[1] Por Raymundo M. Campos Vázquez (El Colegio de México); Alice Krozer (El Colegio de México); Aurora A. Ramírez-Álvarez (El Colegio de México); Rodolfo de la Torre (Centro de Estudios Espinosa Yglesias); Roberto Velez-Grajales (Centro de Estudios Espinosa Yglesias).
Contacto: aurora.ramirez@colmex.mx
México se encuentra entre los países con mayor desigualdad de ingresos y menor movilidad social del mundo. Una de las características de la distribución de ingresos en México es la distancia cada vez mayor entre las personas de altos ingresos y el resto de la población: utilizando el ingreso familiar actual, la razón del decil 10 al decil 1 es 18.3. Con un coeficiente de Gini de alrededor de 0.5, solo el 3% de los nacidos en el quintil más bajo ascenderá a la cima, y solo el 2% del quintil superior terminará en la parte inferior, con pocos cambios a lo largo del tiempo en los últimos años. Esta rigidez social conduce al “acaparamiento de oportunidades”: quienes parten de una posición desfavorecida tendrán menos oportunidades de triunfar, mientras que los nacidos en privilegios continúan acumulando más ventajas a lo largo de su vida, que luego pueden transmitir a sus hijos. Este hecho se explica en parte por el alto nivel de desigualdad de oportunidades, que en el caso de México representa al menos la mitad de la desigualdad total observada. Si bien los investigadores han establecido y coinciden en la existencia de una alta desigualdad y baja movilidad social en México, el conocimiento de estos fenómenos no necesariamente permea la conciencia del público en general. Si este fuera el caso, las percepciones podrían no estar en consonancia con la realidad.
La creciente preocupación por la desigualdad y la movilidad social ha inspirado un gran número de estudios que miden y analizan sus consecuencias. Sin embargo, se sabe menos sobre cómo las personas perciben estos fenómenos. A menudo, las percepciones son diferentes de la realidad, pero entenderlas nos ayuda a explicar las actitudes de las personas hacia esa realidad. Además, la experiencia subjetiva de la desigualdad y la movilidad social puede afectar el comportamiento y las preferencias políticas, que a su vez afectan la desigualdad objetiva y los resultados de la movilidad social.
Actualmente, existe una falta de consenso en la literatura sobre qué tan importantes son las percepciones de desigualdad y movilidad social en las preferencias de redistribución, y si corregir las percepciones de las personas con datos reales alteraría esas preferencias. También existe desacuerdo sobre si los efectos de esta nueva información sobre las percepciones son homogéneos en una población, dada la amplitud de los determinantes a nivel micro y la importancia del contexto. Por lo tanto, en un artículo de investigación publicado recientemente en la revista World Development examinamos las actitudes positivas y normativas de las personas hacia la desigualdad y la movilidad social, y cómo las preferencias redistributivas individuales varían según el nivel socioeconómico (NSE).
Para ello, diseñamos y realizamos la primera encuesta mexicana, representativa a nivel urbano, sobre distribuciones de ingreso percibidas, deseadas y preferencias de redistribución individuales, medidas a través de las tasas impositivas deseadas por los individuos, a diferencia de gran parte de la literatura, que se centra en el apoyo a las políticas redistributivas en general o en el apoyo a las transferencias gubernamentales.
Nuestros resultados muestran que las personas tienen una percepción relativamente precisa de las tasas de pobreza, mientras que sobreestiman sustancialmente la proporción de los ricos. La percepción promedio del porcentaje de pobres es del 59% de la población, superior a la medida oficial de pobreza de 48.8%, con base en un ingreso mensual menor a MXN $ 2,548 (cerca de USD $ 280 en PPA) (Figura 1). La percepción promedio del número de ricos es de 35%, con base en la percepción de que el ingreso mínimo para ser considerado rico es de MXN $ 38,248 por mes (USD $ 4,250 en PPA) (Figura 1). En realidad, sin embargo, el porcentaje de la población que se encuentra por encima de ese umbral es mucho menor: alrededor del 0.6%, según las encuestas oficiales de hogares. También encontramos que las percepciones varían según el nivel socioeconómico (NSE). Las personas con NSE bajo estiman proporciones más altas en los extremos de riqueza y pobreza que las personas con NSE alto. Además, en contraste con estudios previos encontramos que las personas perciben la desigualdad aproximadamente de manera correcta, con un Gini percibido promedio de 0.56 versus un Gini real de 0.5. También, los mexicanos desean un país más igualitario, cercano al nivel de países como Alemania y Francia. Una cuarta parte de la población desea vivir en un país completamente igualitario. (Figura 2). En relación a la movilidad social, los individuos estiman con precisión las tasas de persistencia en la parte inferior y superior de la distribución, pero sobreestiman la movilidad ascendente y descendente.
Figura 1. Porcentaje de personas que la sociedad piensa que son pobres o ricos.
Notas: Cálculos de los autores. N = 2.493. “% De pobres (ricos)” se refiere a la pregunta sobre cuántos individuos de 10 el encuestado considera pobres (ricos), después de un reactivo que preguntaba sobre el ingreso máximo (mínimo) que el encuestado consideraba que significaba que una persona era pobre (rico).
Figura 2. Nivel de desigualdad percibida y deseada
Notas: Cálculos de los autores. N = 2.493. El Gini percibido se calcula utilizando seis opciones de distribución del ingreso. La pregunta explica que las imágenes representan cómo se distribuyen los ingresos en la economía entre cinco grupos de igual tamaño. Se pide a los encuestados que elijan una de las seis imágenes que incluyen distribuciones de ingresos hipotéticas. En el más desigual, el quintil superior tiene el 92% de los ingresos, y los otros quintiles hacia abajo tienen el 4.5%, 2%, 1% y 0.5%, con un coeficiente de Gini implícito de 0.75. En el escenario más equitativo, cada quintil recibe el 20% de los ingresos y el coeficiente de Gini implícito es 0. El coeficiente de Gini deseado se calcula después de la intervención: al encuestado se le muestran las mismas seis imágenes, pero la pregunta es cuál es la distribución de ingreso que debería tener la sociedad mexicana.
Para probar el efecto de la información sobre las preferencias redistributivas, realizamos un experimento en el que proporcionamos información sobre los niveles reales de desigualdad a un tercio de los participantes, sobre las tasas de movilidad social a otro tercio, y dejamos un tercio como grupo de control sin información adicional, antes de preguntarles sobre las distribuciones deseadas. Informar a los participantes de los niveles reales de desigualdad y movilidad social tiene un efecto casi nulo en los niveles de desigualdad, movilidad social y tasas impositivas que describen como deseables (aunque no es estadísticamente significativo). Después de proporcionar esta información, también les preguntamos a los participantes sobre el nivel percibido y deseado para su propia tasa impositiva, así como la tasa impositiva deseada para los pobres, de ingresos medianos y ricos. Esta es una innovación clave con respecto a la literatura existente que nos permite evaluar el tipo de contrato social y redistribución que apoyan los individuos de diferentes niveles socioeconómicos. Nuestros resultados muestran que las personas favorecen un sistema tributario progresivo en el que los pobres tienen una tasa impositiva positiva, con tasas más altas para las personas con mayores ingresos. Encontramos una relación negativa entre el nivel socioeconómico y la preferencia por una estructura tributaria más progresiva, independientemente de si los participantes reciben datos reales sobre la desigualdad (Figura 3B). Además, encontramos que las personas sobreestiman los impuestos que pagan y desean pagar menos. Según nuestra encuesta, los mexicanos consideran que pagan 39% de su ingreso en impuestos, cuando en realidad, calculamos que, respecto al ingreso disponible, se paga de impuestos entre 22-25%. Esto es cercano a lo que los mexicanos desean pagar en impuestos (22%) (Figura 3A).
Figura 3. Impuestos Deseados | |
A. Impuestos pagados (propio) | B. Impuestos pagados (otros) |
Notas: Cálculos de los autores. N = 2.493. El coeficiente se obtiene de una regresión de la variable del eje y contra un índice de NSE. Valores p entre paréntesis. El panel A se refiere a la tasa que los encuestados quieren para sus propios impuestos y el panel B a las tasas que quieren para los pobres, los de ingresos medianos y los ricos.
Nuestro estudio complementa los estudios actuales que se centran principalmente en países de ingresos altos. México, como muchos otros países en desarrollo, presenta un contexto de alta pobreza, alta desigualdad y baja capacidad estatal, particularmente bajos ingresos fiscales. Es difícil lograr un país con menor desigualdad y mayor movilidad social, pero con menores impuestos, como desean los mexicanos.
Referencias
Campos-Vazquez, R. M., Krozer, A., Ramírez-Álvarez, A. A., de la Torre, R., & Velez-Grajales, R. (2022). Perceptions of inequality and social mobility in Mexico. World Development, 151, 105778. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.worlddev.2021.105778
Free Access until January 30, 2022. https://authors.elsevier.com/a/1eDws,6yxDH1IU
[1] El proyecto fue elaborado con la ayuda financiera de la Unión Europea. Forma parte de un mecanismo europeo de programas de investigación sobre desigualdades en los países en desarrollo y emergentes que está coordinado por la Agence Française de Développement (AFD). Es parte del proyecto “Shedding Light on the Political Economic Barriers to Fighting Inequality in Mexico” (Proyecto Núm. 60678) del Colegio de México y el Centro de Estudios Espinosa Yglesias. Ninguna de las opiniones del artículo refleja la opinión de esas instituciones.