Por Dante Amengual (CEMFI) y Germán Cubas (University of Houston)
El mundo se enfrenta hoy a la pandemia del coronavirus (Covid-19), una de las mayores crisis en los últimos cien años. En parte debido a las medidas que diferentes países están tomando, esta tragedia sanitaria puede tener un impacto mayor en la economía global. Médicos tratan a miles de pacientes, gobiernos establecen políticas de aislamiento e investigadores están en una carrera contra reloj para buscar una cura a fin de frenar el progreso del virus. No obstante, creemos que la ciencia económica puede aportar un grano de arena al debate sobre las soluciones a esta crisis. La economía modeliza el comportamiento humano y las decisiones respecto al cuidado de nuestra salud no son independientes de otras decisiones económicas, lo cual queda en clara evidencia en esta pandemia.
El remedio provisorio de la aislación social disminuye la propagación del virus a la vez que da tiempo para encontrar una cura y evita la saturación del sistema de salud y, así poder salvar más vidas. Ahora bien, este remedio tiene asociado un gran costo debido a la paralización forzada de la actividad económica. ¿Pero, cuán estrictos debemos ser en las medidas de confinamiento? Todo depende de cuál es la magnitud real del riesgo al cual se enfrenta la población. Para ello es fundamental obtener medidas fiables y precisas tanto de mortalidad como de contagio del SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad denominada Covid-19.
En general, los tests eficaces del Covid-19 tienen dos propósitos adicionales aparte de diagnosticar casos individuales: el primero es obtener información precisa sobre el contagio del virus y las tasas de mortalidad; y el segundo es evitar la propagación aislando a los infectados.
Si los tests actualmente son realizados, en general, a personas que tienen síntomas o aquellos en contacto con pacientes enfermos, y además hay individuos (principalmente jóvenes) que tienen el virus, pero son asintomáticos; los datos con respecto a la prevalencia del virus no serán fiables. Si adicionalmente no hacemos pruebas aleatorias, dado que –por desgracia- no conocemos de momento la naturaleza de la red de transmisión, no nos acercaremos a la realidad. Si por ejemplo solo analizáramos a las personas hospitalizadas con síntomas gripales (gripe habitual o influenza), la tasa de mortalidad solo incrementaría. Y no menos importante, quedaríamos sin descubrir la existencia de nuevos focos.
Adicionalmente, y no menos importante, los gobiernos han desarrollado políticas de información a la población respecto a cómo cuidarse para evitar el contagio (por ejemplo, el lavado frecuente de manos o uso de alcohol en gel como desinfectante). Esto ha hecho que muchos de nosotros cambiemos nuestros hábitos lo que afecta, consecuentemente, la tasa de contagio. La aleatoriedad de las pruebas es una manera de tener en cuenta estos aspectos cuando se quiere medir, por ejemplo, la tasa mortalidad del virus.
Lo más sensato en este contexto es hacer tests con una muestra al azar de la población en las principales ciudades con un brote del SARS-CoV-2. Por supuesto, esto no quiere decir que debamos ignorar información relativa a las redes de contactos de los infectados sino todo lo contrario. Toda información que nos llegue sobre las redes (o conexiones) de los infectados nos ayudará a seleccionar una muestra más representativa, pero -lamentablemente- al día de hoy no es algo factible. Dichas pruebas revelarán la verdadera tasa de mortalidad y también cuántas personas tienen el virus, un factor importante para determinar su grado de propagación. Por eso, las autoridades, dependiendo de los recursos disponibles, deberían empezar a realizar este tipo de pruebas ahora mismo.
Como mencionamos anteriormente, el segundo propósito del testeo aleatorio es aislar a los infectados. En ese sentido, no está claro que tenga sentido depender exclusivamente de las personas que se ofrecen voluntariamente para las pruebas. Probablemente se trata de personas que presentan síntomas y siguen los mensajes de salud pública para aislarse en casa, como lo harían con la gripe de toda la vida.
En cuanto a la cantidad de tests a realizar, para tener una referencia, podemos tomar el caso de Corea del Sur, un país de relativo éxito en cuanto al testeo y contención del virus. Por citar un ejemplo en la región, en Uruguay, según notas de prensa, se están realizando actualmente 200 tests por día. Si quisiéramos imitar a ese país asiático, de acuerdo a nuestros cálculos, ese sería el número correcto de test a realizar para el estadio actual de expansión del virus (tomando como referencia el día que se confirmó el primer caso).[1] Ahora bien, hay que aumentarlos considerablemente la semana que viene y más aún las siguientes debido a la naturaleza de propagación del virus. Por ejemplo, al cierre de la semana que viene tendríamos que estar en 800 tests por día. Según dicen los medios, Uruguay planifica aumentar en una semana su capacidad de testeo a 1000 personas por día en unos pocos días. A nuestro entender, se estaría yendo en la dirección correcta en cuanto a cantidad.
En cuanto a otros países del cono sur, según reportes de prensa basados en declaraciones ministeriales, al 24 de Marzo Chile había realizado hasta ese momento 7,542 exámenes, con un máximo diario de 3,078 test el pasado 23 de marzo (con 922 casos acumulados confirmados). Si este país quisiera seguir a Corea del Sur, la cifra acumulada de tests parece razonable, sin embargo, tendría que incrementar el número de tests diarios a un promedio de 4,600 tests. Por otro lado, y según reportes del Ministerio de Salud de dicho país, se está trabajando en la dirección correcta ya que están poniendo a disposición de la población en los próximos días una gran cantidad de test rápidos.
En el caso de Argentina, según el Reporte Diario Matutino N23 [2] dado a conocer por el gobierno de ese país el día 26 de Marzo, hasta esa fecha fueron constatados un total de 1946 casos negativos por test de laboratorio y 502 positivos. Eso da un total acumulado de 2448 tests, sin contar aquellas pruebas que estén analizándose actualmente en los laboratorios. Asimismo, en el reporte del 5 de Marzo es en el cual se informa el primer caso en dicho país. Usando una vez más las tasas de Corea del Sur como referencia, se desprende que Argentina tendría que estar haciendo más pruebas (por ejemplo, al día de hoy tendría que haber acumulado alrededor de 8000 tests). Pero no solo eso, dado el tamaño de su población (similar a la de Corea del Sur) en las siguientes dos semanas tendría que aumentar el número de tests considerablemente, a unos 4,000 y 10,000 por día, respectivamente.
Adicionalmente, la posibilidad de realizar tests serológicos (es decir pruebas que permitan comprobar la presencia de anticuerpos en la sangre y así determinar que una persona tuvo el virus y se ha vuelto inmune a él) sería una buena manera de separar aquellos individuos que han sido expuestos al virus pero ya no son peligrosos para la sociedad. Identificar a estas personas sería fundamental para que cuanto antes puedan incorporarse al mercado de trabajo a fin de hacer que la economía se resienta menos.
En resumen, lo más apropiado sería lograr una redistribución de los esfuerzos que combine tests serológicos, aquellas dirigidas a las poblaciones de alto riesgo, y pruebas aleatorias para determinar las consecuencias reales de esta pandemia (en ese sentido, es importante mantener la información desagregada entre estas categorías). Pero, para eso, se necesitan recursos en términos de disponibilidad de tests y un esfuerzo en decidir a quién testear. Teniendo en cuenta que estas pruebas aleatorias tienen un componente de bien público, aquellas economías en mejor situación debería liderar este proceso. No obstante, dada la heterogeneidad existente en el grado de avance de esta epidemia entre regiones, es un esfuerzo al que cada país debería destinar recursos. Sin duda, es un gran precio a pagar como seguro contra un riesgo que aún no comprendemos, pero vale la pena. No necesitamos aceptar el miedo y la ansiedad como algo inevitable: los contrastes estadísticos adecuados pueden darnos respuestas valiosas, antes de que llegue el invierno y sea demasiado tarde.
[1] Usamos datos oficiales de tests realizados en Corea del Sur disponibles en https://www.cdc.go.kr/board/board.es?mid=&bid=0030 para calcular una tasa de tests per cápita diario.