En colaboración con Lucia Freira (LICIP, UTDT)
América Latina y el Caribe es la región con niveles más altos de crimen y violencia del mundo. Altos niveles de crimen y violencia afectan el desarrollo económico de los países y ponen en riesgo su gobernabilidad. La principal preocupación de la población en América Latina es la delincuencia (Encuesta Latinobarómetro, 2013). En Argentina el 35% de los encuestados considera que esta es el principal problema del país.
En Argentina es muy difícil hacer un diagnóstico acabado de la evolución de la incidencia y prevalencia del crimen en los últimos años por la falta de disponibilidad de datos estadísticos. La principal fuente de información para un análisis del sector son los datos de los registros de la policía: las denuncias. Sin embargo, en Argentina, la información sobre delitos no se publica en forma periódica, y no contamos con estadísticas oficiales desde 2010 para la mayoría de las provincias, y a nivel nacional tampoco hay información disponible. No conocemos un dato tan básico como la cantidad de delitos que se han cometido en los últimos años (según las denuncias), información que se publica en Anuarios Estadísticos en la mayoría de los países de la región, como Uruguay, Colombia o Paraguay. Probablemente en Argentina haya deficiencias en los registros, pero en la mayoría de los casos, el problema es de difusión de los datos. En algunas provincias y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por ejemplo, se recolectan datos de un gran nivel de desagregación, pero estos no son públicos. Debido a ello, no podemos realizar un diagnóstico sobre la calidad de dichos datos, ni utilizarlos para analizar la evolución de los indicadores de seguridad ciudadana.
La otra fuente de información que se utiliza en general para complementar los registros administrativos de la policía en el análisis del sector son las Encuestas de Victimización. Estas encuestas miden el porcentaje de personas que contestan haber sufrido actos de violencia en los últimos doce meses. Actualmente la falta de disponibilidad de datos oficiales en el país transforma a la Encuesta de Victimización que realiza el Laboratorio de Investigaciones sobre Crimen, Instituciones y Políticas (LICIP) de la Universidad Torcuato Di Tella en un instrumento muy importante para saber que está pasando en materia de seguridad en Argentina (ver esta entrada previa acá). Esta es la única encuesta del país que permite generar un indicador de inseguridad mensual confiable desde marzo del 2008. Todos los meses se contacta telefónicamente a mil doscientos hogares de todo el país y se le pregunta a la persona entrevistada si ella misma o algún miembro del hogar sufrieron por lo menos un delito durante los últimos doce meses.
En el gráfico que se presenta a continuación podemos ver la evolución del Índice de Victimización (IVI) para todo el país. El IVI mide el porcentaje de hogares que declararon haber sufrido por lo menos un delito en los últimos doce meses. En marzo de 2008, mes en el cual se inicia la serie que construimos, el 28% de los hogares indicó haber sufrido por lo menos un delito. Las últimas mediciones de junio y julio del presente año ubican al mismo indicador alrededor del 37%. Esto implica un incremento de nueve puntos porcentuales en seis años. En todos los casos graficamos medias móviles, es decir, cada dato corresponde al promedio de las últimas doce mediciones. De esta forma se suavizan las fluctuaciones de plazos cortos, resaltando así las tendencias o ciclos de plazos más largos.
Por otro lado, aproximadamente el 60% de los hogares que sufrieron por lo menos un delito, consideran que el delito fue violento. Se denomina robo con violencia a un episodio de robo con amenaza o ejercicio de violencia contra la persona, e incluye a todos los delitos con intención de robo en los cuales hubo contacto con el agresor.
El gráfico a continuación muestra la evolución desde marzo 2008 del IVI junto a la prevalencia de Robos con Violencia. Se observa que a comienzos del período este último estadístico se encontraba cerca del 15% mientras que hoy supera el 24%, implicando un incremento de 60% contra un incremento aproximadamente del 30% de los delitos totales.
Considerando ahora las distintas regiones del país, notamos que ambos indicadores presentan un comportamiento particular para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y para los partidos del Gran Buenos Aires (GBA). En primer lugar, el IVI ha alcanzado cierta estabilidad para el caso de la CABA, mientras que para el GBA ha mantenido su tendencia ascendente durante todo el período en estudio. En el gráfico a continuación se observa que a comienzos del segundo trimestre del año 2013 el IVI correspondiente a la CABA comienza a caer para luego subir levemente a comienzos del presente año. En cambio, para el GBA la evolución del mismo indicador presenta una tendencia creciente durante todo el período. Por otro lado, el IVI presenta un crecimiento mayor en el interior del país. A comienzos del año 2008 el IVI para el interior del país se encontraba aproximadamente cinco puntos por debajo al IVI correspondiente al GBA mientras hoy parece haber alcanzado valores similares a los observados para los partidos del Gran Buenos Aires.
Un resultado similar encontramos para la evolución de los Robos con Violencia. El porcentaje de hogares que declararon haber sufrido por lo menos un robo con violencia crece en las tres regiones, pero alcanza valores más elevados para el caso del GBA (26%), dejando en segundo lugar al Interior del País (24%) y en tercer lugar a la CABA (22%).
Por último, si observamos la evolución del IVI para las ciudades grandes (más de 500 mil habitantes), ciudades medianas (entre 100 y 500 mil habitantes) y ciudades pequeñas (entre 10 y 100 mil habitantes) podemos ver cómo la tendencia ascendente se mantiene en los tres casos, siendo más pronunciada para las ciudades de menor tamaño. Es interesante notar que en los últimos años el comportamiento descendente del crimen para el interior del país parece estar impulsado por el crecimiento de los delitos en las ciudades pequeñas.
De los datos anteriores, los únicos disponibles con una metodología comparable a lo largo del tiempo para el país, surgen muchas preguntas sobre las cuales es necesario profundizar. Por ejemplo la tendencia diferencial en CABA, respecto de GBA y el resto del país habría que analizarla rigurosamente y contrastarla con las tendencias de los datos administrativos de crimen. Puede ser que las mejoras se deban al impacto de la reorganización de la policía en CABA, con mejoras en su equipamiento y modernización que podría haber resultado tras la introducción de la Policía Metropolitana. También habría que estudiar si la mayor presencia policial en CABA pudo haber producido un desplazamiento del crimen a GBA. Otro interrogante que requiere mayor análisis es el aumento del crimen en las ciudades pequeñas.
En la última década en Argentina observamos grandes deficiencias en el Sistema Estadístico Nacional (que incluye no sólo las estadísticas de crimen, pero también las de inflación, pobreza, empleo, cuentas nacionales, entre otras). En particular en el ámbito de la seguridad ciudadana, el problema de la delincuencia parece estar agravándose según los datos disponibles, y constituye la mayor preocupación de la población en las encuestas de opinión.
El fenómeno de la inseguridad es complejo y multi-causal (ver esta entrada previa acá). Contar con información periódica y de calidad es indispensable para empezar a pensar cómo solucionar el problema, ya que permite realizar un buen diagnóstico de la situación, entender sus causas y consecuencias y caracterizar tanto a las víctimas como a los victimarios. Varios países de la región están realizando esfuerzos en la estandarización de indicadores, en la publicación de los datos para el análisis externo así como en mejorar el análisis criminal para aplicar políticas basadas en evidencia rigurosa. Argentina, a juzgar por los resultados en cuanto a disponibilidad de estadísticas oficiales y de encuestas de victimización y opinión, parece estar lejos de avanzar en esta dirección.
Estimados,
El interior de Argentina, y en particular las ciudades de menor tamaño, son el tesoro que preserva las energías y la riqueza del país. Son la locomotora silenciosa que arrastra y empuja hacia adelante, cuando las luces de la última mega fiesta terminan de apagarse en el GBS, escenario del despilfarro y despropósito fiscal.
Si ese tesoro se degrada, si la inseguridad amenaza el corazón del futuro, ¿Podrá salir adelante nuevamente con esas energías y velocidad que desafían a los manuales deo FMI?
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