¿Por qué las empresas en países en desarrollo no mejoran sustancialmente su productividad, dada la potencial ganancia que ello implica? Esta cuestión, de gran interés reciente para los investigadores económicos, tiene respuestas elusivas. La respuesta fácil consiste en atribuir la razón a un factor externo (una fricción) que impide alcanzar un aprovechamiento mejor de los recursos. Los expertos suelen tener una lista larga de fricciones candidatas. A veces ese factor, se dice, es la ausencia de capital financiero. Otras veces, la falta de talento directivo o conocimiento sobre buenas prácticas directivas. También se atribuye la culpa a la carencia de tecnología – un intermedio entre conocimiento y capital. En muchos casos, se nombra como culpable común al Estado, por sus reglas contradictorias y su falta de apoyo.
Menos frecuente es mirar hacia dentro y encontrar a un sospechoso solapado: la propia empresa, en su forma de hacer las cosas.
Esa es justamente la respuesta que ofrecí al problema de productividad de un gran número de empresas peruanas en un artículo de investigación realizado con Evan Rawley, profesor de Columbia Business School (N.Y.), y disponible gratuitamente en la página web de Strategy Science, el journal donde fue publicado en el 2016 en su número inaugural. El artículo utiliza información estadística detallada del sector pesquero en el Perú a inicios de la década pasada y aprovecha un experimento natural – un Decreto Supremo sobre el uso del jurel y la caballa – para resaltar un punto más general: la evolución de la productividad empresarial y sus determinantes.
La dificultad metodológica del artículo consistió en encontrar un “shock” en el ámbito de negocios de la industria que afectara la evolución de la productividad de las empresas de una forma que mantuviera más o menos estables todos los otros posibles factores que determinan el accionar empresarial. En un sector como el pesquero existen shocks, pero no todos esos shocks son tan adecuados como el nuestro para ofrecer evidencia causal sobre productividad.
En el artículo, además de ofrecer evidencia causal sobre la caída de productividad debida a la reducción repentina del ámbito de extracción pesquera, descubrimos que la interdependencia entre las actividades de las empresas crea simultáneamente tanto beneficios como costos, pero que los costos de interdependencia parecen ser más persistentes que los beneficios luego de un cambio en la estructura de los negocios de la industria.
Contada en otras palabras, la historia es simple. Antes del Decreto Supremo mencionado, el sector pesquero permitía a las empresas operar de la manera X. Luego del Decreto Supremo, las empresas se vieron forzadas a operar de la manera X’, que era más limitada que la manera X. Esa reducción en el ámbito de posibilidades de extracción era exógena a las empresas pero conllevaba una reacción endógena. Aquellas empresas que estaban demasiado acostumbradas a operar sus rutinas e interdependencias de la manera antigua fueron las empresas que más sufrieron con el cambio de X a X’. La interdependencia creó rigidez que le costó caro a un gran número de empresas inicialmente exitosas.
Considero que el sector pesquero peruano – grande, tecnológicamente orientado, y de suma importancia para las exportaciones y para el consumo de productos de alto contenido proteico por la población – ha venido aprendiendo de varias lecciones del pasado para competir en un ambiente incierto, cambiante. Sin embargo, las lecciones generales de que justamente el éxito puede convertirse en el enemigo interno siguen siendo válidas no solamente en pesca sino en otros sectores. Lo vemos todos los días en nuestro país emergente. Un sinnúmero de decisiones económicas que hoy nos impactan parecen ancladas en el pasado quizás porque funcionaron bien años atrás pero que han quedado totalmente obsoletas, causando serios desgastes en la administración pública y en la sociedad. Desde los semáforos no inteligentes (y escasos) o los excesivos policías de tránsito en las horas punta dando silbatazos, hasta las formas de organizarse o competir que muestran las empresas tanto grandes como pequeñas en muchos mercados.
Es bueno descubrir y explotar fórmulas ganadoras… mientras sean realmente ganadoras. En el amplio mundo de lo opinable como es la actividad económica, lo que fue óptimo ayer probablemente deje de serlo hoy. Darse cuenta de la propia inercia es el primer paso para superarla.
El sector pesquero es uno de los que mas ha crecido en el Peru, ello sumado al mar ganado en el sur, en donde la masa de producción pesquera a aumentado considerablemente. He visto personalmente plantas pesqueras de procesamiento en Chimbote, y he queda impresionado por la gran capacidad que tiene, he imagino que en Lima, Piura, y otras plantas deben estar a la altura.
Saludos a todos desde Crédito Argentino
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Hola, Pero no sera mas bien un problema de costos de producción diferenciados pre-shock y las senhales que da el gobierno en ofrecer repetidos «bail outs» al sector? Cuando se cambia las magnitud y/o «timing» de las vedas pesqueras, o simplemente se acaban los pescados, los mas ineficientes caen. Lo «bueno» de este resultado es que el sector se reorganiza y disminuyen los eventuales y costosos bail outs (y los impuestos que se cobran eventualmente al resto de peruanos, que tal vez nunca han visto el mar).
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