En muchos aspectos, el problema del cambio climático es único: es global, afectará al planeta durante décadas o siglos, es complejo, poco conocido, y tiene el potencial para generar graves consecuencias. En el centro del debate sobre el cambio climático hay dos hechos indiscutibles.
El primero es que hay ciertos gases en la atmósfera que absorben la radiación infrarroja a pesar de ser transparentes a la luz ultravioleta. Los más importantes de estos gases, conocidos como gases de efecto invernadero, son el dióxido de carbono, el vapor de agua, el metano, el óxido nitroso, y los clorofluorocarbonos. La energía solar, en forma de luz ultravioleta, pasa a través de los gases de efecto invernadero sin obstáculos y es absorbida por objetos en la superficie de la Tierra. A medida que estos objetos se calientan, liberan energía en forma de radiación infrarroja. Si la atmósfera no poseyera gases de efecto invernadero, la mayor parte de esta energía escaparía hacia el espacio.
El segundo hecho es que la presencia de gases de efecto invernadero ha ido aumentando en la atmósfera durante los últimos dos siglos. Como se señaló anteriormente, existen razones teóricas, con raíces en la física, para esperar que este incremento de gases caliente la superficie de la Tierra (ver, por ejemplo, Emmanuel, 2007). Pronto se alcanzará una concentración de 400 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono equivalente (CO2e), lo cual supera con creces el nivel pre-revolución Industrial que fue de alrededor de 280 ppm. De hecho, se prevé alcanzar una concentración de 750 ppm a finales de siglo bajo un escenario típico (IPCC, 2007). Sin embargo, a pesar de que los gases de efecto invernadero pueden atrapar la energía y calentar el ambiente, y de que la concentración de estos gases ha ido en aumento, está lejos de ser clara su implicancia respecto a las temperaturas globales. Una larga lista de incertidumbres científicas hace que sea difícil determinar con precisión cuánto calentamiento resultará de un aumento dado en las concentraciones de estos gases, cuándo dicho calentamiento se producirá o cómo afectará a las diferentes regiones y ecosistemas de nuestro planeta.
Para hacer frente a toda esta incertidumbre, las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial establecieron un órgano internacional con el fin de evaluar el conocimiento científico sobre el cambio climático, llamado Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). En su última evaluación, el IPCC afirma: «El calentamiento del sistema climático es inequívoco, como evidencian ya los aumentos observados en la temperatura promedio mundial en el aire y las temperaturas oceánicas, el derretimiento generalizado de la nieve y el hielo, y el aumento del nivel medio del mar» (IPPC, 2007). De hecho, desde 1900 la temperatura mundial de la superficie del aire, determinada a partir de mediciones en muchas de las estaciones meteorológicas, ha aumentado cerca de 0.8°C, con más de la mitad de este aumento produciéndose a partir de 1970 (IPCC, 2007).
A pesar de estas cifras, es muy difícil establecer la medida o extensión del calentamiento. Las variaciones normales en las temperaturas globales son grandes, y es muy difícil determinar si los aumentos reales de temperatura están fuera del rango normal y así determinar cuánto calentamiento se ha producido.
Mientras que las emisiones procedentes de las actividades humanas son una causa potencial del calentamiento reciente, se conocen al menos otros cinco procesos que tienen efectos significativos sobre el clima: procesos tectónicos, variaciones en la órbita de la Tierra, erupciones volcánicas, variación en la producción de energía del Sol, y la variabilidad interna del sistema climático. Efectivamente, la Tierra ha experimentado grandes fluctuaciones climáticas a lo largo de su historia, pero es sólo en los últimos dos siglos que las actividades humanas se han expandido hasta el punto en el que tienen el potencial de influir en procesos a escala mundial, incluyendo el clima.
Proyectar las emisiones futuras presenta aun más complicaciones. Estas dependen de la población mundial y del crecimiento económico. Dependen también de las tendencias tecnológicas que determinan la eficiencia del uso de energía y la mezcla de fuentes en uso – tanto las que emiten como las que no emiten carbono. En consecuencia, el enfoque adoptado por el IPCC es la producción de un conjunto de escenarios de emisiones en el que cada escenario proporciona una imagen alternativa e internamente consistente de cómo el desarrollo mundial podría dar forma a las tendencias de las emisiones futuras. Las emisiones proyectadas en estos escenarios abarcan una amplia gama, desde un alto nivel de 30 mil millones de toneladas a un nivel tan bajo como 5 mil millones en 2100. Esta amplia gama refleja incertidumbres combinadas sobre la población, el crecimiento económico y las tendencias tecnológicas. Teniendo en cuenta todos los escenarios de emisiones, y considerando la incertidumbre en las emisiones y la respuesta del sistema climático, las proyecciones de calentamiento del siglo XXI van de 1.1°C a 6.4°C (IPCC, 2001). Por lo tanto, si bien existe una amplia gama de incertidumbre en la magnitud del calentamiento, todos estos escenarios prevén que éste continuará durante el siglo XXI.
El riesgo del cambio climático no depende sólo de lo que ocurre con el sistema climático, sino también de las consecuencias físicas y socioeconómicas del mismo. Esto añade incertidumbre al problema.
Los asentamientos humanos, junto con sus ecosistemas y plagas, por lo general se han adaptado históricamente a los climas y características geofísicas con las que han crecido. Se sugiere que las partes de la economía que están aisladas del ambiente, como las casas con aire acondicionado y la mayoría de las operaciones manufactureras, serán poco afectadas en forma directa por el cambio climático durante el próximo siglo. Sin embargo, los sistemas humanos y naturales que no son regulados, como la agricultura de secano (con agua de lluvia), la acumulación de nieve estacional y los escurrimientos fluviales y ecosistemas más naturales, pueden ser significativamente afectados.
Aunque los estudios económicos en este ámbito están sujetos a una gran incertidumbre, quizás la mejor estimación es el impresionante trabajo de Nordhaus (2008), que muestra que los daños económicos causados por el cambio climático, sin intervenciones, serán del orden del 2,5 por ciento de la producción mundial por año al final del siglo XXI. Además, los daños son propensos a concentrarse en las regiones de bajos ingresos y tropicales como África tropical y la India. Aunque algunos países podrían beneficiarse del cambio climático, es probable que haya significativas disrupciones en cualquier área que esté estrechamente ligada a los sistemas sensibles al clima, ya sea a través de los ríos, los puertos, los huracanes, monzones, enfermedades, heladas o sequías (Nordhaus , 2008).
Por último, el costo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero también es incierto. Así, en pocas palabras, la incertidumbre domina la cuestión del cambio climático. De hecho, desde la climatología a la economía, las incertidumbres en el cambio climático son penetrantes, de gran magnitud y muy difíciles de resolver.
Referencias:
Emanuel, K. 2007. What We Know about Climate Change. Cambridge, United States: MIT Press.
Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC). 2001. Climate Change 2001: The Scientific Basis. Cambridge University Press.
Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC). 2007. Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Geneva, Switzerland: IPCC.
Nordhaus, W. 2008. A Question of Balance: Weighing the Options on Global Warming Policies. New Haven, United Yale.
Excelente y balanceado artículo. Algunos comentarios entre muchos otros posibles:
1. Es cierto que la temperatura global ha aumentado 0.8° durante el siglo 20, pero es importante que «más de la mitad ocurrió desde 1970». Hubo dos periodos de aceleración: 1910-1940 y 1970-1995 (aprox), ambos con LA MISMA TASA anual de aumento, intercalados por periodos de temperatura estacionaria o en leve descenso (1880-1910, 1940-70, 1995-2012. (El punto de inflexión en 1995 podría situarse en 1998, año más cálido, pero el mayor calor se debió al fenómeno del Niño de ese año; la temperatura global tiene tendencia prácticamente igual a cero entre 1994 y 2012). Muchas de las proyecciones fueron «calibradas» al aumento acelerado post 1970, lo cual tiende a exagerar las proyecciones futuras.
2. El margen de incertidumbre en el aumento proyectado (1.1° a 6.5°) consta de dos partes: diferentes ESCENARIOS de emisiones, y varianza entre diferentes modelos climáticos dentro de cada escenarios.
3. Uno de los principales debates no ha sido incorporado a los modelos: el cálculo de la sensitividad climática (aumento de temperatura cuando se duplica la concentración de CO2) ha sido estimada en 3°, con margenes de 1.5° a 4.5°, pero esto (1) no concuerda con la experiencia historia (1850-2012) que muestra una proporción más baja, y además (2) los modelos existentes no incluyen algunos factores cruciales (como la mayor nubosidad, que resulta de la mayor evaporación producida por la mayor temperatura) que reducirían el impacto. El efecto directo de duplicar el CO2 es de 1.1°; el resto es el neto de los distintos feedbacks positivos o negativos, pero el principal feedback negativo (nubes) parece estar subestimado. Hay en consecuencia una creciente tendencia a adoptar valores de sensibilidad climática más bajos.
3. Yo no puedo opinar mucho sobre climatología como tal, pero sí he estudiado bastante el impacto sobre la agricultura.
Este impacto a veces se ha estudiado con métodos defectuosos (por ejemplo, cultivar el mismo maíz que se cultiva actualmente en Pergamino, pero aumentándole artificialmente la temperatura, lo cual naturalmente reduce el rendimiento porque esa variedad está adaptada al clima actual de Pergamino); muchos pronósticos negativos se basan en esa clase de enfoque, que desconoce la adaptación de cultivos y la conducta de los agricultores, como si ellos continuaran con las prácticas actuales hasta 2100 a pesar del cambio de clima.
Los dos métodos más aceptables son (a) el método econométrico (o «ricardiano») que estima por regresión el ingreso bruto o neto de la agricultura, o el valor de la tierra agrícola, y permite aislar el impacto de las variables climáticas ACTUALES (diferentes zonas); ese impacto se debe luego aplicar a la producción ESPERADA del futuro (suponiendo cierto progreso tecnológico, etc.); el principal autor es R. Mendelsohn (hay un libro de W.Cline con este enfoque, pero es econométricamente bastante deficiente a mi juicio); o bien (b) mediante «modelos de evaluación integrada» (integrated assessment) que combinan zonas agroecológicas, modelos climáticos, modelos agronómicos, modelos económicos y proyecciones del cambio técnico y demográfico; el director del principal equipo de investigación con este enfoque es Gunther Fischer (IIASA). Este ultimo es vastamente superior al enfoque econométrico. Ambos proyectan (en ausencia de cambio climático) un aumento sustancial de la producción agrícola per capita de 2100 (comparada con 2000); la producción total se multiplicaría por aprox. 5, mientras la población aumentaría apenas 25%. Esa proyección sería afectada marginalmente por el cambio climático, con efectos positivos o negativos entre -5% y +5% respecto de la proyección sin cambio climático. El impacto sería más negativo en zonas tropicales áridas, pero muy positivo en zonas templadas donde se expande el período sin heladas y mejoran las condiciones para los cultivos (Argentina, Chile, Uruguay, Australia, N.Zelanda, y sobre todo el hemisferio norte: Canada, EEUU, y toda Eurasia). Esto tiene enorme importancia para países como los del Cono Sur latinoamericano.
Una publicacion reciente de la FAO examina el impacto del cambio climatico sobre la produccion agropecuaria futura y la evolucion del hambre en el mundo hasta 2050, incluyendo no solo el impacto del cambio climático sino el efecto negativo del desvío de cultivos alimentarios para la producción de biocombustibles (sobre todo los de primera generación). Véase FAO, 2006 y 2011, Alexandratos 2011 y Fischer 2011 (referencias abajo).
Referencias:
1. Mis trabajos recientes sobre el tema (donde hay abundantes referencias bibliográficas a las publicaciones anteriores a 2011 de los autores mencionados en el comentario) se refieren principalmente a A.Latina, pero contienen un panorama de las perspectivas globales:
H.Maletta y E. Maletta, 2011. Climate change, agriculture and food security in Latin America. Brentwood (Essex, UK): Multi-Science Publishing.
H. Maletta, 2011. El pan del futuro: Cambio climático, agricultura y alimentación en América Latina. Debates en Sociología, Lima (Peru), No.34, pp.117-176. http://ssrn.com/abstract=1823645.
2. Publicación FAO 2011.
FAO, 2006. World agriculture: towards 2030/2050. Rome, FAO. http://www.fao.org/fileadmin/user_upload/esag/docs/Interim_report_AT2050web.pdf.
FAO, 2011. Looking ahead in World Food and Agriculture: Perspectives to 2050. Editor: Piero Conforti. FAO, Rome. http://www.fao.org/docrep/014/i2280e/i2280e00.htm.
Alexandratos, Nikos, 2011. World food and agriculture to 2030/2050 revisited. Highlights and views four years later. En FAO 2011:11-56.
Fischer, Günther, 2011. World Food and Agriculture to 2030/50: How do climate change and bioenergy alter the long-term outlook for food, agriculture and resource availability? En FAO 2011.
Muchas gracias por tus comentarios. Esta primera entrada sobre el tema era introductoria. Hay muchas cuestiones para discutir, y planeo hacerlo en los próximos meses. Igual, tus puntos son todos útiles.
Muy interesante Sebastian. Gracias.
Hector, la entrada menciona que la mitad del calentamiento se dio desde 1970.
Patricio, efectivamente, lo menciona. Solo quise señalar (quizá en forma muy breve) que hubo en realidad dos periodos de calentamiento a la misma tasa promedio anual, 1910-40 y 1970-98, precedidos, separados y seguidos por períodos de temperatura estacionaria o decreciente. Este comportamiento con ondas multi-decadales no puede explicarse por las emisiones de gases de invernadero, que han aumentado la concentración atmosférica de CO2 de manera más o menos constante (al menos desde que se empezó a medirlas en 1957). Los factores ciclicos multidecadales no tienen aun una explicación clara o sobre la que haya consenso.
Por otro lado, el aumento tendencial secular entre 1850 y 2012 es en parte efecto de las emisiones, y en parte una recuperación después de la «Pequeña Era Glacial» que tocó fondo alrededor de 1850, y había comenzado en el siglo XV, después del «Periodo Cálido Medieval». Estas ondas de muy largo plazo, con fases de varios siglos, tampoco tienen una explicación clara. En todo caso, el aumento tendencial (una tendencia lineal del orden de 0.8° durante el siglo 20, o alrededor de 0.9° entre 1880 y 2012) solo en parte se debe al CO2, y no hay acuerdo sobre las respectivas proporciones. Quise indicar así que existe una enorme incertidumbre o ignorancia sobre la naturaleza del clima y sus tendencias, y muy pocos datos antes del siglo 19. Muchas reconstrucciones con proxies (sedimentos lacustres, anillos de árboles, isótopos en los hielos antárticos, etc.) han arrojado resultados con gran variabilidad, y se discuten mucho los métodos utilizados en su análisis.
Una de las conclusiones de la reciente evaluación del IPCC por parte del Consejo Inter-Académico (que agrupa a las distintas academias de ciencias), IAC 2010 (ver refs), solicitada por la Sec. Gral. de la ONU, es que el IPCC exageró el grado de certidumbre (o minimizó el grado de incertidumbre) tanto en sus apreciaciones del pasado como en sus proyecciones.
Hay que recordar que el IPCC no es un organismo científico sino político (la «i» significa inter-gubernamental), que no produce resultados cientificos primarios sino que los sintetiza en sus informes de base, y que las conclusiones (Synthesis Report) dirigidas a hacedores de políticas son a su vez negociadas con los representantes de los gobiernos. Así que los resultados cientificos de base son primero filtrados en los informes de los grupos de trabajo del IPCC (Grupo I:Base científica; II:Impactos; III:Mitigación) y estos a su vez son modulados y moldeados en diálogo con los gobiernos en el informe de síntesis. El IAC es especialmente crítico del Informe de Síntesis y sobre todo del informe del Grupo II sobre impactos. Yo he utilizado mucho el informe del Grupo I, pero no mucho el II o el III, y nada del informe de síntesis; en la mayor parte de los casos (sobre todo en materia de impactos y vulnerabilidad) hay que remitirse a los trabajos originales.
Olvidé la referencia:
IAC (Inter Academy Council), 2010. Climate Change Assessments: Review of the Processes and Procedures of the IPCC. Coordinador de la revisión: Harold Shapiro. Disponible en:
Disponible en http://reviewipcc.interacademycouncil.net/report.html.
[…] cambiando el clima en la tierra? En esta entrada planteábamos las dificultades para establecer predicciones sobre lo que se ha dado en […]
[…] dos entradas anteriores discutimos el problema del cambio climático (ver acá y acá), enfatizando la gran incertidumbre científica que aun hoy persiste sobre el mismo. Esta […]
[…] una serie de entradas anteriores discutimos el problema del cambio climático (ver acá, acá, acá y acá), enfatizando la gran incertidumbre científica que aun hoy persiste sobre el […]