Fue como un dolor fuerte en el alma cuando me reenviaron un tweet de Carlos Rodríguez anunciando que mi profesor Valeriano García había fallecido. Me sorprendió, no me lo esperaba.
Hacia años, muchos, que no lo veía. Cada tanto, cuando algún Journal finalmente me aceptaba algún paper mío sobre teoría o política monetaria, se lo mandaba por email. Él me introdujo al fascinante mundo de los fenómenos monetarios y de las herramientas para tratar de entenderlos. De no haber sido por él, esos papers no hubieran sido escritos. Por eso se los mandaba. Él agradecía los emails, escuetamente. Cada tanto yo recibía algún paper que él todavía escribía. Yo, claro, los leía. Y se lo agradecía.
Hacía mucho que no lo veía, pero igual el dolor fue fuerte. Yo soy un privilegiado; me pase muchas, muchas, muchas horas de mi vida sentado enfrente de alguien que me explicó cosas. Tuve muchos profesores. Muchos fueron buenos. Pero solo unos pocos son y siempre serán “mis” profesores. Y Valeriano es uno de ellos.
Valeriano formó parte de ese grupo pequeño, pero repleto de entusiasmo, de generosidad y, fundamentalmente, de seriedad que llevaron adelante el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán en los 70s y los 80s.
Todos los que estudiamos allí somos conscientes de la excepcional educación que recibimos. Y se lo debemos a ese puñado de soñadores que se convencieron de que aun desde el remoto Tucumán se podía pertenecer al mundo. Ellos creían que podían ofrecer una educación de primer mundo desde el tercero. Y lo consiguieron.
Tomé tres cursos (Teoría Monetaria I, Teoría Monetaria II y Política Monetaria y Fiscal) e hice el seminario de graduación con Valeriano. Yo estudié con él entre 1982 y 1985, años de fuerte inestabilidad monetaria. Tenía esa mágica habilidad para usar teorías simples para analizar problemas a priori complicados. Ver en el pizarrón, guiado por la tiza en su mano, lo que luego pasaría en el país fue una experiencia que me marcó para siempre. En esos años yo decidí que cuando fuera grande quería ser como Valeriano.
A partir de ayer, estamos un poco más solos.