Las tres flechas japonesas

Japón esta de moda otra vez. Del milagro económico de los 60 y los 70, paso a la burbuja inmobiliaria de los 80 primero, (dicen que en Giza, uno de los distritos mas caros de Tokio, el metro cuadrado llego a valer casi 200,000 U$ en 1988) luego a la crisis financiera de principios de los 90  y a la deflación con estancamiento en los últimos 20 años.

Si, es muy raro, desde esta parte del mundo, pensar que el problema de un país sea que no puede salir de la deflación…pero ese será tema de un post futuro. Hoy quiero analizar brevemente la razón por la cual Japón volvió a ser noticia: Abe-nomics.

Abe, el nuevo primer ministro, asumió – por segunda vez – a fines del 2012. Con amplio poder otorgado por las urnas y un discurso exitista, ambicioso y con un componente nacionalista, lanzo un nuevo “Plan económico” – como nos gusta decir en nuestras tierras – con el objetivo de volver a poner a Japón dentro de los países de alto crecimiento y posicionarlo como la potencia que amagaba ser cuando China recién estaba dando sus primeros pasos en los mercados mundiales.

 

El discurso ha sido muy potente y las mediciones de popularidad y de confianza han tenido un fuerte repunte. La bolsa subió cerca de un 60% en menos de seis meses (mostrando alta volatilidad en las ultimas semanas), y la tasa de crecimiento del producto en el primer trimestre ha sido de las mas altas de los últimos años.

El plan consiste de tres pilares, llamados “flechas” por el gobierno. La arquería es una tradición de larga data en Japón. Hay competiciones anuales muy tradicionales y dicen que el record de tiro lo tiene, desde hace algunos siglos, un japonés de Kioto, que tiro durante mas de 26 horas seguidas, a razón de nueve flechas por minuto y con un porcentajes de mas del 70% de aciertos en el blanco.  Con ese promedio, las tres flechas de Abe deberían poner a Japón de nuevo en la senda del crecimiento, esa que abandono hace ya mas de dos décadas.  Lo lograra?

La primera flecha es la expansión monetaria. La típica manera de hacerlo es bajar la tasa de interés, pero Japón ya la tiene en cero, el valor más bajo posible. Por ello, han decidido hacerlo usando la receta de los EEUU y de Europa luego del 2008: QE, o “quantitative easing”. Esto implica la masiva inyección de liquidez en el sistema financiero, a través de la compra, por parte del Banco Central, de activos financieros privados o públicos. No hay motivos ni teóricos ni empíricos para pensar que esta medida tenga efectos sistemáticos sobre la economía real en una situación de estancamiento como la que enfrenta Japón hoy.

La segunda flecha consiste en un gran estímulo fiscal. En criollo, un fuerte aumento del gasto público.  Esta es la respuesta que EEUU y muchos países europeos le dieron a la crisis del 2008. La mayoría hoy lo lamenta, especialmente España, pues es la causa principal de la crisis de deuda soberana que domina la economía europea desde hace 4 años. El caso de Japón no es muy distinto: su deuda sobre el producto es más alta que en España y el déficit fiscal es importante. Además, ante una población que envejece cada vez más, su situación previsional es muy complicada. Ante este panorama fiscal, un impulso del gasto no parece ser la mejor opción. Siempre se puede soñar: el impulso fiscal generara un efecto positivo tan fuerte sobre el producto que la recaudación crecerá lo suficiente como para cerrar la brecha fiscal. No es imposible desde el punto de vista teórico, pero no funciono en EEUU, ni Europa….ni en Japón en los 90, donde se probó un par de veces.  Si funcionara, sería un nuevo milagro Japonés, porque habremos encontrado la receta para hacer escuelas, aumentar las jubilaciones y hacer a todos tanto más ricos que podremos financiar esas escuelas y esas jubilaciones con la nueva riqueza de los maestros y de los jubilados.

La tercera flecha es la mas ambigua y quizás la que mas chances tenga de dar en el blanco. Implica una serie de reformas que reduzcan distorsiones y subsidios que protegen ciertos privilegios, mas la decisión de afrontar una importante apertura de la economía japonesa a través de acuerdos de libre comercio con el resto de los países del sudeste asiático y con varios países del continente americano. Mas allá de que todavía entendemos muy poco la conexión entre comercio internacional y crecimiento, estas medidas parecen ir en la dirección correcta en términos de mejorar la calidad de vida de la mayoría de los japoneses. Hay algunos que mirar con escepticismo le viabilidad política de estas reformas y quizás las elecciones parlamentarias de este año sean importantes para determinar ese punto.

Mientras tanto, solo nos queda esperar.