Una buena política social transfiere ingresos en vez de distorsionar precios

Desde hace una década el gobierno viene distorsionando los precios de los bienes y servicios buscando mejorar el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, sabemos que dichas distorsiones suelen generar grandes ineficiencias, puesto que los precios de mercado reflejan las escaseces relativas de los bienes (ver Hayek, 1945), de modo que la asignación de los mismos entre los individuos es, en ausencia de fallas de mercado, eficiente. Más aún, enfrentados a resultados aciagos, se arguye que no es posible ajustar los precios distorsionados pues los hogares más humildes no podrían hacer frente a los mismos. En general, esto es un error ya que el gobierno podría transferirles ingresos a estos hogares, con los que podrían afrontar los nuevos precios, a los cuales, por otra parte, elegirían consumir menos. A continuación desarrollaré, a modo de ilustración, dos casos interesantes que a la vez son relevantes en la Argentina de hoy en día (aunque este principio se aplica a muchos otros casos).

Energía

Desde la crisis de fines de 2001 la energía es parcialmente subsidiada por el Estado. El monto de estos subsidios ha ido en aumento año tras año, y hoy en algunos casos es sustancial. Como resultado, se ha estimulado la demanda de energía y desestimulado su producción, induciendo un déficit energético que ha convertido a la Argentina en un país importador neto de energía, cuando hasta hace algunos años era un exportador neto.

La fijación de un precio por debajo de su costo de largo plazo genera que muchos agentes económicos lo consuman excesivamente, esto es, teniendo una valoración del bien inferior a su costo. Los economistas decimos que esto es ineficiente. Los bienes deben ser consumidos, dados los ingresos de los agentes, por aquellos que tienen una valoración mayor a su costo de producción. Además, la fijación de un precio menor al costo de producción de largo plazo desincentiva la producción y la inversión, y por tanto la producción futura del bien.

Al final, habrá que ajustar el precio. ¿Por qué demorar ese ajuste? Un argumento que suele darse es que los consumidores más humildes no podrán hacer frente al mismo. Como mencionaba antes, ello es un error, pues si se quiere ayudar a estos hogares, la forma eficiente de hacerlo es transfiriéndole ingresos para que puedan comprar el bien encarecido. Aun si el gobierno debiese transferirles a los consumidores todo el presupuesto que utiliza para subsidiar la oferta del bien,  la sociedad estaría mejor, pues se eliminarían las ineficiencias existentes en el consumo de energía. Además, se generarían incentivos para que las empresas del sector inviertan en la generación local de energía.

Transporte Automotor

Según datos de ACARA (Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina), entre 2001 y 2011 se  incorporaron 4 millones de unidades al parque automotor del país, pasando de poco más de 6,5 millones a 10,5 millones de automóviles. De éstos, más del 10% se encuentran radicados en la ciudad de Buenos Aires, y más de 1 millón ingresan todos los días provenientes de la periferia. Además del crecimiento del ingreso, ciertos costos como el combustible (subsidiado) junto al mal estado del transporte público, han inclinado a muchos ciudadanos a utilizar su propio automóvil para desplazarse. El resultado es un equilibrio ineficiente en el que la congestión incrementa los tiempos de viaje tanto para quienes utilizan el auto como para aquellos que se desplazan en transporte público.

Una de las soluciones que se ha utilizado en el pasado, y que se viene implementado en otros países (por ejemplo, México) es la prohibición de circular ciertos días de la semana a autos con determinada patente. Se supone que esto reducirá la cantidad de automóviles en la calle y permitirá mayor fluidez en el tránsito.

Sin embargo, los resultados de esta medida han sido el agravamiento del problema y el surgimiento de otros. Aquellas personas con capacidad para mantener dos autos retrasan o directamente suprimen la venta o entrega de su vehículo al momento de adquirir un nuevo automóvil, de modo de poder desplazarse en automóvil todos los días. Por lo tanto, la cantidad de vehículos que circulan diariamente por la ciudad no disminuye sustancialmente, sino que además se verifica un aumento en la edad promedio del parque automotor, pues los vehículos permanecen en uso durante más tiempo. Esto a su vez genera un incremento en el consumo de combustible y de la polución, debido a que los autos más viejos son relativamente menos eficientes y contaminan más que los vehículos más nuevos.

En cambio, la ciudad de Londres ha tomado otro camino hace exactamente 10 años: el de utilizar el sistema de precios para asignar eficientemente el espacio público. Para restringir el tráfico, se ha hecho asumir el costo del mismo a los consumidores al imponer un impuesto al ingreso al centro de la ciudad de lunes a viernes de 7:00  a 18:00 horas (Congestion charge). Dicho impuesto se ha incrementado varias veces, pasando de las 5 libras diarias  iniciales a las 10 libras diarias que cuesta en la actualidad. A su vez, se han implementado reducciones del impuesto para aquellos que usan vehículos con bajas emisiones o vehículos para más de 10 pasajeros. Los medios de pago son simples y variados, y existen descuentos por el pago automático (CC Auto Pay). Si bien no existen barreras físicas a la entrada a la zona “imponible”, centenares de cámaras escanean las patentes de los autos que ingresan a la zona para detectar infractores, que son penados con una multa que va desde las 65 hasta las 130 libras.

En resumen, el sistema fue diseñado para que los usuarios de automóviles internalicen el costo del tráfico y la polución que generan, de modo que aquellos que no estén dispuestos a pagarlo opten por el transporte público o los viajes compartidos. Las autoridades previeron que, de funcionar el sistema, la demanda por viajes en el sistema público de transporte aumentaría, de modo que antes de su implementación mejoraron el sistema de transporte público, a la vez que han destinado parte de lo recaudado por el congestion charge a mejorar el servicio de metro y autobuses. Como resultado, los ingresos de autos particulares al centro de la ciudad de Londres se redujo un 13% entre 2001 y 2011, mientras que la cantidad de viajes en autobús y tren aumentó un 60% y 40% respectivamente.

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha intentado implementar la prohibición de ingreso al microcentro durante el horario laboral desde hace aproximadamente un año. Una posibilidad más eficiente sería la utilización del sistema de precios. Nuevamente, los hogares más pobres podrían recibir una compensación de suma fija que seguramente utilizarían también de forma eficiente.

Transferencia de Ingresos

Para concluir, entonces, sostenemos que en general la política social debe utilizar más la transferencia de ingresos y menos la distorsión de precios. Aun al mismo costo fiscal, se pueden obtener resultados superiores desde el punto de vista social.

Bibliografía:

Hayek, Friedrich. The use of knowledge in society. The American Economic Review, Vol. 35 (4), 1945.