Hace varios años que la inflación en Argentina es alta pero hasta ahora ha sido estable. Esa estabilidad hace que las empresas y las familias se comporten como lo hacen los agentes económicos que viven en lo que Heymann y Leijonhufvud (ver acá) han denominado inflación moderada. Bajo un régimen de inflación moderada, los agentes económicos no necesitan información mensual sobre la tasa de inflación, sino que toman sus decisiones con información anual. En cambio, en un régimen de alta inflación, la información anual es poco importante y a información relevante pasa a ser la inflación mensual. Estas definiciones son muy útiles pues nos recuerdan que cuando la inflación pasa de moderada a alta (en términos del comportamiento de los agentes económicos), riesgo que se enfrenta hoy en Argentina luego de la crisis cambiaria de comienzos de año, el horizonte de planeamiento de los agentes económicos se acorta, y ello no solo nos podría empobrecer, sino que le agregaría mucha volatilidad a la economía. Se impone entonces la necesidad de pensar en un programa de estabilización.
Programa de Estabilización
Un programa de estabilización combina un conjunto de medidas fiscales, monetarias, cambiarias, financieras y regulatorias con el objetivo de estabilizar la trayectoria del nivel de precios. Idealmente, un programa de estabilización debería buscar un sendero creíble de reducción de la tasa de inflación a niveles internacionales.
En regímenes de alta inflación la cantidad de dinero responde típicamente a la necesidad de financiamiento del gobierno. Un programa de estabilización necesita que el gobierno recupere el control de las cuentas fiscales y cuasi-fiscales. Sin ello, cualquier estabilización de precios no será sostenible en el tiempo.
Quiero enfatizar este último punto. Uno no va a encontrar en los libros de texto que lo primero que debe hacer un gobierno es reconocer que la inflación es elevada o que debe tener un índice de precios insesgado. Sin embargo, ello es así en nuestro caso. Al lanzar un programa de estabilización, el gobierno puede buscar coordinar las expectativas a través de señales de variada índole y/o puede intervenir en la formación de precios más activamente. Los programas de estabilización presentan mucha varianza en la elección de instrumentos, y más aún en su implementación. Adicionalmente, van mutando en función de cómo van respondiendo los agentes económicos a los anuncios y medidas adoptadas. Sin embargo, todos los programas exitosos, esto es, que han eliminado la inflación, han logrado controlar el déficit fiscal y cuasi-fiscal. Sin ello, más tarde o más temprano, la inflación vuelve a dispararse.
En el contexto actual, un programa de estabilización que logre bajar la inflación a niveles de un digito requeriría, además de transparentar la medición del índice de precios, que el Banco Central pueda emitir una señal clara sobre cuál es la tasa de inflación objetivo y cuál es el programa monetario consistente con la misma. Para que ello pueda lograrse, el gobierno debe reducir el déficit fiscal. Si bien se podría pensar que si el gobierno vuelve a colocar deuda, el ajuste fiscal podrá hacerse más suavemente, me cuesta pensar en un programa de estabilización realmente exitoso que no haga un esfuerzo fiscal significativo. En cualquier caso, el resultado fiscal y el programa de colocación de deuda deben ser consistentes con el programa monetario anunciado.
Parte del ajuste fiscal necesita sincerar los precios de la energía y otros servicios públicos. Ello, afectará los ingresos de las familias, pero a su vez permitirá una buena asignación de recursos en la economía. Siempre se puede subsidiar a los hogares de menores ingresos transfiriéndoles ingresos en lugar de distorsionar los precios (ver esta entrada). Sería deseable también que otra parte del ajuste se hiciese racionalizando empresas publicas pésimamente administradas, como es el caso de Aerolíneas Argentinas. Distintos cambios de precios relativos, especialmente si se reducen fuertemente los subsidios a la energía, también podrían contribuir a mejorar la situación fiscal.
Claramente, si el gobierno diseñase un programa de estabilización con estas características, necesitaría que los acuerdos salariales sean consistentes con la pauta inflacionaria. Si no lo fuesen, se resentiría el empleo o se terminaría perturbando el programa fiscal y monetario, afectando el éxito del programa de estabilización. Por ello, siempre se pone tanto énfasis en las negociaciones salariales (ver esta entrada de Andy: el resultado de las paritarias es la meta de inflación).
Finalmente, el Banco Central debe especificar su política cambiaria. Dado que la inflación no bajará inmediatamente, sería un error usar el tipo de cambio nominal como ancla. La política cambiaria debe preservar un tipo de cambio multilateral competitivo. Obviamente, esto dificulta la ingeniería del programa y debe llamarnos a ser prudentes en los objetivos perseguidos.
¿Hacia dónde vamos?
Hace varios años que el gobierno debería haber lanzado un programa de estabilización consistente. Creo que hubiese sido posible hacerlo al comienzo del actual periodo de gobierno. Hoy, no solo el horizonte temporal del gobierno le juega en contra, sino que también ha perdido muchísima credibilidad sobre sus anuncios de política económica.
Después de devaluar la moneda, el gobierno dio algunos pasos correctos, pero claramente no ha lanzado un programa de estabilización consistente. Esto tiene altos costos sociales. Por un lado, la calma cambiaria actual se debe, en buena medida, a que el Banco Central volvió a hacer política monetaria y encareció el crédito notablemente. Si bien esto funciona en el corto plazo, sin un programa fiscal consistente, en el mediano plazo, sus efectos negativos sobre la actividad económica afectarán la recaudación fiscal, aumentando el déficit fiscal, además de generar un creciente déficit cuasi-fiscal. Por ello, sería deseable que el gobierno lance un programa de estabilización, y que las organizaciones gremiales, empresarias y políticas presten su apoyo al mismo.
Aun si el gobierno lograra mantener los salarios y el tipo de cambio dentro de los parámetros que viene enunciando, y comenzara algún ajuste tarifario, es riesgoso intentar mantener un equilibrio con inflación alta. Mucho más para un gobierno que se irá debilitando a medida que se acerque al final de su gestión. El déficit fiscal es también una variable endógena.
Desde el punto de vista social, como señalé, lo mejor que podría ocurrir es que el gobierno pudiese implementar un programa de estabilización con las características mencionadas en esta entrada. Si ello no fuese viable políticamente, el objetivo debe ser intentar que la inflación no se salga de control, aun si quedase en un piso más alto que el que teníamos hasta ahora.
En ese último caso, acceder nuevamente a financiamiento externo será de suma utilidad para poder mantener ese objetivo hasta el fin de la gestión de gobierno (caso contrario debería restringirse severamente el crédito domestico). Cualquier esfuerzo por reducir el déficit fiscal también ayudaría a alcanzar ese objetivo. El próximo gobierno tendrá que asumir con el plan de estabilización, que no se hizo hasta ahora, bien aceitado. No tendrá tiempo para perder. La sociedad debería demandar que los candidatos discutan como reducirán la inflación.
Previsiblemente, como decía en esta entrada, el gasto público en el final de la gestión se podría disparar sin control, y lo ha hecho. Es posible que el gobierno termine con un déficit bien medido de alrededor de 8% del PBI. Y, si bien logro algo de endeudamiento para que no se dispare la inflación, contrario a lo que recomendaba acá, atraso básicamente el tipo de cambio real para alcanzar ese objetivo. Terrible!
[…] señalé en esta entrada (y en esta nota mucho antes), se impone un ajuste fiscal. Es imposible mantener un déficit de 7 […]
En marzo de 2014 escribía esto. “El próximo gobierno tendrá que asumir con el plan de estabilización que no se hizo ahora bien aceitado. No tendrá tiempo para perder. La sociedad debería demandar que los candidatos discutan como reducirán la inflación.” No paso…
En Marzo de 2014 escribía esto: “La política cambiaria debe preservar un tipo de cambio multilateral competitivo. Obviamente, esto dificulta la ingeniería del programa y debe llamarnos a ser prudentes en los objetivos perseguidos”. No paso….
Jodete por apoyar al PRO….
[…] En el contexto actual, se requiere emitir una señal clara sobre cuál es la tasa de inflación objetivo y cuál es el programa monetario, fiscal y de deuda consistente con la misma, y poder cumplirlo. Sin embargo, todo esto tiene que darse con un tipo de cambio real competitivo. No sirve bajar la inflación anclando el tipo de cambio (riesgo que se corre actualmente). Por ello las metas de reducción de la inflación tienen que ser comedidas (ver estas entradas previas acá). […]