con un derecho bien pensado, diseñado e implementado en el sistema legal, acompañado de un poder judicial eficaz. Por su parte, la economía ejerce una influencia inexorable en la sociedad a través de fuerzas que van eliminando actividades obsoletas, con innovaciones en la oferta y la demanda. Una lección vigente al revisar el material jurídico sobre de la inmigración china documentado por de Trazegnies consiste en la necesidad de abordar problemas económicos graves con una visión de largo plazo, pensando cómo la reconfiguración de incentivos y capacidades de los agentes económicos puede actualizarse en el tiempo, preparando así a la sociedad para enfrentar diversos ciclos, con especial atención a los más débiles y necesitados. Con un marco de análisis adecuado, se evitarán artificios inmediatistas que quizá generen votos sin solucionar el problema de fondo.
Diagnosticar es el primer paso para curar
Injusticias históricas como aquellas que circundaron la inmigración de casi cien mil trabajadores chinos para labores manuales en el Perú del siglo XIX han existido muchas, quizá menos dramáticas. La persistencia de algunos de sus efectos sorprende a los economistas de hoy, acostumbrados a ver en el mercado un equilibrio en el cual las fuerzas sincrónicas del momento son las únicas que importan, con una visión racional de lo que está en juego. Pero la memoria colectiva que se transmite de generación en generación es difícil de borrar; la reputación y el buen nombre son intangibles costosos de construir y fáciles de dañar. El miedo al dolor y a la represión son paralizantes, si es que no llevan a un revanchismo agresivo. Para mirar el futuro con más esperanza, hace falta conocer más profundamente la historia económica y entender qué se hizo mal y a quién se maltrató más, de tal forma que las soluciones de problemas actuales se propongan con valentía y compasión, incluso si no puede haber reparación económica conmensurable en un país con limitada capacidad fiscal como el Perú.
Nuestro presente está lleno de preguntas abiertas que nos interpelan en la vida cotidiana y que podrían tener raíces históricas profundas. Por ejemplo, ¿por qué el Perú es tan centralizado políticamente? Muchos ciudadanos del interior del país se hacen esta pregunta recurrentemente y es importante abordar sus causas. Un empujón inicial para descentralizar más lo dio la constitución de 1993, pero el fenómeno del centralismo político en el Perú había tomado siglos en solidificarse. Ante ese arraigo, una solución cosmética efectista como la de rotar temporalmente las sedes gubernamentales en algunas ciudades del interior no tendrá impacto real. La mera asignación de mayores recursos a distintas regiones tampoco parece ser una solución deseable. En general, los esfuerzos de descentralización requieren aprender a manejar más eficazmente los recursos, fomentando que los entes locales sean protagonistas más directos de su destino, posiblemente a través de un mayor profesionalismo de las autoridades elegidas localmente [11]. El Perú de siglos recientes tiene poca tradición en este sentido. Y así como el proceso de descentralización es lento, muchas otras cuestiones pueden requerir una inspección profunda del pasado peruano, con planes ejecutados mirando al largo plazo y con el respaldo de la estabilidad del marco jurídico.
La historia económica del Perú, estudiada con objetividad, pausa y humildad, nos puede ayudar a encontrar respuestas a preguntas difíciles aún no resueltas. De Trazegnies concluye su extraordinario esfuerzo en documentar la inmigración china haciendo referencia a la moral. Su investigación busca “asomarse a ese pozo insondable que es el alma humana, en cuyas profundidades se alojan las capacidades más excelsas y las perversiones más diabólicas. Lo importante es tomar consciencia de que el hombre – todo hombre – lleva dentro la capacidad del bien y del mal; y que sólo obrará adecuadamente si es consciente de sus posibilidades malsanas” (vol. II, p. 781).
En el libro más grueso de nuestra historia nacional no escasean páginas tristes. Algunas acciones concretas que podemos tomar hoy, luego de rememorar esas situaciones infames, consisten en evaluar qué causas las originaron y ver si causas análogas persisten en ámbitos comparables en el presente; auscultar constantemente a la sociedad para distinguir situaciones de injusticia amparadas por un marco legal permisivo, de manera que puedan plantearse cambios legales significativos; incluir en los estudios de impacto económico el verdadero costo humano que implican diversas inversiones de mediana o gran escala, de modo que el marco regulatorio no beneficie a algunos en perjuicio de otros; revitalizar – o refundar – una prensa de investigación que ventile situaciones graves, evitando contubernios entre grupos cerrados que encubran injusticias.
Y con una pizca más de esperanza que de Trazegnies, estudiar la realidad para descubrir la magnanimidad y tesón de aquellos que han ayudado a poner en valor el enorme potencial económico y espiritual del Perú brindará una profilaxis regeneradora rumbo al tricentenario.
Referencias
[1] D’Acunto, F.; M. Prokopczuk; M. Weber. 2019. Historical antisemitism, ethnic specialization, and financial development. Review of Economic Studies 86, 1170-1206.
[2] Pierce, L.; J. Snyder. 2018. The historical slave trade and firm access to finance in Africa. Review of Financial Studies 31, 142-174.
[3] Levine, R.; C. Lin; W. Xie. 2020. The African slave trade and modern household finance. Economic Journal 130, 1817-1841.
[4] Dell, M. 2010. The persistent effects of Peru’s mining mita. Econometrica 78, 1863-1903.
[5] Natividad, G. 2019. Stunted firms: The long-term impacts of colonial taxation. Journal of Financial Economics 134, 525-548.
[6] Carpio, M.A.; M.E. Guerrero. 2021. Did the colonial mita cause a population collapse? What current surnames reveal in Peru. Journal of Economic History 81, 1015-1051.
[7] Noejovic, H. 2009. La transición del sistema prehispánico al sistema económico colonial. En Compendio de Historia Económica del Perú, BCRP, tomo 2.
[8] De Trazegnies, F. 1994. En el país de las colinas de arena. Reflexiones sobre la inmigración china en el Perú del S. XIX desde la perspectiva del Derecho (vol. I y II). Fondo editorial PUCP.
[9] De la Puente y Lavalle, M. 1994. En el país de las colinas de arena. Conferencia de presentación del libro de Fernando de Trazegnies en el centro cultural peruano chino.
[10] Basadre, J. 1968. Historia de la república del Perú. Tomo VIII. El Comercio.
[11] Natividad, G. 2022. Decentralizing investment: evidence from municipal organization after close elections. Journal of Economics & Management Strategy, forthcoming.
Ilustración: Funerary Mask, Lambayeque; the Metropolitan Museum of Art; public domain.