Reducción de la jornada laboral: la experiencia francesa

Reducción de la jornada laboral: la experiencia francesa.
Alexandre Janiak, Instituto de Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile
Medir el impacto de una política como la reducción de la jornada laboral no es una tarea fácil para
los economistas. En efecto, para entender de manera limpia como una política afectó la
economía, lo que haría un economista es comparar el desempeño de grupos sujetos a la política
con el desempeño de otros grupos poblacionales, un poco como lo hacen los médicos al momento
de distinguir los pacientes tratados por un medicamento de los no tratados. Sin embargo, en el
caso de la reducción de la jornada laboral, uno no suele tener esta suerte porque la política suele
afectar todos los trabajadores de una economía y no tenemos manera de distinguir los grupos
tratados por la política de los otros grupos. Como consecuencia, uno va formando opiniones
basándose en modelos teóricos, cuyas conclusiones dependen a veces de los supuestos que uno
hace al momento de modelar el mercado laboral.
Francia es un país que se volvió famoso por las pocas horas semanales que trabajan oficialmente
sus ocupados. El estado actual es de 35 horas a la semana y, antes de que se implementara tal
medida en el 2002, ese país también vivió un intenso debate. El caso francés es interesante desde
el punto de vista científico porque la reducción de la jornada laboral no fue la misma para todas
las regiones del país. Es una suerte para los economistas que quieren estudiar el impacto de tal
política porque es una las pocas situaciones donde uno puede comparar el desempeño de las
regiones afectadas por la política de las otras regiones. Este es el trabajo que hicieron Matthieu
Chemin y Etienne Wasmer en un artículo académico publicado en la revista Journal of Labor
Economics en el 2009.
La región de Alsace-Moselle no siempre ha sido francesa y ha sido francesa más de una vez. Fue
también alemana antes de la primera guerra mundial y volvió a ser parte de Francia después de
esa guerra en el 1918. Por la manera de cómo volvió al país, la política de las 35 horas del 2002
fue menos restrictiva para las empresas de esa región. Antes de que se implementara la política,
los trabajadores de esa región tenían derecho a dos días de vacaciones que el resto de los
trabajadores del país no tenían. Al introducir la política en esa región, se decidió que esas
vacaciones se sustituirían por parte de la reducción de la jornada laboral. Por lo tanto, la política
fue menos restrictiva en esa región del país. Los dos economistas pudieron comparar la evolución
del empleo en Alsace-Moselle con la del resto del país y concluyeron que la reducción de la
jornada laboral no tuvo impacto sobre el empleo.
Es curioso concluir que la reducción de la jornada laboral no afecta el empleo porque un modelo
básico en economía con “mercados competitivos” predice que tal política debería reducir el
empleo, dado que habría menos incentivos para las empresas a contratar trabajadores que
producen menos. Sin embargo, el mercado laboral está lejos de ser competitivo, y esto hace que
los trabajadores no trabajen efectivamente todas las horas que están en la empresa durante la
semana. Quizás, por ejemplo, se dedican a pasar parte de su tiempo laboral en las redes sociales.
En este contexto, la reducción de la jornada puede no tener efecto si simplemente lleva a los
ocupados a pasar menos tiempo ocioso durante la jornada laboral y mantener las horas de trabajo
efectivas que siempre han tenido. Igual es difícil saber lo que pasaría en el caso chileno: acortar
mucho la jornada podría tener efectos tales como lo predice el modelo básico.