Vulnerabilidad económica y gasto de los hogares en Colombia: Elementos para una política pública en tiempos del COVID

¿Quiénes son los más vulnerables a una crisis generalizada como la del Covid? ¿Por qué son vulnerables y dónde están? ¿Cómo reaccionan las personas a las situaciones de crisis económica? Todas son preguntas que a la vez son difíciles de contestar y muy relevantes para la política pública. En esta entrada intentamos dar un inicio de respuesta a ellas.

En primer lugar, adoptamos el concepto de vulnerabilidad propuesto por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, que se pregunta cuáles son las ocupaciones más vulnerables a estrategias de confinamiento para reducir la tasa de contagio de la pandemia. Así, desarrolla una noción basada en la posibilidad de hacer teletrabajo y en el lugar donde se desarrolla la ocupación (por ejemplo, una persona que trabaja en la calle es más vulnerable a potenciales caídas en su ingreso que una persona que trabaja en una oficina). Con base en esta noción de vulnerabilidad definimos cuatro categorías o grupos de hogares: 1) hogares con perceptores de ingreso con ocupaciones no vulnerables, 2) hogares con perceptores de ingreso con ocupaciones vulnerables, 3) hogares con pensionados, 4) hogares con desempleados e inactivos.

Para dividir los hogares con ocupados entre vulnerables y no vulnerables (grupos 1 y 2) definimos a los  hogares vulnerables con ocupados (grupo 2) como aquellos en donde más del 50%  del ingreso del hogar depende de trabajadores vulnerables laboralmente. Estos son hogares que en la crisis del COVID-19 y como resultado del confinamiento, se ven afectados por que la naturaleza de la rama de actividad, ocupación en las que se desempeña, y por el lugar en donde ejerce su actividad, son más proclives a perder total o parcialmente su fuente de ingreso laboral porque no pueden desarrollar sus actividades de forma remota a través de teletrabajo. Los hogares no vulnerables con ocupados (grupo 1) son aquellos en donde más del 50% del ingreso del hogar depende de trabajadores no vulnerables laboralmente porque estos pueden desarrollar sus actividades de forma remota a través de teletrabajo. Los hogares con pensionados, son aquellos en los cuales el ingreso del hogar depende del ingreso que se recibe por pensión; al interior de estos hogares no hay ningún miembro ocupado y al menos debe haber un miembro pensionado. Los hogares con desempleados e inactivos, son aquellos que no reciben ningún tipo de ingreso laboral, porque las personas al interior de este se encuentran desempleadas o inactivas.

Usamos la información de La Encuesta Nacional de los Presupuestos de los Hogares desarrollada por el DANE entre 2016 y 2017, que encuesta a 87 mil hogares de todo el país, y más importante, nos permite establecer diferencias regionales porque es representativa para todas las capitales de los departamentos. Con esta información se puede hacer un análisis detallado de todos los gastos de los hogares en Colombia. Para esta entrada analizamos tres rubros básicos de gasto de los hogares: el gasto en alimentos, en servicios públicos domiciliarios y en arrendamiento.

Con esta información encontramos que en Colombia el 46,27% de los hogares son ocupados vulnerables, 37,6% son hogares ocupados no vulnerables, 11,29% no perciben ingresos laborales (desocupados); y 4,81% perciben un ingreso pensional. Aunque las diferencias no son muy grandes hay más hogares ocupados vulnerables en la zona rural (49,78%) que en la zona urbana (45,36%).

En la Tabla 1 reportamos el gasto promedio total y para los rubros mencionados a precios de marzo de 2020. Los datos muestran que un poco más del 57% de los hogares (60% de las personas) viven en situación de vulnerabilidad (es decir son ocupados vulnerables o desempleados). Lo otro que salta a la vista es que hay diferencias grandes en el gasto total entre estos grupos de hogares. Mientras que los hogares no vulnerables con ocupados o con pensionados gastan más de 2 millones 200 mil pesos; los hogares vulnerables con ocupados y desocupados gastan 1 millón 600 mil y 1 millón 200 mil pesos, respectivamente. Además, el gasto en alimentos y vivienda (servicios públicos + arriendo) está alrededor del millón de pesos. El gasto en alimentos solo es casi el doble de las ayudas que está dando el gobierno para los más pobres a través del ingreso solidario.

Tabla 1. Gasto promedio y características de los hogares

Población total Hogares total Personas por hogar Gasto total Gasto Promedio Alimentos Gasto Promedio Servicios Públicos Gasto Promedio Arriendo
Nacional 46,758,023 13,883,044 3.4 1,935,944 301,739 277,212 455,264
Rural 10,358,592 2,857,744 3.6 1,014,727 270,530 169,920 235,825
Urbano 36,399,431 11,025,300 3.3 2,174,722 309,641 304,070 477,563
No vulnerables con Ocupados 17,695,064 5,225,056 3.4 2,403,238 318,439 315,244 546,037
Vulnerables con Ocupados 23,675,344 6,423,445 3.7 1,682,078 307,889 234,647 399,597
Desempleados e inactivos 3,916,333 1,567,022 2.5 1,274,830 220,982 232,311 386,720
Pensionados 1,471,282 667,520 2.2 2,273,066 297,803 478,439 542,122

Fuente: elaboración  propia a partir de DANE-ENPH, 2016-2017. Estos promedios están calculados sobre el grupo de hogares que hace un gasto positivo en el rubro respectivo. Los percentiles 1 y 100 de la distribución de gasto total no fueron tenidos en cuenta para estas estadísticas descriptivas.

 

En general, puede decirse que los hogares no vulnerables con ocupados están en una mejor situación económica que los hogares vulnerables con ocupados y estos, a su vez están en una mejor situación que los hogares sin ingresos laborales. Los hogares no vulnerables ocupan un poco menos de la mitad de sus gastos en alimentos (13,3%) y vivienda (13,1% en servicios públicos y 22,7% en arrendamiento), mientras que en los hogares más vulnerables estos gastos básicos representan entre el 56% (vulnerables con ocupados) y el 66% (desocupados) de sus gastos totales.

Por otra parte, como puede verse en la Figura 1, encontramos una relación positiva entre el porcentaje de hogares ocupados vulnerables en cada ciudad, y la proporción de la población en edad de trabajar que entre marzo y mayo de 2020 se encontraban desempleados o inactivos (esto equivale a 1-tasa de ocupación). Esto revela además que hay gran heterogeneidad de cómo la pandemia puede afectar las distintas regiones del país.

Figura 1. Relación entre hogares con ocupados vulnerables y el mercado laboral en la pandemia

Fuente: Cálculos propios sobre la ENPH

 

Este tema lo podemos ver de dos modos. Por un lado revisamos las diferencias en la importancia del gasto en alimentos y vivienda en el gasto total de los hogares en las 32 capitales de departamento del país (ver Figura 2).  Allí se ve que hay diferencias importantes entre las ciudades en la proporción que gastan los hogares en alimentos y vivienda. En Leticia, una ciudad muy golpeada por la pandemia, el gasto en alimentos y arrendamiento representa una parte importante del gasto de los hogares (casi 30% y 50%, respectivamente). En Barranquilla, otra ciudad muy golpeada por la pandemia, el gasto en arrendamiento, en especial de los desocupados, es un poco más del 50% del gasto total. En Montería, una ciudad que ha tenido una tasa de contagios alta en la última semana, tiene hogares vulnerables (tanto ocupados como desocupados) para los que el gasto en alimentos está alrededor del 25%.

Por otra parte, calculamos la elasticidad gasto (o ingreso) de la demanda de alimentos, servicios públicos y arrendamiento. Asumiendo un modelo estático (los hogares gastan todo su ingreso) estimamos un modelo paramétrico cuadrático a la Working y Leser (Banks et al., 1997). Como se ve en la figura 3, hay diferencias importantes en la elasticidad gasto de la demanda según la situación laboral de los perceptores de ingreso del hogar. En la medida que los hogares progresan económicamente muestran menores elasticidades gasto de la demanda de ingreso, lo que significa que reaccionan cada vez menos ante cambios en el gasto/ingreso. Esto es otra fuente de vulnerabilidad. Frente a choques en el ingreso, los hogares relativamente más vulnerables tienden a cambiar más su gasto en alimentos, lo que hace más probable a su vez que entren en situaciones en las que se pueden saltar comidas, comer menos o, simplemente, aguantar hambre.

Considere las elasticidades de la figura 3. Si un hogar pierde la mitad de su ingreso y el hogar es no vulnerable, reducirá el gasto en alimentos en 25%. En cambio un hogar vulnerable desocupado reduciría su gasto en alimentos en 30%. Dicho de otro modo, si un hogar vulnerable desocupado recibe los 160 mil pesos del ingreso solidario (un aumento del 12% del ingreso) solo aumentaría su gasto en alimentos en 7,2%.

Figura 2. Proporción de gasto en alimentos y vivienda por ciudad

Lo que hacemos es tomar, a nivel de ciudad capital, las elasticidades para los hogares vulnerables (ocupados y desocupados) y ponderarlas por la proporción de hogares que están en esa situación en cada ciudad. En unos pocos casos la base cuenta con otras ciudades del departamento, así: Barrancabermeja en Santander, Buenaventura y Yumbo en Valle, Rionegro en Antioquia, Soledad en Atlántico y Tumaco en Nariño.

Figura 3. Elasticidad gasto de la demanda por alimentos

En los mapas que aparecen en la figura 4 aparecen representadas estas elasticidades para cada departamento. Para facilidad, pintamos todo el departamento, pero los datos solo corresponden a la capital o a la capital y los otros municipios ya mencionados. En el caso de Cundinamarca y Bogotá solo disponemos de los datos de la capital, así que esos datos son los de la ciudad aunque aparezca pintado todo el departamento. En la medida que los colores son más oscuros, los hogares vulnerables con ocupados o desocupados reducen más sus gastos ante una reducción en los ingresos de la misma proporción. En este sentido, los hogares de esas ciudades están en mayor riesgo de sufrir hambre o de quedarse sin vivienda.

Figura 4. Vulnerabilidad de los hogares por gasto en:

 

Hogares como los de Leticia y Quibdó son vulnerables en varias dimensiones, al igual que San Andrés. Los hogares de los departamentos de la periferia, lejos del centro del país, parecen ser más vulnerables que los de las capitales del centro. Los hogares de Florencia, Mitú e Inírida parecen particularmente vulnerables tanto con respecto al gasto en alimentos como en arrendamiento. En la costa norte, los hogares de Santa Marta y Montería parecen particularmente vulnerables, sobre todo en temas asociados a la vivienda. En el interior del país, los hogares de las capitales del eje cafetero (en especial Armenia y Manizales) y los hogares de Barrancabermeja y Bucaramanga en Santander, merecen especial atención.

En versiones posteriores de esta línea de trabajo esperamos contar con matrices de transición entre estados de vulnerabilidad que nos permita hacer un análisis más completo sobre el grado de vulnerabilidad de los hogares y sus diferencias regionales. Por el momento, los datos muestran que las ayudas que está implementando el gobierno no se compadecen con la situación y que se requiere una estrategia más estructural para enfrentar el problema. En este sentido la reflexión sobre la renta básica que cada vez aparece más fuerte en los espacios de discusión política puede tener parte de las respuestas.

 

Referencias

 

Banks, James, Richard Blundell, and Arthur Lewbel. 1997. “Quadratic Engel Curves and Consumer Demand.” Review of Economics and Statistics, 79(4): 527–39.